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Que el planeta gira sobre sí mismo y alrededor del sol es algo que costó sangre, sudor y lágrimas demostrar (que se lo pregunten al pobre Galileo). Que diariamente se producen cientos de incidentes que alteran ese movimiento es algo que todavía nos resulta extraño, pero igualmente sucede.
El Tsunami que azotó las costas del sureste asiático en 2004 o el terremoto de Chile en febrero del año pasado fueron cataclismos tan traumáticos para la corteza terrestre que los expertos no tardaron en declarar que habían afectado a la rotación del planeta. Pero si hay una especie capaz de alterar el frágil equilibrio de cuanto toca, ese es el hombre. En China, el funcionamiento de la presa más grande del mundo ha forzado también un cambio en la forma de girar de nuestro planeta. ¿A qué nos exponemos?
A nada. Aunque en un titular suene muy impactante decir que los días serán más cortos porque un terrorífico seísmo ha alterado la trayectoria terrestre, la realidad (por suerte) es que ni los más preocupados notarán cambio alguno en la hora en que se pone y despierta el sol.
Miguel Sevilla, vicedirector del Instituto de Astronomía y Geodesia del consejo Superior de Investigaciones Científicas y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, defiende que estos fenómenos no tienen mayor trascendencia, aparte de los cuantiosos daños materiales y humanos que provocan. “Dicho así parece asombroso, pero es algo que sucede todos los días. El eje de rotación está continuamente moviéndose y no se puede predecir”.
Según el experto, existen muchos otros determinantes más fuertes que diariamente influyen en este movimiento, como la acción del núcleo terrestre o las mareas, “y no les damos importancia”.
El principio por el que este hecho sucede es la concentración o el desplazamiento de grandes cantidades de masa en poco tiempo. Un gran volumen disperso por una gran amplitud reduciría la velocidad de rotación de la Tierra, mientras que una fuerte concentración de masa en un punto concreto la aumentaría.
Es lo que ocurre en la mayor presa hidroeléctrica del mundo, situada en el curso del río Yangtsé, en la región de Hubei, China central. El gigante de hormigón conocido como las Tres Gargantas, a su máxima capacidad, retiene el agua a 91 metros sobre el nivel del propio río y contiene aproximadamente 39.300 millones de metros cúbicos de agua en una superficie de 632 km cuadrados.
Estamos hablando de un peso aproximado de 42.000 millones de toneladas concentradas en una extensión muy reducida (en términos planetarios), suficiente para alterar el curso terrestre como si de un nuevo terremoto se tratara.
Según expertos de la NASA, por culpa de Las Tres Gargantas la Tierra ha alterado su rumbo apenas 2 centímetros desde su eje, lo que supone un incremento de las horas de luz de 0,06 milésimas de segundo.
Una prueba fehaciente de que no debemos preocuparnos porque el día de mañana nos despertemos y el sol haya decidido no salir a su hora y de que, como dice el catedrático Miguel Sevilla, sirva para fijarnos en cuestiones “muchísimo más importantes”, “como los efectos que tienen en las personas, edificios y en la naturaleza”.
Por Julio Hernández Fuentes: theenergylibrary.com, paniaguagomez.es - lainformacion.com 29/08/2011