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Miles de trabajadores van a la huelga en el sur del país para pedir aumentos salariales.
Miles de trabajadores han ido a la huelga en los últimos días en fábricas del sur de China para pedir aumentos salariales y mejores condiciones laborales, según han informado sendas organizaciones no gubernamentales de defensa de derechos de los trabajadores situadas fuera de China continental.
Alrededor de 1.000 empleados de la empresa taiwanesa Jingyuan Computer, que fabrica componentes para Apple, LG e IBM en Shenzhen (provincia sureña de Guangdong), decidieron parar esta semana, después de que la dirección les exigiera que trabajasen horas extras desde las seis de la tarde hasta las doce de la noche, según ha informado China Labor Watch (CLW). La organización con sede en Nueva York asegura que cientos de policías y antidisturbios fueron movilizados el martes, cuando los trabajadores bloquearan una autopista para rechazar las largas jornadas laborales.
La plantilla afirma que ya trabajaba habitualmente entre 100 y 120 horas suplementarias al mes, y que han sufrido un alto número de accidentes laborales, despidos en masa de trabajadores mayores y abusos verbales por parte de los encargados, según la misma fuente. La huelga acabó después de que la dirección prometiera reducir el número de horas extras.
La semana pasada, unos 7.000 empleados del fabricante de calzado también taiwanés Yue Cheng, en Dongguan (provincia de Guangdong), fueron a la huelga en contra de los recortes salariales y el despido el mes pasado de 18 encargados, según ha informado China Labour Bulletin (CLB), organización con sede en Hong Kong. La compañía, que fabrica para marcas como New Balance, Adidas y Nike, dijo que habían sido despedidos debido a la caída de los pedidos, pero uno de los encargados ha asegurado que la razón real es que la empresa prevé trasladar la producción a la provincia de Jiangxi para compensar los crecientes costes laborales en el delta del río Perla.
Alrededor de 200 empleados de la empresa de lencería de Hong Kong Top Form, también en Shenzhen, pararon entre el 16 y el 22 de noviembre en protesta por los bajos salarios y los objetivos “inalcanzables” de producción fijados, según CLW, mientras que unos 2.000 trabajadores de otro fabricante de calzado taiwanés, Stella, también han paralizado la producción este mes por los planes de traslado y discrepancias sobre indemnizaciones.
La ola de paros, en un país en el que los sindicatos independientes están prohibidos, se produce cuando muchas empresas en la industrializada provincia de Guangdong tienen que hacer frente a una ralentización de la demanda global de sus productos y la creciente competencia de las provincias del centro y oeste del país, que están desarrollándose rápidamente y emplean mano de obra local que antes solía emigrar. Según algunos analistas, se trata de la mayor serie de protestas laborales que se produce en China desde las registradas el año pasado en compañías que suministran componentes a las automovilísticas japonesas.
El crecimiento económico chino, aunque continúa siendo muy fuerte, se ha ralentizado en los últimos meses. El producto interior bruto (PIB) aumentó un 9,1% en el tercer trimestre respecto al mismo periodo del año anterior, frente a un alza del 9,5% en el segundo trimestre; por un lado, a causa de la crisis económica en Europa y Estados Unidos; por otro, debido a las medidas tomadas por las autoridades chinas para frenar la inflación.
El grupo financiero HSBC aseguró este miércoles que el índice PMI (Purchasing Manager’s Index) –un buen indicador de la actividad manufacturera, ya que refleja la compra de bienes y servicios- ha alcanzado su valor más bajo desde marzo de 2009, lo que ha hecho temer que la locomotora china esté perdiendo fuelle. El valor preliminar registrado -48 en noviembre, frente a 51 en octubre- sugiere que el sector manufacturero se ha contraído este mes. Un índice por encima de 50 significa que la actividad está en expansión, mientras que si está por debajo señala contracción. La cifra definitiva será anunciada la semana que viene. HSBC, sin embargo, ha dicho que Pekín aún tiene espacio de maniobra, ya que puede relajar la política monetaria para impulsar la demanda doméstica, una vez que parece haber contenido la inflación.
El Gobierno sabe que se mueve en un entorno delicado. El viceprimer ministro Wang Qishan advirtió el fin de semana pasado que la recesión global ha llegado para quedarse, y que la debilidad de la demanda externa afectará a la economía china, dada su fuerte dependencia de las exportaciones. Wang insistió en que Pekín tiene que resolver “problemas estructurales”, lo cual pasa, como dicen desde hace años las autoridades, por disminuir la dependencia del comercio exterior e impulsar el consumo interno. “La clave es comprender la situación y poner la casa en orden”, afirmó.
Por José Reinoso - Pekín - from elpais.com 24 NOV 2011
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