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El sonido de los dedos martilleando los teclados de las computadoras retumba en una oficina llena de centenares de jóvenes ingenieros. En sus cubículos de paredes bajas, estos ingenieros examinan circuitos en sus pantallas y esbozan los diseños de los nuevos teléfonos inteligentes.
Así es como se hacen los celulares más baratos del mundo.
Las instalaciones son propiedad de Shanghai Wingtech Communications, que cuenta entre sus clientes a muchas de las marcas de smartphones de más rápido crecimiento del mundo, incluyendo las chinas Xiaomi, Huawei y Meizu y la india Micromax.
El mercado de teléfonos inteligentes chino se ha transformado en los últimos años. Hasta hace poco estaba lleno de imitaciones poco fiables, conocidas como shanzhai o “fortaleza de la montaña” en chino. Ahora el país tiene un creciente número de marcas fuertes que puedan competir a nivel global, poniendo presión sobre grandes fabricantes como Samsung Electronics. Mientras tanto, muchos de los fabricantes de shanzhai han cerrado sus puertas.
Una de las razones detrás de este cambio es la maduración de lo que se ha llamado la cadena roja de suministro, una red de suministro de teléfonos inteligentes más baratos que involucra a más fabricantes chinos de componentes y firmas manufactureras que la cadena tradicional de suministro de electrónica. La mejora en la calidad de estos proveedores—como Wingtech, Shanghai Huaqin Telecom Technology y Longcheer Holdings—ha ayudado a las marcas chinas a reducir la brecha tecnológica con fabricantes globales sin dejar de competir en precio.
Aunque las marcas globales de teléfonos inteligentes como Apple también hacen la mayoría de sus teléfonos en fábricas chinas, confían más a menudo en contratistas taiwaneses como Foxconn y proveedores de componentes más internacionales.
El ascenso de la cadena roja de suministro es una de las razones detrás de un auge mundial de los smartphones baratos en todo el mundo, desde India a Brasil. Si rastrea el origen de la cadena de suministro de un teléfono barato en cualquier parte, y verá que en muchos casos termina en China.
Wingtech comenzó en 2006 como una de las muchas casas chinas de diseño independientes (IDH, en la jerga de la industria) que vendían diseños de aparatos telefónicos a clientes que luego los comercializaban con sus propias marcas. Estos IDH impulsaron el crecimiento inicial de la industria de teléfonos inteligentes de China, ya que ayudaron a cientos de nuevas empresas con poca experiencia móvil a construir sus propios teléfonos inteligentes en pocos meses. Estos primeros smartphones chinos tenían muchos problemas de calidad, y muchos eran imitaciones o marcas sin nombre.
En 2008, Wingtech dio el salto a la fabricación y abrió su propia fábrica. Se convirtió en un fabricante de diseño original (ODM, por su sigla en inglés), lo que significa que ofrece a los clientes una línea de servicios desde el diseño hasta la fabricación e incluso algún servicio postventa. Desde entonces, ha pasado de tener un centenar de clientes a sólo un puñado—las marcas chinas e indias más grandes. Se dice que sus principales clientes son Xiaomi, que utiliza Wingtech como su contratista para el ensamblaje de su línea de teléfonos de bajo costo Redmi, y otro de los principales fabricantes de celulares de China, Huawei.
“No somos sólo un fabricante por contrato como Foxconn”, dijo Deng Anming, gerente estratégico de Wingtech. “Nuestra competitividad principal es nuestra capacidad de investigación y diseño.”
Una portavoz de Meizu dijo que Wingtech era un verdadero socio que ofrece precios competitivos. Xiaomi, Huawei y Lenovo declinaron hacer comentarios. Micromax no respondió a una solicitud de comentarios.
Actualmente, Wingtech sólo apuesta en grande. El mercado de fabricación de teléfonos inteligentes por contrato es muy competitivo, y los contratistas obtienen pequeños márgenes de ganancia. Además, después de años de crecimiento vertiginoso, el mercado de teléfonos inteligentes de China ha alcanzado la saturación y comenzado a encogerse.
Un producto que fracasa puede fácilmente significar muchas pérdidas. Deng dijo que la compañía se compromete a hacer un teléfono para un cliente sólo si piensa que se convertirá en un éxito de ventas, ya que la gran escala es lo que le permite negociar los precios de sus componentes y ampliar su margen de ganancia. En 2014, Wingtech tuvo una ganancia neta de alrededor de US$14,6 millones y un margen neto del 2,2% según un documento presentado por la bolsa de valores de su empresa matriz.
Hace poco, The Wall Street Journal realizó un recorrido por el centro de investigación y fábrica de Wingtech en la ciudad industrial de Jiaxing, cerca de Shanghai. Wingtech no permitió sacar fotos de algunas áreas debido a la confidencialidad del cliente.
Diseño:
Como la mayoría de los fabricantes por contrato, Wingtech hace mucho más que fabricar dispositivos. Trabaja con los clientes para diseñar productos, ofreciendo costos más bajos, debido a su gran escala, de lo que sus clientes podrían lograr por hacerlo todo por su cuenta.
Wingtech se trasladó en febrero a una nueva sede en Shanghai, en donde trabajan cerca de 600 empleados. El edificio blanco tiene pisos abiertos llenos de jóvenes ingenieros sentados frente a sus computadoras. Cada uno de ellos está abocado a un paso específico del desarrollo de teléfonos inteligentes.
Gran parte del trabajo se lleva a cabo fuera de miradas indiscretas. Los proyectos secretos de los grandes clientes como Xiaomi, Huawei, Lenovo, Meizu y Micromax se realizan detrás de puertas cerradas, más allá del salón principal de la compañía.
Los contratistas chinos como Wingtech pueden ayudar a los clientes a desarrollar un nuevo modelo de smartphone en sólo seis meses.
Pruebas:
Una vez que se define el diseño, vienen las pruebas de fiabilidad. Piense en un “American Ninja Warrior” para teléfonos. Antes de que se lo considere listo para la línea de montaje, cada teléfono es sometido a todo tipo de pruebas en este centro especialmente construido para ello por Wingtech a un costo de US$2 millones.
Los teléfonos son conectados a una computadora que abre y cierra cada aplicación una y otra vez durante varias horas para comprobar si hay problemas técnicos. Las pantallas de los aparatos parpadean sin cesar, como si el aparato estuviera poseído. Después, los aparatos son sometidos un examen visual—una serie de diagramas similares a ilusiones ópticas y gráficos de colores—para probar el foco y la captura de color de sus cámaras. Hay una prueba de caída, una prueba de calor, una prueba en frío, una prueba de presión, una prueba de humedad. Los teléfonos están atrapados dentro de un dispositivo que parece como los que se usan para hacer las resonancias magnéticas, el cual mide la fuerza de la señal, atados a la cabeza de un maniquí para ver si la cabeza o la mano del usuario inhibirán el sonido.
Fabricación:
A una hora del centro de investigación y desarrollo de Shanghai se encuentra la fábrica de Wingtech. Como cualquier típica fábrica de electrónica china, se encuentra en un parque industrial en las afueras de la ciudad y es en sí misma una pequeña ciudad para sus empleados. Los 9.000 trabajadores viven en los dormitorios en el predio, y la empresa tiene una sala de cine, un café de Internet y otras instalaciones recreativas para ayudar a retener a los trabajadores. La alta tasa de rotación de personal es un problema perenne para las fábricas de electrónica de China. Los trabajadores jóvenes con frecuencia abandonan el trabajo debido a su carácter monótono.
Wingtech fabrica en el lugar sus propios circuitos y algunas otras partes como la carcaza de los teléfonos inteligentes. Estos procesos de fabricación de componentes han sido siempre altamente automatizados en toda la industria. Los paneles de circuitos vacíos se deslizan por un túnel largo, en donde distintas máquinas van aplicando cada uno de los diminutos componentes del panel en la posición correcta. Un robot comprueba que todo está alineado correctamente antes de las partes sean soldadas en un horno. En otro edificio mucho más ruidoso, maquinarias pesadas cortan y moldean el metal y el plástico.
Luego viene el ensamblaje final, por mucho, el paso más intensivo de mano de obra. Los trabajadores pasan por un túnel de viento para eliminar todo residuo externo antes de que puedan entrar en la planta de ensamblaje llevando sombreros y protectores de zapatos. Diversos sombreros de colores separan a los trabajadores regulares de montaje de los jefes de equipo y los funcionarios superiores.
El montaje final de los smartphones todavía se realiza principalmente a mano, aunque Wingtech y otros como Foxconn han estado tratando e automatizar más partes del proceso. La dificultad radica en los cortos ciclos de vida de los productos de los teléfonos inteligentes y los movimientos más delicados que son necesarios para poner todas las piezas juntas hacen que una línea de ensamblaje totalmente automatizada sea demasiado costosa como para implementarse.
Pero hay pequeños avances. Por ejemplo, Wingtech añadió este año una máquina que prueba el conector de audio de cada teléfono en la línea de montaje. Antes, un trabajador escuchaba cada teléfono de forma manual.
A partir de ahí, los dispositivos son empacados y enviados fuera de la fábrica. El año pasado, Wingtech vendió cerca de 50 millones de unidades de celulares por contrato, dice Deng, aunque sólo algunos fueron fabricados por la empresa. La fábrica de Wingtech tiene capacidad para fabricar 2,5 millones de teléfonos al mes, y subcontrata la producción a otras fábricas si tiene exceso de pedidos.
Join In (Holding) Co., una empresa china de bienes raíces que cotiza en bolsa, adquirió el mes pasado el 51% de Wingtech.
Aunque la industria de teléfonos inteligentes de China se enfrenta este año retos como el de un mercado saturado, Deng dice que es optimista a medida que nuevas marcas de celulares chinos están saliendo al extranjero.
“La industria de teléfonos inteligentes de China está entrando en una edad de oro”, dijo.
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