El Fondo Monetario Internacional (FMI) se mostró muy preocupado por el impacto de un fallo de la Corte Suprema estadounidense que el lunes se negó a revisar una decisión anterior sobre la deuda argentina.
El caso gira en torno a los llamados "holdouts", un grupo de tenedores de bonos argentinos que insisten en que el gobierno de Buenos Aires reconozca la totalidad de la deuda adquirida con ellos, sin tener en cuenta las reestructuraciones que se acordaron después del "default" argentino en 2001. Un fallo previo en Estados Unidos obliga a Argentina a tener en cuenta a los "holdouts".
Mexico, Brasil y Francia habían acompañado a Argentina en su pedido ante la Suprema Corte estadounidense, para lo que también recibió el apoyo de la Cumbre de los G77 y China el domingo.
Todo en vano. Ni la misma voz del gobierno de Barack Obama sirvió para que el dictamen de los jueces estadounidenses este lunes dejara de empujar a Argentina al borde del default técnico y abriera un pesado signo de interrogación sobre el futuro de la deuda soberana.
Ricos y pobres
La decisión del Tribunal Supremo se produce en un mundo inundado de deuda estatal y privada.
No se trata solamente de países en desarrollo.
Un gigantesco estudio comparativo de la consultora McKinsey Global Institute mostró que en 2009 la deuda total de Japón –privada y pública– era de un 471% de su Producto Interno Bruto (PIB), seguido por el Reino Unido con un 466% y Estados Unidos con "apenas" un 300%.
El problema es particularmente grave hoy para la deuda estatal de algunos países de la eurozona.
En Grecia la deuda supera el 170% del PIB. En Italia es el 130%. En Portugal el 120%.
Según un execonomista del FMI, Brett House, hoy en el Centre for International Governance Innovation (CIGI), el fallo de la Corte Suprema dificultará las reestructuraciones de deuda soberana del futuro.
"En una nueva restructuración de deuda, los inversores tendrán mucho menos incentivo para aceptar quitas o negociar algún tipo de acuerdo. La situación previa en la que si no participaban de la restructuración podían terminar no cobrando nada se ha transformado en una situación en la que se le tiene que pagar a todos los acreedores, hayan participado o no de la reestructuración", indicó a BBC Mundo.
Deudores del mundo
En los últimos 35 años hubo más de 70 cesaciones de pagos y reestructuraciones en el mundo (unas 21 en Africa, 24 en América Latina y el Caribe, 11 en Asia y Medio Oriente, 8 en Europa).
En la década de 1980 fueron los países de América Latina disparados por la crisis en México: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica y República Dominicana se encontraron entre los más afectados.
Según la agencia calificadora Moody's, en los últimos 15 años hubo 36 reestructuraciones de deuda.
En Europa la crisis fue un retoño del estallido financiero de 2008 que obligó a cuatro intervenciones de la llamada Troika (Banco Central Europeo, Unión Europea y Fondo Monetario Internacional) para evitar cesaciones de pagos.
Según Jonathan Stevenson de Jubilee Debt Campaign, una organización europea que busca un nuevo acuerdo internacional sobre la deuda soberana, hay un imperativo económico- social esencial para la reestructuración.
"Hay un momento en que la deuda se vuelve impagable. Cuando un país deja de crecer debido a la deuda, se toca ese momento y la reestructuración es la única vía para salir del problema", indicó a BBC Mundo Stevenson.
El caso de Grecia es claro. El nivel de deuda en relación al PIB cuando comenzó la crisis era poco más del 120%.
Dos rescates y varios programas de ajuste más tarde, el nivel de deuda en relación al PIB es del 170% a pesar de la reestructuración de su deuda el año pasado.
Los privilegios del Primer Mundo
Una visión apocalíptica es que todo el mercado de deuda soberana sufrirá el impacto de la decisión de la Corte Suprema estadounidense.
Pero según Lauren Phillips, especialista en deuda soberana de la London School of Economics, el impacto dependerá del poder político que haya detrás.
"Habrá un impacto mayor en la deuda de países que solo ahora estaban ingresando en el mercado financiero internacional como las naciones africanas. No será lo mismo en la Unión Europea en los que hay fuertes instituciones detrás como el Banco Central Europeo que le darán suficiente tranquilidad a los inversores", señaló a BBC Mundo.
A pesar de que son los países desarrollados, con Japón a la cabeza (y la aislada excepción de Zimbawe), los que tienen los niveles de deuda pública más alta, su poder de fuego económico y político los vuelve más inmunes.
A esto se añade que la experiencia de Argentina ha contribuído a desarrollar una nueva ingeniería financiera en torno a la emisión de bonos.
En la reestructuración de deuda griega el año pasado los nuevos bonos incluían una cláusula por la que los inversionistas aceptaban que, en caso de una reestructuración del bono, este resultaba válido para todos los inversionistas si el 75% aceptaba el nuevo acuerdo.
Si los bonos argentinos hubieran tenido esta cláusula los llamados Fondos Buitre no habrían podido avanzar con la causa por esa vía.
¿Soluciones a la vista?
En un sistema financiero que no se ha destacado por su estabilidad y previsibilidad en los últimos años, la deuda soberana se ha convertido en una fuente adicional de problemas que hizo temblar recientemente a la poderosísima Unión Europea.
Según la Jubilee Debt Campaign para avanzar hacia un sistema financiero más racional se necesita un sistema de quiebras soberanas similar al que rige en Estados Unidos para los estados.
"Tenemos que terminar este sistema de la selva que existe hoy. Necesitamos hallar un sistema justo y transparente para que los inversores y los deudores puedan solucionar sus problemas. Este sistema existe para la deuda corporativa y también para la deuda pública a nivel municipal o de estados. No hay ninguna razón por la que no pueda existir para las naciones", indicó a BBC Mundo.
La razón suele ser menos decisiva en la resolución de problemas de lo que se piensa.
La propuesta para una quiebra de la deuda estuvo en el candelero durante la crisis desatada por la cesación de pagos de Argentina en 2001.
El economista de CIGI Brett House participó de esas discusiones desde el FMI, pero la idea de una bancarrota de los estados fue finalmente rechazada hacia 2003 por Estados Unidos y algunos países emergentes.
Sin embargo, el mismo House, opina que se puede llegar a este objetivo de manera gradual.
"Después de las discusiones que hubo no creo que haya quedado voluntad política para reiniciar todo el debate una vez más. Pero se puede avanzar por ejemplo,... con la confección de cláusulas de la deuda emitida que contemplen la reestructuración o en la creación de foros de deudores y acreedores. Todo esto allanaría el camino para llegar naturalmente a una ley de bancarrotas de estados", indicó a BBC Mundo.
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