Sacristía de Bodegas Emilio Lustau, del Grupo Caballero. Foto J. F. Ferrer
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Era casi una leyenda que dos familias de origen extranjero, los Domecq que llegaron de Francia y el linaje británico de los Osborne eran prácticamente las dueñas del vino de Jerez. Ambas familias, que mantienen ciertos rasgos de identidad porque abundaban entre los actuales portadores del apellido los ojos azules y el pelo rubio además de un inconfundible aire aristocrático, habían lanzado al mundo un vino especial, sin comparación con ningún otro, y que era el aperitivo preferido por los sibaritas, especialmente en el Reino Unido. Los sibaritas del siglo pasado, eso sí.
Es verdad que esa pudo ser la realidad hace varias décadas, cuando los Beatles dejaban su firma en las barricas de algunas afamadas bodegas, pero desde apenas 30 años el panorana ha dado un giro espectacular hasta el punto de que el Marco de Jerez, la zona de producción de los vinos que se extiende por varios municipios próximos a la ciidad que le da nombre genérico, se enfrenta a un masivo arranque de viñedos, las bodegas han cambiado de manos a ritmo frenético en los últimos diez años y los mercados se están perdiendo ante la fuerte competencia de vinos lejanos pero con gran empuje de calidad y marketing.
Para empezar, Domeqc y Osborne y sus empresas respectivas ya no se reparten el negocio del vino. De hecho, Domecq vendió las bodegas al grupo multinacional Pernod Ricard que a su vez luego quiso desprenderse de ellas sin éxito porque le daban números rojos a su balance, quizás en un intento de volver a sus origenes franceses, mientras Osborne, la firma del toro arraigada en El Puerto de Santa María, ha optado por diversificar sus productos, lanzarse a la comerciación de jamón ibérico, agua mineral y vino tinto producido fuera de Jerez para mantenerse en los mercados.
Otros clásicos como González Byass mantiene Tío Pepe y el negocio familiar como puede mientras otros dos empresarios, Luis Caballero (quien empezó en Jerez con el negocio del ponche) y el inefable José María Ruiz Mateos se están convirtiendo en los nuevos amos del negocio. Eso sí, un negocio con muchos problemas. Todos ellos, salvo la firma Garvey de Ruiz Mateos se enfrentan ahora, como amenaza añadida con una multa millonaria de la Comisión Nacional de la Competencia por supuestas prácticas anticompetitivas y que según los empresarios pueden dar la puntilla deficitiva al sector.
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Y es que los principales problema con que se vienen encontrando los vinos de jerez son dos: Hay más competencia en el mercado y los jóvenes apenas lo consumen. Para muchos, incluso en España, es el gran desconocido y hasta en Andalucía, su mercado más cercano, su consumo se reduce para gran cantidad de personas a las ferias locales, frecuentemente mezclado en el popular 'rebujito' que viene a ser como mezclar un gran Rioja con gaseosa: una vulgaridad y un despilfarro, pero que los bodegueros lo ven con buenos ojos porque ayuda a dar salida a excedentes.
Esto se debe a que se han llegado a alamacenar 260.000 botas que no encontraban salida en el mercado cuando las ventas apenas llegaban a 100.000 (cada bota contiene unos 600 litros de vino). Eso a su vez ha llevado a que los viticultores que cuidaban primorosamente las viñas durante décadas se hayan apuntado al arranque de viñedos porque las bodegas a las que habitualmente vendían su uva ya no contaban con ellos.
Arranque de viñedos
Lo cierto es que desde el gran apogeo comercial de los años 80 se ha pasado de una superficie cercana a las 23.000 hectáreas de plantaciones en unos pagos de albarizas privilegiadas, las tierras que permiten que la viña y la uva sea la idónea para producir el vino de Jerez, que se obtiene básicamente a partir de la variedad Palomino a cultivar apenas una tercera parte del terreno.
El arranque subvencionado ha llevado a que en la actualidad se calcule que quedan unas 8.800 hectáreas que según los planes se quedarán en 8.000, pero hay quien piensa que en un futuro apenas se superarán las 4.000, si no se remedia la pérdida de mercados. Las bodegas más afamadas han procedido a arrancar viñas de su propiedad en los últimos años y encuentran en la diversificación de productos su posibilidad de negocio y los pequeños viticultores se deshacen del viñedo porque en muchos casos llevan años sin cobrar su uva.
Las ayudas este año en que finaliza esta etapa de arranque se sitúan entre 6.300 y 8.600 euros por hectárea, según rendimiento, aunque en 2008 primer año de la última reconversión se llegaron a pagar más de 10.000 euros cuando se inició en 2008, cuando se contabilizaban 10.500 hectáreas de viñedo en el Marco.
Los vinos de Jerez son únicos y se dividen en varios tipos: Generosos, generosos de licor, dulces naturales, manzanilla (de Sanlúcar de Barrameda) y vinos especiales (básicamente por cuestión de edad). Generosos son Fino (el más conocido en España) Amontillado, Oloroso, Palo Cortado; generosos de licor, Pale Cream, Medium y Cream; dulces naturales: Pedro Ximenez (ahora muy promocionado) y Moscatel.
Por Olatz Ruiz from elmundo.es 13/11/2010
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