Una mujer pasea delante de un anuncio de Tinder en febrero en Berlin,
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Tinder... Si eres hombre partes en desventaja, que lo sepas. Pero puedes hacer algo para aumentar tus posibilidades: estudiar.
Este artículo va a defender una tesis (que ya has visto en el titular). Cuando la leas, vas a pensar el clásico, pues qué novedad, Retina. Y no te faltará razón. La diferencia está en que esta vez son científicos sociales los que se han puesto manos a la obra para demostrarlo. La tesis principal es la siguiente: las mujeres en Tinder son más selectivas que los hombres.
Así, al menos en esta app, muestran mayor preferencia por los hombres con una educación superior. En cambio, a los hombres ni les importa tanto el nivel de estudios ni les intimidan las mujeres con una educación elevada. Los investigadores belgas tampoco encuentran indicios de que hombres y mujeres tiendan a buscar posibles parejas con niveles similares de educación.
El doctor holandés de Ciencias Económicas de la Universidad de Gante (Bélgica), Stijn Baert, junto con el trabajo de dos alumnos suyos, Brecht Neyt y Sarah Vandenbulcke, llevaron a cabo un estudio que supuso la evaluación de 3.600 perfiles en la red social. La forma de llevarlo a cabo fue de todo menos simple: para el estudio se crearon 24 perfiles ficticios (12 para cada sexo) en varias ciudades de Flandes, la parte flamenca de Bélgica. A cada uno de ellos se les adjudicó un nivel de educación determinado, de los cuatro establecidos, que aparecerían en la pantalla principal del perfil en Tinder. Los cuatro niveles se correspondían con estudios de Administración de Empresas. Se asignó dos licenciaturas (bachelor) de tres años en Office Management y Business Management, y otras dos de nivel posgrado (máster) de cuatro y cinco años de duración (Public Administration and Management y Business Engineering, respectivamente. Los autores del estudio descartaron introducir niveles más bajos a la educación universitaria para evitar confusiones. Cabe destacar que en Flandes, el titulo de máster se obtiene en universidades, mientras que el de bachelor se concede en los llamados colleges, que tienen menos prestigio.
Todos los perfiles tenían una edad de 23 años. Y claro, queda solucionar el aspecto del atractivo físico. Los tres autores se agenciaron 32 imágenes distintas (16 para cada sexo) y las sometieron a votación en Amazon Mechanical Turk (una plataforma de crowdsourcing que se usa para encargar trabajos simples y de bajo precio que requieren un cierto nivel de inteligencia humana). 493 usuarios votaron su nivel de atractivo. ¿Qué nombres usaron? Los que más se estilaban allá por 1995.
Este procedimiento permitió a los tres autores concluir que los niveles educativos solo tienen una importancia considerable si son las mujeres las que evalúan a los hombres. A estos, simple y llanamente, les da más igual el nivel educativo. Estas conclusiones están en línea con anteriores estudios económicos que sostienen que los hombres no se muestran intimidados ante mujeres con un mayor nivel educativo, como el llevado a cabo por Stephen Whyte y Benno Torgler. Este documento apuntaba que los hombres tomaban en consideración menos variables que las mujeres en las citas online pero que, curiosamente, una vez rondaban los 60 años, los hombres se hacían más selectivos que las mujeres.
Un par de datos
Buscar relaciones en Tinder hace tiempo que dejaron de constituir una anécdota. La compañía es propiedad de Match.com, y ya es la principal app para citas del mundo y proporciona a Match el 50% de su facturación, con una valoración de 10.000 millones de dólares. En 2018 contaba con más de 100 millones de descargas y más de 10 millones de usuarios activos diarios en 190 países que han efectuado 30.000 millones de matches desde 2012.
En su paper, los autores dejan claras dos cosas: en primer lugar, que desconocen las razones por las que se producen estas preferencias. “Desconocemos si este efecto ha sido impulsado porque las mujeres prefieren una pareja inteligente, una pareja con un estatus más alto, una pareja con un potencial de ganancias superior u otra razón distinta a las anteriores. En segundo, que el matchen Tinder es eso, un match. Solo supone una pequeña muestra del interés o del potencial comienzo de una relación. “Por lo tanto, los resultados no pueden ser generalizados en el comportamiento posterior de la pareja”, si bien sí consideran que son resultados “interesantes” y las comparan con estudios anteriores que comparan esta situación a la que se produce cuando un posible empleado recibe una propuesta para una entrevista de trabajo: conseguir una entrevista de trabajo no te da el trabajo, pero te da más opciones de lograrlo que si no te entrevistan.
Algortimos
El 'ELO score'
Tinder cuenta con un algoritmo de emparejamiento que el llamado ELO Score, un sistema de puntuación que se le otorga a cada usuario para ordenar y destinar los matches según lo que el algoritmo considera. No se sabe bien qué criterios sigue, aunque la empresa afirma que el algoritmo pondera los filtros elegidos por el usuario, los rangos de distancia, género, preferencias de edad, además de otros factores críticos como la distancia entre usuarios y la frecuencia de uso de la aplicación. También se sabe que premia a las nuevas incorporaciones y que te muestra objetivos de una escala de puntuación parecida a la tuya.
El modo de funcionamiento de Tinder, de todos modos, sigue siendo una incógnita. Lo que está claro es que la desigualdad que se da en la aplicación es más pronunciada que la de las rentas. Según un estudio de hace ya un par de años sobre el que escribió nuestro compañero Nuño Rodrigo, Tinder es más desigual que el 95% de los países del mundo, solo superada por algunos paraísos de la igualdad de oportunidades como Sudáfrica, Namibia, Angola, Guinea Ecuatorial o Haiti. En el caso de los chicos el 20% de ellos recibe un 80% de los likes. En el de las chicas, aunque la probabilidad de recibir un like es más alta, la distribución es también desigual: el 22% de ellas recibe el 78% de los likes.
A partir de estas cifras se calcula la distribución de la renta (los likes) y el índice de Gini, la medida más usada en economía para medir su distribución. Un índice 0 sería igualdad perfecta y 1, desigualdad perfecta (una persona tiene el 100% de la renta). El índice Gini de Tinder queda en un 0,51; España tiene 0,35; EE UU, 0,41, más que ningún Estado de la UE. Partiendo, también de esta distribución se puede inferir la posición de cada uno en el mundo Tinder. La ventaja de ellas es clara; en un cruce aleatorio es 6,2 veces más probable que él pinche en like a que lo haga ella. Este estudio, en todo caso, no es demasiado científico: ni fue publicado en ninguna revista ni su método (preguntar de forma anónima vía, precisamente, Tinder) ni el tamaño de la muestra serían aceptables.
¿Cómo funciona?
Venga, nos vamos a creer que nunca lo has usado, así que te explicamos brevemente cómo va. Se basa en tres criterios: preferencia sexual, edad mínima y máxima de las parejas potenciales y radio de búsqueda. Al usuario se le mostrarán perfiles que cumplan con estos tres requisitos. Pueden aceptarlos o rechazarlos. Existe también la posibilidad de un Superlike, con el que el otro usuario recibe una notificación instantánea. Esto no sucede con un like normal. Solo en el caso de que los dos usuarios se den like (o superlike) mutuamente, podrán comenzar una conversación
Por
Guillermo Vega
29 JUL 2019 - 11:45
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