¿Puede el tiempo congelarse frente a nuestros ojos?
Un día, un hombre vio el tiempo detenerse, y lo que le ocurrió a él revela que todos nosotros podemos experimentar estos trucos del tiempo.
Todo comenzó como un dolor de cabeza pero muy pronto se volvió más extraño. Simon Baker entró al baño con la esperanza de que una ducha tibia podía aliviar el dolor. "Miré hacia arriba, hacia la ducha, y era como si las gotas de agua se hubiesen detenido en el aire".
Donde uno ve el agua caer como una corriente borrosa, él podía ver cada gota frente a él, deformadas por la presión del aire. El efecto, recuerda, era muy similar a la forma en que viajaban las balas en las películas de Matrix. "Era como una película de alta velocidad, pero en cámara lenta".
Al otro día Baker fue al hospital, donde los doctores encontraron que había sufrido un aneurisma.
La experiencia pasó pronto a un segundo plano ante la más inminente amenaza para su salud, pero en un encuentro posterior con su neurólogo Baker mencionó lo que le había pasado.
El neurólogo, Fred Ovsiew, de la Universidad Northwestern en Chicago, recuerda lo impactado que quedó ante las vívidas descripciones del paciente.
"Era una persona brillante, muy elocuente", dice Ovsiew, quien escribió sobre la experiencia de Baker en la publicación NeuroCase (la identidad de Baker fue cambiada, como ocurre en los casos de estudio, por lo que ése no es su nombre real).
Más rápido, más lento, detenido
Es fácil de sumir que el tiempo fluye a un mismo ritmo para todos, pero experiencias como la de Baker muestra que la corriente continua de sucesos que experimenta nuestra conciencia es una ilusión frágil, tejida por la inteligencia de nuestro cerebro para editar imágenes.
Pero al estudiar casos extremos, los investigadores demuestran cómo y por qué el cerebro juega estos trucos temporales y, en ciertas circunstancias, ellos sugieren que todos nosotros podemos experimentar estas distorsiones del tiempo.
Aunque el de Baker es quizás el caso más dramático, se pueden hallar una sorpresiva cantidad de relatos similares en la literatura médica.
Existen informes de aceleraciones de tiempo -llamado fenómeno "zeitraffer"- y también de otras experiencias más fragmentadas llamadas "akinetopsia", en donde el movimiento se detiene momentáneamente.
Por ejemplo, una mujer de 61 años recuerda que un día regresaba a su casa en el tren, cuando las puertas de su vagón se cerraron en cámara lenta, igual que el movimiento de los otros pasajeros.
Un hombre de 58 años en Japón parece, por su parte, haber experimentado un momento de su vida como una película mal doblada; en una conversación, sintió que las voces que lo rodeaban no estaban sincronizadas con las caras que las originaban.
El neurólogo Ovsiew piensa que puede haber muchos casos que no se han reportado: "Debido a que es un fenómeno pasajero, puede ser a menudo ignorado".
Cronómetro propio
Estas experiencias son casi siempre acompañadas por problemas como epilepsia o derrames cerebrales.
Baker solo tenía 39 años cuando vivió ese fenómeno que parece haber sido causado por un vaso sanguíneo que comenzó a sangrar cuando él estaba levantando cajas muy pesadas. El resultado fue un parche relativamente grande de daño neuronal en el hemisferio derecho. "En los escáners se ve como si tuviera un cigarro en mi cabeza" bromea Baker.
¿Pero por qué Baker experimentó esa sensación en la ducha? Los estudios que tratan de saber qué parte del cerebro es la responsable de nuestra percepción del tiempo podrían arrojar algunas pistas.
Un interés en particular ha sido depositado en el área de la corteza visual llamada V5. Esa región, que se encuentra en la parte de atrás del cráneo, es conocida desde hace tiempo por detectar el movimiento de objetos, pero quizás tenga un rol más importante en la medición del paso del tiempo.
Cuando Domenica Buete y sus colegas en el Hospital Universitario de Lausanne, Suiza, pasaron por el área un campo magnético para anular su actividad, los pacientes encontraron difícil hacer dos cosas: tuvieron problemas de seguir el movimiento de los puntos en una pantalla, pero también les fue difícil estimar por cuánto tiempo habían aparecido alguno de los puntos.
Una explicación para estas dificultades es que nuestro sistema de percepción de movimiento tiene su propio cronómetro, que graba cuán rápido se mueven los objetos frente a nuestros ojos. Pero cuando un daño cerebral interrumpe este proceso, el mundo se detiene.
Para Baker, entrar a la ducha pudo haber exacerbado el problema, ya que el agua caliente pudo haber atraído la sangre del cerebro hacia las extremidades del cuerpo, alterando aún más el proceso cerebral.
Negativos
Existe otra posibilidad, no todos los pacientes que han experimentado distorsiones en la percepción del tiempo han sufrido algún daño en el área V5, por lo que otros eslabones en la cadena de percepción del tiempo en el cerebro pueden también jugar su papel.
Otra explicación proviene del descubrimiento de que nuestro cerebro registra sus percepciones en imágenes autónomas, como los negativos de un rollo fotográfico.
"El cerebro sano reconstruye la experiencia y pega los diferentes negativos", dice Rufin Van Rullen del Centro Francés del Cerebro y la Investigación Cognitiva de Toulouse.
"Pero si el daño cerebral destruye el pegamento, uno puede ver solo negativos".
Todos podemos experimentar nuestra normal percepción sufriendo distorsiones ocasionalmente. Por ejemplo, si usted observó alguna vez a un auto pasar a otro en una autopista, las ruedas parecen estar fijas. Esto ocurre porque los negativos intermitentes de nuestro cerebro no pueden capturar el movimiento de la rueda en su totalidad.
Y aquellos que han consumido LSD suelen ver "rastros visuales" que siguen detrás de los objetos que se mueven, como los rastros de las balas de Matrix. VanRullen sospecha que eso ocurre porque el cerebro, de alguna forma, superpone esos negativos sensoriales en lugar de renovar la imagen.
Vida o muerte
Informes del tiempo deteniéndose son también comunes en los accidentes graves. En un estudio con gente que estuvo cerca de morir en un accidente, más del 70% dice haber sentido que los eventos ocurrieron en cámara lenta.
Algunos investigadores creen que se trata simplemente de un truco de la memoria, debido a que la emotividad de las emociones nos lleva a recordar más detalles, por lo que pensamos que todo duró más. Pero las descripciones suenan muy similares a las de los pacientes neurológicos.
Valtteri Arstila de la Universidad de Turku, Finlandia, indica que muchos de esos sujetos también registran pensamientos anormalmente veloces. Como un piloto, que a punto de sufrir un accidente aéreo en la Guerra de Vietnam, recuerda: "cuando la nariz del avión colapsó, recuerdo haber pensado, en unos tres segundos, una docena de acciones necesarias para recuperar la altitud del avión".
Repasando los casos de estudio y la investigación científica sobre la materia, Arstila concluye que existe un mecanismo automático, que es disparado por las hormonas del estrés, que puede acelerar el proceso interno en el cerebro para que pueda lidiar con una situación de vida o muerte.
"Nuestros pensamientos y el inicio de nuestros movimientos se vuelven más rápidos, pero porque estamos operando más rápido, el mundo exterior parece volverse más lento".
Es incluso posible que algunos atletas puedan entrenar deliberadamente para crear una distorsión temporal cuando la necesiten: los surfistas, por ejemplo, pueden a menudo ajustar su ángulo en una milésima de segundo para mantenerse sobre la ola cuando el agua los rodea.
"Obligado a hablar"
Para Baker, la experiencia fue única, y luego de la cirugía para extraer los vasos sanguíneos dañados, ha experimentado una recuperación completa.
El cree que en cierta forma ese evento lo benefició. Antes era un poco taciturno, particularmente frente a extraños, pero ahora esa timidez ha desaparecido.
"Fue más que solo una sensación de sentirse más extrovertido, de golpe sentí obligado a hablar". Ovsiew añade que la mujer de Baker dice que está "más calmado, más hablador, y más amigable en eventos sociales".
La impresión del tiempo congelado a su alrededor, le ha dado también una nueva concepción de la fragilidad de nuestras experiencias conscientes.
"Fue un ejemplo concreto de cómo algo muy localizado en una parte del cerebro puede cambiar toda la percepción de tu mundo".
"En un minuto uno está bien, en el otro uno está en una realidad alterada".
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