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Se fabrica sin madera, sin agua, sin cloro y requiere un 50% menos de energía para su producción que el papel convencional (aunque el tradicional utiliza un 35% de biomasa para tal fin). Al resultar más caro, está orientado al uso industrial.
Piedra, papel o tijera, papelera. Esta frase que hemos entonado todos en alguna ocasión para decidir con los hermanos o los amigos quién tenía que limpiar la mesa o ir a por palomitas, adquiere ahora un nuevo significado. Llega a Europa el primer papel hecho de piedra, que se fabrica sin madera, sin agua y sin cloro. TerraSkin está hecho de polvo mineral (un 80 por ciento carbonato cálcico) y un 20 por ciento de resina no tóxica.
Para la obtención de este material, se tritura piedra caliza, yeso o mármol hasta convertirlo en un polvo muy fino y blanco, con lo que no requiere ser blanqueado con cloro o con algún tipo de ácido. Después, «se le añade un 20 por ciento de polietileno para obtener la granza de este papel, que es transportada por su calentamiento y posterior extrusión», explica Ignacio Schmidt, fundador de Emana Green, distribuidor de TerraSkin en Europa. Además, «para su producción –prosigue– requiere un 50 por ciento menos de energía y un 30 por ciento menos de tinta, al no tener fibra, que el papel convencional».
Ahora bien, cabe recordar que «el sector papelero cada vez utiliza más la biomasa para la producción de papel. En España el 35 por ciento de la energía que se utiliza es con biomasa. Se aprovechan los restos madereros para este fin», explica Félix Romero, responsable de Bosques de WWF.
Para producir una tonelada de papel piedra se necesitan 800 kg de CACO3 y 200 de resina de Polietileno de Alta Densidad (HDPE) , parcialmente reciclado. Es decir, que, al parecer (aunque se suele perder algo en cualquier proceso), no se desperdicia nada. Es reciclable, reutilizable y se degrada con una exposición al sol de entre tres y nueve meses. Y en caso de incinerarlo, emite un 50 por ciento menos de CO2 que el papel convencional (salvo que las papeleras utilicen biomasa).
Al contenedor amarillo
A pesar de todas estas ventajas, lo cierto que es este papel «es más caro que el convencional, ya que es una tecnología nueva. Por ello, estará en un principio orientado al uso industrial, al ser muy competitivo en cuanto al precio de los papeles técnicos o en comparación con las películas de papel y plástico que requieren ser resistentes al agua, a los hongos, etcétera», añade Schmidt.
No se recicla en el contenedor azul, sino en el de los plásticos (el amarillo). «Al ponerse en el azul, el 80 por ciento de TerraSkin (CaCO3), un ingrediente común en el papel en pequeñas dosis, se recicla regularmente con la fibra de papel. El 20 por ciento restante (HDPE) será eliminado fuera del circuito como residuo. En cambio, al colocarse en el amarillo, se puede aprovechar, ya que el CaCO3 tiene la gran cualidad de no contaminar el ciclo de reciclaje del PE, de ahí que sea mejor depositarlo en el contenedor amarillo», asegura Schmidt.
Pero a pesar de lo novedoso que es, lo cierto es que «lo más importante es reducir el consumo y apostar por productos que utilizan materiales renovables», explica Romero. «Las plantaciones bien gestionadas dan empleo y por ende tienen una función social en el medio rural. Usamos productos no renovables, pero hay que basar la tecnología de futuro en productos que sean renovables porque si no se agotan», añade.
Por Belén Tobalina from larazon.es/noticias 20/11/2010
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