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La Fundación BBVA patrocina ‘Caos y clasicismo: arte en Francia, Italia, Alemania y España, 1916-1936’ que, a través de más de 150 obras, muestra la vuelta a lo clásico del arte de este periodo.
Tras los desastres de la I Guerra Mundial, los artistas europeos buscaban recuperar la seguridad perdida. El clasicismo, el arte de la Grecia y la Roma clásicas, se convirtió en el modelo a seguir por una razón bien sencilla: era repetitivo, con lo cual inspiraba confianza.
La exposición Caos y clasicismo: arte en Francia, Italia, Alemania y España, 1916-1936, que puede verse en el museo Guggenheim de Bilbao hasta el próximo 15 de mayo, pone de manifiesto que, sobre los movimientos de vanguardia de preguerra, como el cubismo, el futurismo o el expresionismo, se impone una clara vuelta al orden.
Sin embargo, como destaca Kenneth Silver, catedrático de Arte Moderno de la Universidad de Nueva York y comisario de la muestra, “no se trataba de rechazar totalmente lo hecho hasta entonces, sino más bien de intentar integrar algunos elementos de las corrientes artísticas anteriores a la Gran Guerra en el nuevo concepto estético que se buscaba, basado en el orden de las composiciones, la pureza de líneas y la limpieza de los trazos”.
El papel de Picasso
Pablo Picasso se convierte en pieza clave y lidera este arte de entre guerras. “Su apuesta por esa nueva forma de expresión desconcierta a sus contemporáneos, algunos de los cuales no sabe qué hacer, si seguir sus pasos o ignorarle”, reconoce Silver. Figuras como George Braque, Giorgio de Chirico, Pablo Gargallo, Fernand Lèger, Aristide Maillol o Ludwig Mies Van der Rohe, entre otros, a pesar de sus diferencias de pensamiento político sí deciden seguir los pasos del malagueño, cada uno en sus diferentes manifestaciones artísticas. Ellos son algunos de los 90 maestros que integran la muestra, patrocinada por la Fundación BBVA y que cuenta con más de 150 piezas, entre pintura, escultura, fotografía, arquitectura, cine, moda o artes decorativas.
Pablo Picasso se convierte en pieza clave y lidera este arte de entre guerras. “Su apuesta por esa nueva forma de expresión desconcierta a sus contemporáneos, algunos de los cuales no sabe qué hacer, si seguir sus pasos o ignorarle”, reconoce Silver. Figuras como George Braque, Giorgio de Chirico, Pablo Gargallo, Fernand Lèger, Aristide Maillol o Ludwig Mies Van der Rohe, entre otros, a pesar de sus diferencias de pensamiento político sí deciden seguir los pasos del malagueño, cada uno en sus diferentes manifestaciones artísticas. Ellos son algunos de los 90 maestros que integran la muestra, patrocinada por la Fundación BBVA y que cuenta con más de 150 piezas, entre pintura, escultura, fotografía, arquitectura, cine, moda o artes decorativas.
La exposición, que ya pudo disfrutarse en el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York y donde algunas de las piezas estrella fueron la escultura titulada El perfil continuo de Mussolini, obra de Renato Bertelli, y el tríptico que tenía Hitler encima de la chimenea de su cuartel general en Munich Los cuatro elementos: Aire, tierra, agua y fuego, de Adolf Ziegler, añade veinte obras de artistas españoles, como José de Togores o Pablo Gargallo, que realizaron trabajos que respondían al signo de los nuevos tiempos. Y es que nuestro país, a pesar de no haber participado en la I Guerra Mundial, también vivió una restauración clasicista en consonancia con las tendencias europeas.
Espectáculo moderno
Unas tendencias en las que la escenificación del cuerpo se convirtió en elemento clave del espectáculo moderno. El cuerpo significaba autenticidad, en contraposición a la mente. La pintura Gladiadores descansando, de Giorgio de Chirico, que fue atacado por los surrealistas por su connivencia artística con el régimen fascista, es un claro ejemplo de este culto al cuerpo. A ella se suman obras de artistas de diversa ideología política, que abordaron temas como el deporte, el circo o el carnaval.
Unas tendencias en las que la escenificación del cuerpo se convirtió en elemento clave del espectáculo moderno. El cuerpo significaba autenticidad, en contraposición a la mente. La pintura Gladiadores descansando, de Giorgio de Chirico, que fue atacado por los surrealistas por su connivencia artística con el régimen fascista, es un claro ejemplo de este culto al cuerpo. A ella se suman obras de artistas de diversa ideología política, que abordaron temas como el deporte, el circo o el carnaval.
Pero el clasicismo tuvo un lado oscuro. Los Juegos Olímpicos de 1936, celebrados en Berlín, fueron un espectáculo clasicista, grabado y remodelado por la propagandista y cineasta nazi Leni Riefenstahl en su cinta Olimpiada, que puede verse en la muestra y que es “una oda a la belleza y majestuosidad del mundo clásico”, según Silver y en la que el propio Hitler dice “nosotros somos la reencarnación de los antiguos griegos y romanos”.
Por Rosario Fernández from Expansion.com 25/02/2011
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