lunes, 19 de septiembre de 2011

El sostén y la guerra


Foto from BBC.co.uk

Desde la posesión de sostenes (o brassiers) hasta la incidencia de sexo en la playa, el gobierno británico ha querido saber cosas extrañas sobre la gente, como reveló una historia de encuestas sociales.
En 1941, la batalla británica contra la Alemania nazi pendía de un hilo. No se escatimaba ningún esfuerzo para apoyar la guerra. En noviembre de ese año, los investigadores de la Cámara de Comercio le preguntaron a 5.000 mujeres sobre sus colecciones de ropa interior.
La encuesta se hizo con las mejores intenciones: necesitaban saber cuánto acero se estaba utilizando en los corpiños y otras prendas. Pero entre sus resultados estuvieron inevitablemente los chistes.
En cualquier caso, el estudio mostró que, en promedio, cada mujer en 1941 tenían 1,2 sostenes, y que había algunas variaciones curiosas: las amas de casa tenían 0,8m mientras que las mujeres que trabajaban en agricultura poseían 1,9.
El informe explicaba su propósito diciéndo: "Sólo con esta información se puede asegurar la más alta eficiencia en planeación. Fue por ello que se pensó que era necesario recopilar información detallada sobre un tema que atañe a la mayoría de las mujeres: las prendas íntimas".
La encuesta de la ropa interior es sólo una de un número de estudios destacados por la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS) para marcar los 70 años de este tipo de sondeos sociales.
Algunas son chocantes, más que divertidas, como una de 1951 sobre "las actitudes del público hacia las personas de color".
Pero muchas ofrecen detalles del período en el que fueron hechas.
En 1981, la alarma por la cantidad de alcohol que estaban consumiendo las mujeres llevó a que se hiciera una encuesta. Sin embargo, la investigación encontró que más del 70% de las mujeres tomaban menos de cinco unidades a la semana. Hoy en día, el promedio es ocho unidades a la semana, con una unidad siendo equivalente a una copa de vino pequeña.
En los '90s, la ONS investigaba el hábito de fumar en escuelas secundarias. En 2001, se enfoco más bien en el sexo y los métodos anticonceptivos, un área que los especialistas en estadísticas gubernamentales de los '50s no habrían considerado.
Sexo al fresco
Las encuestas son una rica fuente de información para las generaciones futuras, señala la historiadora social Juliet Gardiner. "Las preguntas son interesantes porque reflejan las preocupaciones de la sociedad. Y eso es algo que para los historiadores puede ser difícil de descubrir".
Los gobernantes siempre han tratado de medir el cambio social, desde el libro Doomsday de Guillermo el Conquistador hasta los censos.
Y, según el doctor John Walton, autor de "Pescado y papas fritas y la clase trabajadora británica", el Reino Unido tiene una larga tradición cuando se trata de preguntarle a la población preguntas aparentemente absurdas.
En los años '30 se lanzó un ambicioso proyecto llamado la Observación Masiva, del erudito Tom Harrisson. La meta era registrar la forma en la que los británicos del común vivían, usando diarios, cuestionarios y persiguiéndolos para observarlos y anotar sus hábitos.
Las áreas de interés iban desde si los bigotes hacían que los hombres lucieran más atractivos, pasando por la velocidad con la que la gente se podía tomar una cerveza, hasta cuánto sexo al aire libre tenía lugar en el balneario de Blackpool en el mes de agosto.
"Blackpool tenía la reputación de ser un lugar en el que la gente copulaba en la playa", explica Walton.
Así que Observación Masiva decidió visitar el lugar y poner a prueba la leyenda. "Salían de noche a revisar cuántas parejas en la playa estaban efectivamente teniendo relaciones sexuales sobre la arena".
Lograron registrar cuatro casos antes de que la fiabilidad del estudio tambaleara cuando se supo que uno de los que estaban entre las parejas de la playa era un investigador de Observación Masiva.
"Me gusta Observación Masiva porque muchas de sus preguntas son el resultado de pura curiosidad", dice Walton, contrastándola con muchos sondeos sociales cuya intención es diseñar políticas, por lo que pueden terminar siendo presa de ideologías específicas.
Mucho ha cambiado desde que la ONS empezó a hacer sus encuestas sociales.
Ahora, el sondeo social está dirigiéndose hacia un nuevo, y algunos argumentarían imposible de medir, territorio: el bienestar personal.
"En general, ¿cuán feliz se sintió ayer?" y "En general, ¿hasta qué punto usted siente que las cosas que hace en su vida valen la pena?" son dos de las preguntas que sorprenderían a los estadísticos de otras épocas.
¿Les causará la misma fascinación este tipo de entrevistas a las generaciones futuras?".
Sin duda alguna, opina Gardiner.
"El sondeo sobre el bienestar será superinteresante para los historiadores del futuro. Estarán fascinados con la idea de que uno puede cuantificar la felicidad y les intrigará qué tipo de indicadores se utilizaron para hacerlo".

Por Tom de Castella  from BBC.com   18 de septiembre de 2011

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