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Todos en algún momento de nuestra vida sentimos la ausencia de alguien especial o nos gustaría que hubiera otra persona para escuchar al otro lado
Podríamos definir a la soledad como ese incómodo sentimiento que aparece ante la necesidad que tenemos de afecto o compañía, así como de pertenencia a un núcleo social. Al no verse satisfecha, puede generar una falta de autoestima o inseguridad la cual nos lleva a pensar que somos como una isla completamente aislada en medio de un mar inmenso. Es así como se pone en cuestión nuestro papel en el seno de la sociedad y a qué lugar o comunidad pertenecemos.
En los últimos años, las nuevas formas de comunicación posibilitadas gracias a las tecnologías nos han brindado una mayor capacidad de conexión con los otros al instante. Sin embargo, según revelan las encuestas y estudios, los individuos que hacen mayor uso de las redes sociales o de las herramientas para comunicarse con los demás son también los que tienen una sensación más profunda de aislamiento social o soledad. Esto significa que de ningún modo podemos paliar o sustituir esa necesidad de contacto a través de una pantalla, ya que al final es el contacto físico el que prima de cara a establecer una unión real con el otro.
No se puede forzar una amistad instantánea o encontrar al amor de tu vida de la noche a la mañana, pero puedes incrementar tus posibilidades
Además, en los últimos meses que hemos pasado confinados nos hemos tenido que acostumbrar a estar aislados socialmente. Es por ello que seguramente se hayan generalizado aun más los sentimientos de soledad, tanto en un sentido positivo como negativo: muchas personas se habrán dado cuenta que son capaces de vivir consigo mismas, pero otras también habrán descubierto lo mal que se pasa cuando la única manera de contactar con los seres queridos a los que extrañamos es a través de una pantalla.
Hay varios tipos de soledad. En algunas ocasiones podemos estar plenamente rodeados de gente y aún así sentir que estamos solos, o viceversa: podemos no tener compañía y sentir cierto placer que no implica sentirnos solos. De ahí que la base real de este sentimiento aluda a la conexión que sentimos hacia otras personas o hacia nosotros mismos, si es buena y potente o, por el contrario, es nula y negativa. La psicóloga Suzanne Degges-White ha publicado un artículo en 'Psychology Today' en el que explica los tres tipos de soledad que podemos llegar a experimentar en algún momento de nuestra vida, y lo más importante: cómo asumirlos, combatirlos y superar ese miedo a estar solos o desconectados del resto del mundo.
Soledad existencial
La más filosófica de las tres, ya que alude a la experiencia íntima e individual de cada uno de nosotros. "Desde una perspectiva existencial, sentirla un poco es bueno para el alma", aduce la psicóloga, "y definitivamente es una parte ineludible de la vida humana". Pero no por ello quiere quiere decir que produzca sentimientos negativos, ya que básicamente se basa en la idea de que al igual que entramos solos en este mundo, solos saldremos de él.
¿Cómo podemos oponernos a ella? Degges-White asegura que se muestra en nuestros miedos existenciales, como bien puede ser al aislamiento, la muerte, la falta de sentido en la vida o de libertad. "Reconocer el miedo y usarlo como motivo para vivir más y más en el momento puede ayudarnos a sumergirnos en el presente, lo que podría ayudar a que reconociésemos que al final estamos en un vasto mar de individuos que luchan contra estas preocupaciones al igual que nosotros".
Soledad emocional
A diferencia de la existencial, este tipo de soledad surge de una falta de relaciones sociales o apego con otras personas. Por ejemplo, puedes sentirla cuando todas las personas de tu círculo de amigos tienen una pareja estable o romántica, y tú no. Se suele experimentar cuando necesitas a alguien que te apoye y te escuche pero compruebas que no hay nadie. También se siente de la forma más intensa cuando afrontas una pérdida o un duelo de una persona que era muy importante en tu vida.
Una forma de combatir la soledad social pasa por reiniciar relaciones con otros en otros ambientes o con otros círculos de personas
¿Qué posibles soluciones hay para este tipo de soledad? "Mantener un sistema de apoyo sano", explica la psicóloga. "No se puede forzar una amistad instantánea o encontrar al amor de tu vida de la noche a la mañana, pero puedes incrementar tus posibilidades de fortalecer los lazos con alguien y estar dispuesto a abrirte a los demás". Tal vez, por nuestras propias inseguridades siempre acabamos delegando al otro que tome la primera palabra. Si haces el esfuerzo de querer llegar a otras personas y mostrar un espíritu de cercanía, podrás salir de ese círculo vicioso de sentimientos negativos provocados por la soledad emocional. Eso sí, tampoco confundas el querer conectar con alguien con la pesadez, ya que no conviene sobrecargar a otros de lo que sientes o piensas.
Soledad social
En este caso, surge cuando nos sentimos excluidos de un grupo social más grande. Esto viene a ser, por ejemplo, cuando un grupo de amigos se divide porque tienen intereses distintos y acaban distanciándose. De ahí que sea tan dolorosa. Una forma de combatir la soledad social pasa por reiniciar relaciones con otros en otros ambientes o con otros círculos de personas. Todos tenemos la necesidad de integrarnos en un grupo, de ahí que en la mayoría de los casos la soledad social sea momentánea.
Otro aspecto a señalar es que hay varios tipos de soledad según su duración: puede ser meramente transitoria, muy puntual o bien un sentimiento crónico que persiste en nosotros y se niega a desaparecer. Nadie está a salvo de sentir soledad en algún momento de su vida. De ahí que tampoco haya que tenerle miedo o evitarla a toda costa. Al final, eres la única persona con la que vas a pasar el resto de tu vida, por lo que más vale desarrollar cierta capacidad para estar solos y a gusto, y así saber gestionar nuestras propias emociones.
E. ZAMORANO 06/07/2020
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