martes, 15 de marzo de 2022

Gas natural, petróleo y ahora los chips: Taiwán se enfrenta al mal holandés del siglo XXI

Un microchip hecho en Taiwan. Foto de iStock


  • El 36% de todas las exportaciones de Taiwán en 2021 fueron chips
  • La industria busca trabajadores a la desesperada y detrae recursos de otros sectores
  • El dólar taiwanés se ha apreciado más de un 10% desde que comenzó el covid


Si hay una economía que ha salido más fuerte que ninguna otra de la crisis del covid-19 es sin duda Taiwán. Esta isla situada a 180 kilómetros al este de China logró un crecimiento de más del 3% en 2020, cuando el resto del mundo caía en la recesión más profunda en años. En 2021, pese a no tener nada que 'recuperar', el PIB creció un poderoso 6,4%, nada que envidiar al rebote de las economías que salían de la crisis. En 2022 se espera que Taiwán siga creciendo por encima del 4%. El crecimiento agregado desde 2020 de esta isla no tiene parangón a nivel mundial. Sin embargo, Taiwán se enfrenta a una amenaza que ha generado importantes trastornos en otras economías a lo largo de la historia.

Con estos datos envidiables lo lógico sería pensar Taiwán tiene un brillante futuro por delante, pero lo cierto es que esta isla al este de China corre el riesgo de sufrir el fenómeno conocido como mal holandés o caer en una especie de economía a dos velocidades si los sectores que no se benefician directamente de la industria ganadora mantienen cierto hermetismo en lo que a precios y costes se refiere. Esta vez no es el gas natural (como le sucedió a los Países Bajos en los 60), el petróleo o los diamantes (recursos naturales), el desencadenante no es una materia prima, sino los escasos y valiosos chips semiconductores tan necesarios en un mundo cada vez más digital.

Todo a los chips

La economía de Taiwán ya dependía con intensidad de las exportaciones de semiconductores antes de la pandemia, pero la crisis del covid ha convertido a estos microchips en algo mucho más valioso. Estos pequeños circuitos integrados han reportado millones de dólares en beneficio para la economía taiwanesa, fortaleciendo su moneda y elevando los salarios, pero también generando la posibilidad de que los sectores no relacionados con los semiconductores paguen un alto precio o caigan a una suerte de economía de segunda o tercera clase.

Las exportaciones de circuitos integrados, que incluyen chips semiconductores, han crecido un 20,9% interanual en 2021 y suponen ya más de un 36% de todas las exportaciones del país, según datos publicados por ING. "La demanda mundial de semiconductores es alta y Taiwán es el mayor proveedor del mundo. Creemos que esta tendencia no cambiará hasta que la demanda disminuya, lo que es poco probable que suceda en 2022, puesto que los chips para los automóviles todavía escasean", aseguran desde el banco holandés.

El peso de cada componente en las exportaciones de Taiwán. Atlas of Economic Complexity

Según datos del Atlas of Economics Complexity de Harvard, en 1995 los circuitos integrados suponían el 5% de todas las exportaciones de Taiwán, unos 6.000 millones de dólares. Ahora, los chips representan más del 30% de las exportaciones y suman unos 130.000 millones de dólares en exportaciones. El dólares, la venta de chips al exterior se ha multiplicado por 20, generando un impacto similar al que puede tener un descubrimiento de petróleo, gas u otra materia prima en la balanza comercial de un país.

Este éxito está llevando a la industria electrónica taiwanesa a buscar trabajadores a la desesperada, ofreciendo unos salarios que no tienen parangón en otros sectores que no han salido bien parados de la pandemia. Este es el caso de los servicios y otras ramas de la industria, y que ahora corren el riesgo sufrir el impacto de una divisa demasiado fuerte, de unos salarios con los que no pueden competir y de la pérdida de competitividad.

El dólar taiwanés se aprecia contra el dólar de EEUU

En una editorial reciente de uno de los periódicos más importantes de Taiwán se explicaba esta dicotomía que sufre la economía desde que comenzó el boom de los chips: el sector de la electrónica, principalmente la fabricación de chips, se ha convertido en un peso pesado en la economía del país, en términos de exportaciones y producción. Contribuyó con alrededor del 80% de la producción manufacturera total de la nación, mientras que los productos químicos, los metales básicos, las piezas de automóviles y las máquinas herramienta constituían el 20% restante. Una o dos décadas antes, las contribuciones de los sectores eran casi uniformes.

Los chips lo están copando todo. Una economía poco diversificada siempre es más vulnerable a un cambio de aires. Si aparece una nueva tecnología o por los motivos que sea los chips dejan de ser relevantes (y demandados), la economía taiwanesa sufrirá las consecuencias al igual que los países que concentran todo su tejido productivo en la producción del petróleo sufren cuando el precio del crudo cae.

Ahora se está generando una economía a dos velocidades que puede tener consecuencias peligrosas. Durante los primeros 11 meses del año pasado, los salarios mensuales de los empleados del sector de componentes electrónicos aumentaron un 11,66% interanual, superando el crecimiento general del 6,22% de la industria manufacturera y el aumento del 0,97% del sector de servicios.

Salarios disparados y desiguales

Los salarios de los empleados de los fabricantes de componentes electrónicos también fueron aproximadamente un 50% más altos de media que los de la industria manufacturera general y un 59% más altos que los del sector de servicios. "Tales cambios en la estructura económica y la distribución de ingresos de la nación explican por qué muchas personas no se benefician del boom de los microchips".

Además, la elevada demanda trabajadores de esta industria electrónica obliga al resto de industrias y sectores a mejorar sus condiciones para atraer al personal necesario para seguir produciendo. Esto eleva los costes de unas empresas cuya demanda no se ha visto beneficiada por el auge de los chips, lo que reduce su competitividad a nivel global.

Enfermedad holandesa

A estos mayores costes hay que sumarle el impacto de la los chips sobre el dólar taiwanés. El crecimiento de las exportaciones y la entrada de inversión extranjera para ampliar la capacidad de producir microchips ha llevado a que la divisa local de Taiwán se aprecie alrededor de un 13% desde mínimos de 2019, encareciendo en términos relativos todos los bienes y servicios que produce Taiwán. Los chips pueden esquivar con facilidad la apreciación de la divisa dada su creciente demanda y la rigidez de la misma en estos momentos (no existe forma de reemplazar esos chips a corto plazo). Esta situación es la que genera el riesgo de sufrir la enfermedad holandesa.

El mal holandés suele asociarse principalmente al descubrimiento o explotación de un recurso natural valioso (petróleo, gas, diamantes) que en un principio reporta grandes beneficios al sector en cuestión y a la economía en general, pero a medio plazo genera consecuencias nocivas producto de un fortalecimiento excesivo de la divisa, un auge general de los salarios (pérdida de competitividad en muchos sectores) e inflación.

Desde el banco de inversión francés Natixis han realizado un extenso informe sobre la economía taiwanesa en el que destacan que las exportaciones de Taiwán alcanzaron un récord en 2021 con una tasa de crecimiento del 29%. Los ingresos corporativos crecieron un 16% en 2021, no solo respaldados por la floreciente industria de los semiconductores, sino también por el transporte y otros materiales.

Estos expertos destacan que la boyante situación de la economía, provocada principalmente por el sector de los chips, puede suponer una amenaza en el corto y medio plazo: "Pese a las buenas perspectivas de la economía, Taiwán corre el riesgo de sufrir la enfermedad holandesa o generar una economía a dos velocidades".

Economía a dos velocidades

Esta divergencia en el crecimiento ha comenzado a afectar los salarios y la inflación. Los sectores relacionados con el comercio mundial (semiconductores y transporte marítimo) han disfrutado de un alto crecimiento salarial, mientras que el sector de servicios se encuentra en un universo paralelo, aseguran desde Natixis.

Por otro lado, este fenómeno genera al principio un auge de la demanda agregada que presiona al alza los precios de los alimentos, impulsando también la inflación subyacente, lo que a su vez tiene un impacto sobre el poder adquisitivo de los trabajadores que se encuentran en sectores que no están disfrutando de los aumentos de salarios.

Este fenómeno también está relacionado con el precio de otros activos. Por ejemplo, el precio de la vivienda ha subido un 15% en 2021 impulsado por un aumento del crédito hipotecario, lo que ha llevado a los reguladores a tomar medidas para reducir la exposición de la banca a este sector. La vivienda sube para todo el mundo, aunque los salarios solo avanzan en un sector.

Todos los datos macroeconómicos dejan a Taiwán como uno de los grandes ganadores en términos económicos a nivel mundial, sin embargo la muerte de éxito es algo común en todos los campos y en la economía no es diferente. "Taiwán está bien posicionado para aprovechar las oportunidades no solo en los semiconductores, sino también en los vehículos eléctricos y el metaverso. Aún así, la perspectiva positiva oculta el riesgo inminente de una enfermedad holandesa o una economía de dos velocidades", advierten desde Natixis.