Una escena de 'Mira lo que has hecho', la serie de Berto Romero sobre la experiencia de ser padres.
Ha llegado el momento de acabar con el momsplaining o la letanía no solicitada de consejos, advertencias y reflexiones sobre la maternidad.
Desde desconocidos hasta familiares cercanos, desde la señora que ha amamantado a medio pueblo a otra mamá cuyo bebé solo tiene dos meses más y cuyos conocimientos proceden de una lectura vertical en Wikipedia, las madres (sobre todo si son primerizas) oyen con resignación como quien acepta cookieslas mismas frases una y otra vez sobre la maternidad, bienintencionadas o repetidas maquinalmente en la mayoría de las ocasiones, pero siempre molestas para quien las escucha.
Aunque a menudo las propias receptoras hacen caso omiso de este momsplaining e incluso cuando ha pasado el tiempo lo encuentran divertido, se trata de una costumbre social que deberíamos replantearnos. Mamen Bueno, psicóloga sanitaria y autora del blog Reflexiones de una mamá psicóloga explica que “el embarazo y el postparto son momentos de vulnerabilidad emocional para las madres, muchas de las cuales experimentan muchas emociones ambivalentes y contradictorias hacia sus hijos e hijas. Por eso, por ejemplo, es mejor no aludir a la felicidad, satisfacción y goce que se supone que tiene que sentir una mujer al dar a luz”.
Hemos preguntado a nuestro alrededor y hemos descubierto que las sentencias que las madres recientes deben soportar estoicamente son prácticamente las mismas en todas partes con ligeras variaciones. Se pueden resumir en 10 grandes grupos. Y estos son los motivos por los que deberíamos pensar antes de soltar algo parecido a:
1. “Menuda tripa, ¿es que traes dos?”. En cualquier contexto el body shaming es deplorable, pero cuando está relacionado con el embarazo es imperdonable. En general, nos aconseja la psicóloga, no debemos “aludir al aspecto físico, ya sea positivo o negativo. Son momentos muy vulnerables, de mucho cambio corporal y las alusiones al físico en un sentido u otro se pueden vivir mal”, explica. Si el aspecto físico de la madre es tabú, el del bebé es intocable: “Puede herir a una madre o padre hasta lo más hondo. Hay que ser muy prudente, puede llevar años asimilar que un hijo no es como se había idealizado, puede llevar a sentimientos de culpa o vergüenza. No es algo de lo que se suela hablar, y siempre hay una posibilidad de algún tipo de problema de salud, o incluso de muerte perinatal. La manera de tratarlo, este tema o cualquiera, observar, respetar y preguntar antes de decir u opinar. Preguntar qué necesitas, cómo estás, puedo hacer algo por ti… Y dejarnos guiar por las respuestas a esas preguntas”, explica Mamen Bueno.
2. “¡Nos pasamos esta tarde a conocerlo!”. No hay visita más inoportuna que la que se hace a una madre reciente cuando ni la ha pedido, ni la desea. La psicóloga nos cuenta que “estaría bien que la madre y su pareja hablaran antes de si van a querer visitas, cuándo y de quién; a partir de ahí elegir cuándo contarlo y a quién (por ejemplo, podrían delegar en alguien de confianza que se encargue de comunicar a los demás la decisión que hayan tomado)”. Explica la psicóloga que muchas veces ni siquiera los propios amigos y familiares tienen realmente interés en estar presentes tan pronto: “Lo de ir a visitar a una mujer al hospital nace muchas veces de convencionalismos sociales como el ‘qué dirán si no voy’ que del deseo genuino de ir. Debemos ir derribando esas presiones sociales, porque son momentos muy íntimos y de mucha vulnerabilidad. Es mejor preguntar desde el cariño y el respeto qué necesitan los padres o qué prefieren que hagamos”. En cualquier caso, la psicóloga recomienda echar mano de la empatía (de la auténtica) e intentar que la nuestra sea una visita en lo posible útil. ¿Y la duración ideal? “Depende de cómo esté la madre, pero en principio diría que durara lo menos posible. Sea como haya sido el parto, la madre estará cansada y con un festival de emociones importante. El bebé y la madre necesitan tiempo para irse conociendo”.
3. “¿En serio te dolió? Yo ni me enteré”. No hay dos experiencias extrapolables en casi ningún aspecto de la vida, ¿por qué iba la maternidad a ser la excepción? Fuera como fuese tu parto, comiera como comiese tu niño, tuvieras o no tuvieras mastitis: no es necesario compartirlo de entrada. Como dice la psicóloga, “en general, no hay que hablar de lo que no te han preguntado. Sería conveniente intentar no hablar de ‘tu libro’, sobre todo si no te preguntan y vas a hablar de todo lo mal que te fue con el parto, los problemas de lactancia, la episiotomía u otros entuertos”, prosigue, “tú no eres la protagonista, es ella. No hay dos experiencias iguales. Y puede que a ella no le pase nada. Sí puedes ofrecerle la oportunidad de preguntarte si necesita algo, pero depende de ella hacerlo o no”.
4. “Esa niña se ha quedado con hambre, dale biberón”. Diferentes modalidades de esta frase son las que más parecen haber escuchado las madres a las que hemos preguntado: que si tiene frío, que si tiene sueño, que si tiene gases… El caso es que parece que el bebé parece comunicarse claramente con cualquiera menos con su madre, así que hasta un desconocido en el supermercado se siente en la obligación de ofrecerse como traductor. La psicóloga insta a evitar los ‘deberías’y los ‘tendrías que’, porque “los nuevos padres van a recibir mucha información, muchas veces contradictoria, así que mejor deja que sean ellos quienes la integren y decidan según sus criterios. Irán descubriendo por su cuenta cómo hacer, buscando sus fuentes de información…”.
5. “No te obsesiones con la limpieza, que tiene que pillar de todo”. Cuando les decimos a nuestros familiares y amigos que están haciendo algo mal en la manera en la que crían a su bebé, de manera implícita estamos asumiendo que están equivocados o que no han investigado o consultado especialistas o libros, o al menos no lo suficiente. No es solo condescendiente, también es ofensivo. Por muy buenas que sean tus intenciones, no lo hagas. Ellos ya lo han pensando y han decidido hacerlo de determinada forma. “Nunca hay que criticar la opción elegida, ya sea de colecho, lactancia o lo que sea. La maternidad es más que una opción concreta, y solo cada familia sabe del porqué de esas elecciones. No se debe hacer juicios de valor sobre lo elegido por los padres”, explica la psicóloga.
6. “Déjame que la coja yo y la calmo, que yo sé, ya verás”. De nuevo, no solo no estamos teniendo en cuenta el momento de vulnerabilidad emocional de la madre y la inseguridad que le puede provocar la insinuación de que otra persona es más capaz que ella de dar consuelo a su bebé, es que además nos entramos en un terreno espinoso que violenta a muchos padres y madres: el contacto físico con su bebé con otras personas. Spoiler: a casi ninguno le entusiasma la idea. “No solo hay madres o padres a los que no les gusta que cojan a sus bebés”, nos cuenta la psicóloga, “sino que incluso puede no ser recomendable por algún tipo de condición médica, como bronquiolitis: yo recomiendo preguntar siempre si se puede o consideran adecuado cogerle. Los niños necesitan tranquilidad, no son un muñeco o un trofeo del que pasar de mano en mano”.
7. “Pues en mis tiempos no llevábamos silla en el coche y no pasaba nada”.Pues las cosas han cambiado, y, además de ser más seguro, está prohibido no llevarla. Las madres y padres recientes escuchan una gran cantidad de reflexiones como “pues yo me crié sin leche de fórmula y mira qué fuerte estoy” y “¿a que estaba mejor dentro que fuera?” a las que no hay nada qué responder, solo asentir. ¿Qué pretende la gente con este tipo de observaciones? Según un estudio que comprendía cuatro investigaciones diferentes lideradas por el psicólogo Michael Schaerer, los consejos no solicitados rara vez tienen como objetivo ayudar a quien los recibe: quien los reparte lo que suele buscar es sentirse con poder y autoridad.
8. “Y la cosa empeora según van creciendo”. Como cuando alguien va dos episodios por delante de ti en una serie de Netflix, cualquiera que haya tenido descendencia aunque solo sea unas semanas antes ya se siente con la autoridad suficiente como para prever la futura evolución del recién nacido, que casi siempre será negativa. La psicóloga Mamen Bueno nos insta a “no anticipar con las frases del tipo ‘pues ya verás cuando…’ porque no aportan mucho, y cada niño y niña; y su relación con sus padres es un mundo”.
9. “Disfruta ahora que es el momento más bonito de tu vida”. La idealización de la maternidad hace muchísimo daño a las millones de madres que tardan algo de tiempo en establecer el vínculo con su hijo o hija (porque no tiene por qué ser instantáneo ). Lo último que necesitan es que alguien les diga, comenta la psicóloga, “cómo deben sentirse, por ejemplo, ‘estarás feliz, disfruta…’, porque hay mujeres, sobre todo al principio, que no sienten esa conexión inmediata y esa felicidad desde el principio y no sentir eso desde el principio les puede generar culpa, y sentir que hay algo mal en ellas”.
10. “Déjale que duerma, pobrecito”. Nadie mejor que la mujer que está con el bebé las 24 horas del día para conocer sus usos y costumbres. A la mayoría de las madres que hemos preguntado, sus familiares intentan hacer sentir culpables, por ejemplo, cuando despiertan de la siesta a sus hijos (porque si no lo hacen, saben que de noche no dormirán, pero eso los consejeros ni lo saben ni les importa: solo ven a una malvada de Disney). Por eso, se despide la psicóloga, “como resumen yo aconsejaría escuchar más que hablar; preguntar qué necesitan; si hay algo que puedas hacer; como lo está viviendo; cómo se sienten…”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.