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Desde hace unos años, con la introducción de la toxina botulínica, el mundo de la Medicina Estética dio un gran vuelco. Una sustancia hasta entonces considerada como peligrosa por tratarse de una toxina, apareció en este mercado de la mano de los Doctores Carruthers en Canadá y USA, extendiéndose posteriormente a Europa y el resto del mundo.
En un principio, el bótox se utilizó en neurología para los procesos espásticos, corrección de asimetrías faciales por parálisis, en algunos casos de cefaleas y en oftalmología para corregir estrabismos. Luego también se vio su utilidad en la hipersudoración de manos y axilas. Desde que comenzó su uso con fines cosméticos, con o sin supervisión médica, refiriéndonos en este caso a los famosos “Party Bótox”, en el que se hacían reuniones sociales e iba alguien y les inyectaba indiscriminadamente sin pararse a pensar si se trataba de una buena indicación o no, la evolución de este producto en el mercado fue espectacular, convirtiéndose en uno de los productos más vendidos para tales fines junto al ácido hialurónico. Desde entonces, se beneficiaron de sus acciones personajes de todos los niveles sociales y del mundo del cine, TV, política y Jet Set.
Desde hace unos dos años comenzamos a tener el Vistabel variante estética del bótox y fue entonces cuando los pacientes comenzaron a objetivar una variación sustancial de la duración (de unos 6 meses pasó a escasos 2 meses). Nadie supo responder a la causa, pero la verdad es que así era en la mayoría de los casos.
Afortunadamente se acabó el monopolio y desde el año pasado apareció en el mercado, de la mano de Galderma (fusión de Lóreal y Nestlé) el Azzalure cuya variante hospitalaria es el también famoso Dysport y que presentó innovaciones bajo el lema “una mirada de ángel”. En comparación con el anterior y tras 4.600 pacientes incluidos en todo el mundo en ensayos clínicos, se evidenció una mayor rapidez de acción e incluso un número importante de pacientes refirieron una mayor durabilidad del efecto.
Este año, Merz Pharma, compañía alemana, acaba de lanzar al mercado el Bocouture, otra nueva toxina (cuya variante hospitalaria usada ya desde hace 5 años es el Xeomin). Con este producto se ha conseguido: igualmente una mayor rapidez de acción, tiene menos proteínas complejantes (que son las que podrían crear anticuerpos y hacer que fuera reduciendo la eficacia con el tiempo), gran estabilidad y duración de efecto y un factor importante añadido es el de que no necesita cadena de frío, con lo cual se puede almacenar a temperatura ambiente, reduciendo el riesgo de fracaso terapéutico por desestabilización de las moléculas.
Con este nuevo abanico de posibilidades que se nos ofrece, esperamos que la duración de efecto vuelva a estar entre los 4 y los 6 meses y que cada paciente tenga la opción de escoger el que mejor le vaya. El tiempo nos irá marcando las pautas y en un futuro próximo decidiremos cuál o cuáles son las más efectivas.
Por Moisés Amselem* from vanitatis.com 05/02/2011
* Dr. Moisés Amselem, Director Médico de la Clínica Francesa Dray de Madrid
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