viernes, 29 de diciembre de 2017

Por qué nunca deberías comer en el avión

Por qué nunca deberías comer en el avión

  • Es el secreto de la tripulación de cabina para evitar el desfase horario

Muchos son los que se quejaron, hace algún tiempo, de la decisión de algunas compañías aéreas low cost de suprimir los menús gratuitos que ofrecían a sus clientes en los viajes de larga distancia. Algo, que visto desde un nuevo ángulo, quizás no sea tan desfavorable, sobre todo para nuestro cuerpo y el desfase horario que sufrimos al aterrizar.
Y es que, hace pocos días, Melissa Biggs Bradley – fundadora de la firma de viajes de lujo Indagare– revelaba a Bloomberg en una entrevista lo que ella llama “un secreto de azafata”.
Una bandeja de comida de un avión
Una bandeja de comida de un avión (Getty / Getty)
“No como nada en los aviones. He hablado con muchos miembros de tripulación sobre esto y es un secreto de azafata. Hace diez años, me encontré con una auxiliar de vuelo de Singapore Airlines en el vuelo más largo del mundo del momento (17 horas desde Singapur a Nueva York). Ella me dijo que su truco era no comer en el vuelo”, explicaba Biggs.
La razón es bastante simple. “Básicamente porque, a una altitud tan alta, el sistema digestivo se cierra completamente. Alguien me dijo que es como estar bajo anestesia. Así que cuando sales del avión todo se reiniciay (tu sistema digestivo) tiene mucho más trabajo que hacer y te hace sentir más cansado”, aseguraba la fundadora de la firma de viajes de lujo Indagare a Bloomberg.
A una altitud tan alta, el sistema digestivo se cierra completamente. Alguien me dijo que es como estar bajo anestesia”
MELISSA BIGGS BRADLEY
Fundadora de la firma de viajes de lujo Indagare
Para mucha gente comer en exceso durante el vuelo suele ser una distracción para matar el tiempo, lo que es contraproducente a la hora de evitar el desfase horario al que se somete nuestro cuerpo.
“Incluso el mejor alimento de avión tiene exceso de sal y está conservado de tal manera para que pueda calentarse en el microondas”, afirmaba Biggs, quien como buena viajera empedernida también tiene sus propios trucos: “suelo comer algo un par de horas antes de subir al avión y bebo mucho agua. Realmente me siento mejor. Volé a París la semana pasada. Salí a las 10 de la mañana y cuando aterricé, disfruté de un almuerzo fabuloso sin sentirme culpable por nada”.

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