lunes, 20 de julio de 2020

Las joyas naturales de España : archipiélagos y marismas

Las joyas naturales de España (y4): archipiélagos y marismas

Las gaviotas patiamarillas son omnipresentes en las islas Cíes

Guía subjetiva en cuatro entregas de los paisajes y la vida salvaje de los 15 parques nacionales, los espacios más protegidos del territorio


La geografía española cuenta con 15 espacios designados como Parques Nacional, que es la categoría máxima de protección de un espacio de la administración del Estado. En un verano atípico que invita a descubrir la naturaleza más evocadora, a partir del 21 de junio, fecha en la que se ha producido el final del estado de alarma, Magazine Lifestyle presenta un recorrido por estas auténticas joyas naturales, paisajes que son una herencia colectiva de un planeta frágil. Esta serie de reportajes fotográficos y guía sucinta para realizar una visita se divide en cuatro capítulos. La cuarta y última entrega presenta los tres parques nacionales que incluyen el mar dentro de sus límites: Cabrera (Islas Baleares, las islas atlánticas de Galicia y Doñana (Andalucía).
El archipiélago de Cabrera y las islas atlánticas de Galicia comparten su condición isleña y la evidente inmediatez del mar, que proporcionan a estos dos parques características específicas: paisajes paradisíacos, con playas de ensueño, y deslumbrantes vistas sobre el océano o mar abierto, donde, en ocasiones, pueden llegar a verse los anhelados cetáceos. Poseen una fauna marítima y terrestre única, destacando la diversidad de aves acuáticas.
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Un capítulo aparte merece Doñana, que, dentro de los límites del parque nacional, alberga la playa más larga de España (casi treinta kilómetros). Pero allí, además de esta extensión de arena blanca, destacan también otros ecosistemas: las marismas acogen una importante avifauna residente y, según la estación, migrante de África y Europa. También están las dunas, los pinares o los alcornocales, donde se encuentran especies animales tan emblemáticas de la biodiversidad española como el lince ibérico o el águila imperial.

P.N.M-T. ISLAS ATLÁNTICAS DE GALICIA

Playas de ensueño


La playa de Rodas, en la isla de Monteagudo, frente a la desembocadura de la ría de Vigo
La playa de Rodas, en la isla de Monteagudo, frente a la desembocadura de la ría de Vigo (Andoni Canela)

Delante de la costa de Vigo y de Pontevedra, muy cerca de la frontera septentrional con Portugal, este Parque incluye un conjunto de islas formado por las Cíes, las Ons, la isla de Sálvora y la de Cortegada. Arena blanca y agua transparente, que, a veces, parece azul y, otras, verdosa. Dunas ondulantes por un lado y, aquí y allá, peñascos repletos de esos moluscos que nos gusta encontrar en las mesas de los restaurantes gallegos. Escandalosas gaviotas sobrevolando nuestras cabezas y la sabida presencia de tortugas marinas. Esta es la imagen de la playa de Rodas, en la isla Monteagudo, en el archipiélago de las islas Cíes, situado en frente de la desembocadura de la ría de Vigo.
Ya hace tiempo, el periódico inglés The Guardian colocaba la playa de Rodas en la cabecera de un top ten dedicado a las mejores playas del mundo. Decía que cuando se mencionan las playas españolas se suele pensar en el Mediterráneo, pero que, aquí, en el Atlántico frente a las costas gallegas, se pueden encontrar playas (o praias, en gallego) “mucho más dramáticas, con mucha menos gente en ellas”. Advertía también que cuando los lugareños llaman a esta playa su “playa caribeña”, la comparación es creíble (por las arenas blancas, las aguas turquesas...) hasta que te mojas los pies. Entonces, decía, piensas más en Skegness, una ciudad costera del este de Inglaterra con playas en el Mar del Norte.

La comparación de la playa de Rodas con el Caribe es creíble hasta que te mojas los pies


La praia de Rodas también se diferencia de una playa tropical por la vegetación que tiene cerca. La playa es una larga lengua de arena con una forma que recuerda someramente a una media luna. El “mordisco” de la media luna queda encarado a la ría de Vigo y, justo en la curva de la espalda, está el lago de aguas cristalinas llamado de los Nenos, que, al oeste, se abre a la inmensidad del Atlántico. En los extremos norte y sur de la lengua de arena que define la playa de Rodas, aparece un bosque compuesto por pinos y los famosos eucaliptos gallegos, donde hay áreas de descanso y donde se pueden realizar atractivas rutas a pie (también guiadas).
Esta media luna de arena blanca es el nexo de unión de la isla de Monteagudo, al norte, con la isla del Faro, al sur. En esta última isla, se encuentra el camping Islas Cíes, único lugar donde se puede pernoctar y donde se organizan varias actividades guiadas para descubrir el entorno. A un par de minutos en coche, está el observatorio de aves do Alto da Campá, que, junto al de la isla de Monteagudo, en el faro do Peito, son buenos lugares para observar la fauna marina de este espacio natural. Desde aquí destacan de nuevo las omnipresentes gaviotas patiamarillas, que parecen un estampado floral de color blanquecino sobre el azul intenso del cielo y del mar.
Algas en el agua frente a un arenal de las islas Cíes
Algas en el agua frente a un arenal de las islas Cíes (Andoni Canela)

Para acceder a estas islas, que están más o menos a una hora en barco de la costa y solo se pueden visitar en primavera y verano (el resto del año debe hacerse en grupos organizados), se necesita permiso previo, que puede tramitarse online.
Lo mismo ocurre para poder visitar las islas de Ons, al norte de las Cíes y en frente de la desembocadura de la ría de Pontevedra. En la isla principal, donde también hay playas dignas de mención (como la playa nudista de Melide), se pueden realizar varias rutas a pie o gozar de las espectaculares vistas sobre el mar y las islas circundantes desde lugares como el Mirador de Fedorentos.
Mirando al Atlántico desde distintos puntos del Parque o de camino hacia este, pueden descubrirse cetáceos (sobre todo delfines), que son un indicio de la abundante vida submarina que también alberga este espacio natural. En el Parque, es posible realizar actividades sencillas para aproximarse a esta como, por ejemplo, el snorkel o atreverse con propuestas más contundentes como el submarinismo. En el Centro de Visitantes de Cambón, en la ciudad de Vigo, se pueden ver exposiciones sobre la fauna y flora del Parque, y obtener la información necesaria sobre cualquier otro aspecto.

PN.M-T. ARCHIPIÉLAGO DE CABRERA

Tesoros sumergidos


Vida marina en las aguas de la isla de Cabrera
Vida marina en las aguas de la isla de Cabrera (Andoni Canela)

Este pequeño grupo de islas, al amparo del archipiélago mayor de las islas Baleares y bajo la isla de Mallorca, es el paradigma de lo que ocurre en la naturaleza cuando hay cierto aislamiento de otros ecosistemas y la ausencia de una actividad humana permanente.
El archipiélago está formado por la isla principal: Cabrera (o Cabrera Gran), la Illa des Conills (Conillera o Conejera) y unos cuantos islotes más, que, a lo largo de la historia, fueron recibiendo la visita de distintas culturas y navegantes o piratas que surcaban el mar Mediterráneo. Se baraja que los nombres de las islas más grandes tengan su origen en los animales, cabras y conejos, que la gente de mar que pasaba por allí dejaba en las islas para tener una especie de despensa de carne fresca para cuando volviera a hacer la misma ruta. Por un tiempo, también vivieron en Cabrera vigilantes de esos bandidos marítimos (con un castillo que todavía se mantienen en pie), condenados a penas de prisión, cultivadores de vid y militares. Pero no se puede hablar de un asentamiento humano que evolucionara en una población estable.

Las preciadas praderas de posidonias se extienden bajo las aguas cristalinas, convirtiéndose un refugio de las especies piscícolas y de moluscos del Mediterráneo


El hecho de tratarse de un lugar formalmente deshabitado y el aislamiento propio de su naturaleza permitieron una muy buena conservación de las costas isleñas y de su fondo marino inmediato. Hace poco más de un año se aumentó la extensión del Parque para asegurar una mayor protección de la vida marina que se encuentra bajo la influencia del archipiélago: las preciadas praderas de posidonias se extienden bajo las aguas cristalinas, convirtiéndose un refugio de una buena representación de las especies piscícolas del Mediterráneo y también de moluscos como la nacra, endémica de este mar y muy amenazada. Otros peces, crustáceos y moluscos prefieren los laberintos de rocas que también hay bajo el agua o las cercanías de los arrecifes coralinos, otra de las joyas de este Parque.
Asomando a la superficie como sirenas que emergen desde el mundo maravilloso que se esconde en las profundidades, delfines, cachalotes o tortugas. Es una suerte, un auténtico regalo, poder localizar alguna de estas criaturas desde la embarcación que nos acerca a Cabrera. El ir y venir de las abundantes gaviotas recibe al visitante, advirtiéndole de que está a punto de alcanzar tierra firme: un peñón magnético, que se presenta como un reducto de paz. Desde allí, una vez desembarcado, podrá observar el mar desde otra perspectiva, obteniendo una relajante imagen de inmensidad. La misma que ven y anhelan los pollos de pardela balear, que, a mediados de julio, ya están a punto para dejar sus nidos en las rocas. Esta especie, endémica de estas latitudes, se encuentra muy amenazada y, aunque que puede hacer vida a muchos kilómetros de casa (siempre sobre el mar), necesita volver a su lugar de origen para reproducirse.
Velero anclado en una cala frente al peñón de la isla de Cabrera
Velero anclado en una cala frente al peñón de la isla de Cabrera (Andoni Canela)

En el interior de la isla, las curvas sinuosas provocadas por montículos de poca altitud (el punto máximo se sitúa apenas por encima de los 170 metros) están cubiertos de garriga, una formación vegetal típicamente mediterránea basada en el matorral. Pero, como no podía ser de otra manera, bajo esa apariencia uniforme, se esconden diversas especies vegetales endémicas que le otorgan un valor extraordinario.
A pesar de la belleza del entorno y de la exclusividad de sus elementos, la falta de agua dulce recorriendo la isla de Cabrera hacen pensar que no sea el sitio ideal para convertirse en Robinson Crusoe. Aunque a una le entran ganas de imitar a las omnipresentes lagartijas que aparecen y desparecen entre las rocas y tenderse un rato bajo el sol: aquí se encuentra la endémica lagartija balear, con más de una decena de subespecies en la isla. Les hacen compañía las salamanquesas, que, en cierta manera, se han convertido, con sus amigas las lagartijas, en emblema de todo el archipiélago balear. Eso sí, si nos transformamos en ese pequeño reptil, esperemos no convertirnos en merienda de los halcones que viven aquí: el peregrino o el de Eleonora, una preciosa rapaz marina bautizada en honor a Leonor d’Arborea (una heroína sarda que ejerció de juez en el siglo XIV).
Para acceder a este paraíso, que nos recibe con refrescantes calas, se pueden utilizar las golondrinas que parten del sur de la isla de Mallorca. Pero Cabrera atrae a navegantes privados, que llegan a la isla con la intención de bucear para acercarse a sus tesoros sumergidos. Para navegar, y también bucear, hacen falta permisos especiales. En la Colònia de Sant Jordi (de donde salen las embarcaciones hacia la isla), encontramos el Centro de Visitantes Ses Salinas, donde, además de información del Parque, se ofertan los servicios de guías para visitar Cabrera, así como para realizar otras actividades acuáticas. En el centro de la isla de Cabrera, está el Museo Es Celler, que ofrece una visión histórica de la isla.

P.N. DOÑANA

El paraíso de las aves


Grandes flamencos en el parque nacional de Doñana
Grandes flamencos en el parque nacional de Doñana (Andoni Canela)

Está situado a caballo de tres provincias andaluzas: Sevilla, Cádiz y, sobre todo, Huelva. A este parque nacional se suma un parque natural con el mismo nombre y, juntos, crean el Espacio Natural de Doñana, donde se incluyen diversas figuras de protección medioambiental. Aquí se halla una de las zonas húmedas con mayor relevancia europea, que concentra una importante avifauna.
Las marismas del río Guadalquivir definen parte del carácter de este espacio natural: casi tocando con las aguas del mar Mediterráneo, las aguas de este curso fluvial se mezclan con las del océano Atlántico. Las marismas son extensiones de tierra inundadas por una mezcla de agua dulce y salada, donde crecen gran variedad de especies vegetales capaces de soportar esta combinación y donde se concentran multitud de aves acuáticas. Aunque, en Doñana, también sobrevuelan las marismas especies de rapaces tan apreciadas y escasas como el águila imperial ibérica.
La tipología de aves varía según la estación, que también marca el nivel de agua de este medio. Doñana, como decíamos, es famosa por albergar una gran número y variedad de aves (hasta 300 especies distintas), pero es inevitable evocar la fotografía de miles de flamencos posados en el agua salobre, filtrando los crustáceos del fondo. Al amanecer o al atardecer estas imágenes de postal son, si cabe, todavía más sublimes.

La primavera, antes que el calor del verano empiece a secar las marismas, es la mejor época para obsevar a los esbeltos flamencos


La primavera, antes que el calor del verano empiece a secar las marismas, es la mejor época para observar estas aves esbeltas, de tamaño considerable. Su color rosado, más o menos intenso según los componentes de su dieta, les da un aspecto de ave exótica, salida de una leyenda o una fábula contada por Esopo o Kipling. En verano, los flamencos todavía están ahí. En otoño, algunos ejemplares emigran para pasar los meses más fríos en las cálidas tierras africanas, pero otros se quedan y pueden observarse en Doñana durante todo el invierno. Entonces, es el momento de los ánsares (gansos), que dan lugar a magníficos espectáculos naturales cuando atraviesan las marismas en perfecta formación en dirección a las dunas de Doñana, donde tragan arena para que les ayude a digerir las raíces marismeñas de que se alimentan. También es impactante oír su potente vozarrón, que en esos momentos llena el cielo de este espacio natural. El invierno también es la mejor época para ver las anátidas (patos), que en grupos infinitamente numerosos vienen del norte de Europa para quedarse durante la temporada fría en la apetecible Doñana.
Muy cerca de Sevilla, en la Isla Mayor, fuera de los límites del Parque y a pocos kilómetros de la Puebla del Río, está la Reserva Natural Concertada de la Cañada de los Pájaros. Aunque se trata de una laguna artificial creada sobre una gravera, es un buen sitio para observar a todas estas aves de forma concentrada. Además de los flamencos o las cigüeñas blancas, destacan las distintas especies de anátidas. Entre ellas, están las amenazadas la cerceta pardilla y la malvasía cabeciblanca (un gracioso pato buceador de cabeza blanca y pico azulón).
Las dunas son uno de los elementos distintivos de Doñana
Las dunas son uno de los elementos distintivos de Doñana (Andoni Canela)

Ya dentro del Parque, un buen lugar para la observación de aves son la recuperada marisma Gallega y, más al sur, en la desembocadura del Guadalquivir, las Salinas de Bonanza. En este último lugar, habilitado como observatorio de aves, con diferentes puntos destinados al avistamiento de las distintas especies que se encuentran aquí, se pueden realizar sencillas rutas a pie (en este momento, debe consultarse la accesibilidad). Allí, se pueden contratar los servicios de guías que nos ayuden a identificar las especies que vamos viendo según la estación del año.
No muy lejos, dentro del término municipal de Sanlúcar de Barrameda, está el pinar de la Algaida, que presenta otro de los hábitats típicos de Doñana: los bosques de pino piñonero. También hay pinos cerca del Centro de Visitantes de El Acebuche, situado entre El Rocío y la urbanización costera de Matalascañas. Este, uno de los cinco centros que hay en el Parque, es conocido por acoger el Centro de Cría en Cautividad del lince ibérico, el mamífero estrella del Parque, que, después de muchas décadas en serio peligro de extinción, ha iniciado una tímida, muy tímida, recuperación.
Otro de los hábitats destacados de este espacio natural son las dunas de las que hablábamos, que, con una sola mirada, te transportan al desierto del Sáhara: sinuosas montañas de arena, a veces de carácter móvil (cambiante a causa del tiempo y los elementos naturales como el viento), que se encuentran muy cerca del mar. El espacio de transición entre las dunas y las marismas es conocido como la vera. Pero también destaca otro hábitat como el bosque mediterráneo, con sus consabidos alcornoques y dehesas, que acogen corzos y ciervos, los cuales, durante el otoño, protagonizan espectáculos naturales tan impactantes como la berrea.
En el centro de El Acebuche, por ejemplo, hay espacios expositivos que muestran las características de estos distintos hábitats. También es interesante saber que la Estación Biológica de Doñana ofrece las imágenes en directo de la naturaleza y los linces criados en cautividad a través de sus cámaras, a las cuales nos podemos conectar online:
La red de 15 parques nacionales españoles
La red de 15 parques nacionales españoles (Miteco)

Consejos imprescindibles para una visita feliz

En ningún caso debemos olvidar que nos encontramos en áreas naturales protegidas y que siempre se han de seguir una serie de normas aplicables también a otros enclaves: llevarnos toda la basura que generemos, no alterar ningún elemento natural (plantas, animales, rocas, cursos de agua...), no realizar fuego de ningún tipo (tener cuidado con las colillas, que siempre debemos guardar), no circular con nuestro vehículo por zonas no permitidas, no pernoctar dentro de los límites del parque...
También es esencial mantener una actitud de respeto hacia la fauna que vive allí y hacia los otros visitantes: no dar voces o poner música a todo volumen, tener en cuenta la normativa sobre mascotas, evitar las aglomeraciones o mantener las distancias. Por supuesto, también hay que evitar cualquier acción temeraria que nos ponga en peligro a nosotros o a nuestros acompañantes.
Es fundamental planear las rutas de acuerdo a nuestra forma física, ir bien equipados (calzado, indumentaria, protección solar y/o de lluvia, hidratación, etc.) y tener información sobre el recorrido, respetando los caminos marcados y tomando en cuenta las previsiones meteorológicas. En algunos casos, no está de más informar o consultar nuestros planes con el centro de información pertinente. Allí, podremos conocer la normativa específica del parque donde nos encontramos o del momento que vivimos.

Las tres anteriores entregas de la serie sobre parques nacionales españoles del Magazine Lifestyle fueron las siguientes:

  

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