martes, 21 de julio de 2020

Piel artificial para que los robots puedan sentir

El brazo robótico desarrollado por investigadores de la Universidad...

El brazo robótico desarrollado por investigadores de la Universidad Nacional de Singapur funciona con un cerebro artificial de Intel que imita las redes neuronales del ser humano y que está integrado con sensores artificiales de piel y visión.


Dos investigadores de la Universidad Nacional de Singapur (NUS, por sus siglas en inglés), miembros de la Comunidad de Investigación Neuromórfica de Intel, trabajan en la creación de piel artificial que permitirá a los robots adquirir un sentido del tacto similar al de los humanos.
Los robots actuales operan mayoritariamente sólo con procesamiento visual, pero gracias a la piel artificial en la que trabajan los investigadores del NUS podrían detectar el tacto más de 1.000 veces más rápido que el sistema nervioso sensorial humano e identificar la forma, textura y dureza de los objetos 10 veces más rápido que el parpadeo de un ojo, según explican.
Dotar a los robots de sentido del tacto podría ampliar enormemente el uso de estas máquinas, indica Intel. Por ejemplo, "los brazos robóticos dotados de piel artificial podrían adaptarse fácilmente a los cambios en los productos desarrollados en una fábrica, utilizando la detección táctil para identificar y agarrar objetos desconocidos con la cantidad adecuada de presión para evitar el deslizamiento. Asimismo, la capacidad de sentir y percibir mejor el entorno también podría permitir una interacción humano-robótica más estrecha y segura, o acercarnos a la automatización de las tareas quirúrgicas dando a los robots quirúrgicos el sentido del tacto del que carecen hoy en día".
Pero para que sea realmente útil, la piel debe de estar conectada a un chip que analice la información y saque conclusiones sobre la base de los datos sensoriales. "La creación de un sensor de piel artificial ultrarrápido resuelve aproximadamente la mitad del rompecabezas de hacer a los robots más inteligentes", afirma Benjamin Tee, profesor adjunto del Departamento de Ciencia e Ingeniería de Materiales de la NUS y del Instituto de Innovación y Tecnología de la Salud de la NUS. "También necesitan un cerebro artificial que pueda lograr la percepción y el aprendizaje como otra pieza crítica del rompecabezas".
En concreto, el cerebro empleado por los investigadores de la Universidad de Singapur fue el chip neuromórfico Loihi de Intel, que les permitió explorar el potencial de la tecnología neuromórfica. En su experimento inicial, utilizaron una mano robótica equipada con la piel artificial para leer Braille, pasando los datos táctiles a Loihi, a través de la nube, para convertir los microbaches que la mano sentía en un significado semántico. De este modo, Loihi logró una precisión de más del 92 % en la clasificación de las letras del Braille. Basándose en estos resultados, buscaron mejorar la precisión del sistema y encargaron a un robot que clasificara varios contenedores opacos que contenían diferentes cantidades de líquido, utilizando los datos sensoriales de la piel artificial y una cámara adaptada al contexto. Los resultados, que fueron presentados en el congreso Robotics: Science and Systems esta semana, muestran que la combinación de la visión adaptada al contexto y el tacto utilizando una red neuronal de picos permitió un 10% más de precisión en la clasificación de objetos en comparación con un robot con un sistema de sólo visión.
"Estamos emocionados con estos resultados. Es un paso hacia la construcción de robots fiables y de bajo consumo de energía que puedan responder rápida y apropiadamente en situaciones inesperadas", indicó el profesor de la Universidad Nacional de Singapur Harold Soh.

Ordenadores que imitan el cerebro humano

La computación neuromórfica es una disciplina nacida en los años 80 pero que en la última década ha cobrado protagonismo de la mano de gigantes tecnológicos. Esta ingeniería trata de aplicar las últimas ideas de la neurociencia para crear chips que funcionen menos como las computadoras tradicionales y más como el cerebro humano. Los sistemas neuromórficos replican la forma en que las neuronas se organizan, comunican y aprenden. Loihi, el chip neuromórfico de Intel, logró emular el comportamiento de un circuito olfativo biológico en 2017.


MARTA JUSTE MADRIDActualizado: 19/07/2020 23:31 horas
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