Occidente ha sembrado la semilla de una creciente reacción a las sanciones en los mercados emergentes. Estados Unidos diseñó las amplias restricciones que impuso a Rusia por su invasión de Ucrania para permitir que Europa se abasteciera de la energía que necesita, y está coordinando las entregas de gas para ayudar a mantener las luces encendidas. Ahora, la Casa Blanca se ha dado cuenta tardíamente de los brutales efectos secundarios que las medidas están teniendo en las naciones más pobres.
El subsecretario del Tesoro estadounidense, Wally Adeyemo, reconoció el problema el martes, señalando que los aliados deben trabajar juntos para hacer frente a los desafíos de la seguridad alimentaria mundial. Ucrania y Rusia representan el 38% de las exportaciones mundiales de trigo, y Rusia es uno de los principales exportadores de fertilizantes, con una quinta parte del mercado en algunos casos. Las naciones en desarrollo que lucharon contra la pandemia se enfrentan ahora a una crisis alimentaria que podría desestabilizar a sus Gobiernos.
Las exenciones y las soluciones provisionales, métodos tradicionales para conceder ayuda a los países atrapados en el fuego cruzado diplomático, podrían ser menos eficaces esta vez, dado el amplio alcance de las sanciones y la complejidad de los vínculos comerciales, agravados por los problemas logísticos, ya que los transportistas luchan contra las malas condiciones de seguridad y las dificultades para asegurarse.
Una opción es comprar a granel. Los países ricos podrían subvencionar el suministro de trigo y asegurarse de que llega a importadores vulnerables como Turquía, Egipto y Líbano. India cuenta con un enorme excedente y está bien situada para cubrir parte de la brecha. Australia también podría ayudar.
Pero es más difícil coordinar una solución para los fertilizantes, cuya escasez podría reducir a la mitad el rendimiento de las cosechas; el aumento de los precios del gas natural, un insumo clave, ha llevado a empresas como la noruega Yara a reducir la producción. Washington podría tener que garantizar clientes para persuadir a esta empresa y a otras, como la canadiense Nutrien, de 50.0000 millones de euros, el mayor productor de otro tipo de nutriente para los cultivos, la potasa, para que aumenten su producción.
Incluso antes de la invasión de Ucrania, Estados Unidos estaba revisando su dependencia de las sanciones. La administración del presidente Donald Trump multiplicó por diez el número de entidades que se enfrentan a represalias. Los efectos secundarios están empezando a enemistar a Gobiernos extranjeros que, de otro modo, serían cordiales y que la Casa Blanca necesita para objetivos políticos globales más generales. La congelación de las divisas de Rusia también les animará a reducir la dependencia del dólar y del sistema financiero estadounidense. Si hay demasiada dejadez con las sanciones, estas acabarán por perder el filo.
UNA GALANI
1 ABR 2022 - 07:44 CEST
https://cincodias.elpais.com/cincodias/2022/03/31/opinion/1648722072_303743.html