jueves, 31 de octubre de 2024

Cómo los medicamentos contra la obesidad cambiarán nuestra relación con la comida

 


Los alimentos que tenemos disponibles tienen un gran contenido calórico

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Estamos en la era de los medicamentos para bajar de peso.

Es probable que las decisiones acerca del uso de estos medicamentos definan nuestra salud en el futuro e incluso el aspecto que pueda llegar a tener nuestra sociedad.

Y como están descubriendo los investigadores, también están derribando la creencia de que la obesidad es simplemente una falla moral de los que tienen una voluntad débil.

Los medicamentos para bajar de peso ya están en el centro del debate nacional en países como Reino Unido, donde el nuevo gobierno sugirió que podrían ser una herramienta para ayudar a que las personas obesas dejen de recibir beneficios y vuelvan a trabajar.

Ese anuncio (y las reacciones que generó) es un claro reflejo de nuestras opiniones personales sobre la obesidad y lo que se debe hacer para abordarla.

Aquí hay algunas preguntas que me gustaría plantear al lector.

¿Es la obesidad algo que las personas se provocan a sí mismas y simplemente se requiere tomar mejores decisiones en la vida? ¿O es un fracaso social con millones de víctimas que necesita leyes más estrictas para controlar los tipos de alimentos que comemos?

¿Son los medicamentos eficaces para bajar de peso la opción sensata en una crisis de obesidad? ¿Se están utilizando como una excusa conveniente para eludir la gran cuestión de por qué tanta gente tiene sobrepeso?

Hay pocas condiciones médicas que susciten un debate tan acalorado.

¿Qué creemos sobre la obesidad?

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Millones de personas alrededor del mundo sufren al no bajar de peso a pesar de sus esfuerzos con dieta y ejercicio.

No puedo resolver todas esas preguntas por los lectores; todo depende de sus puntos de vista personales sobre la obesidad y el tipo de mundo en el que desean vivir. Pero mientras piensan en ello, hay algunas cosas más que deben considerar.

La obesidad es muy visible, a diferencia de afecciones como la presión arterial alta, y desde hace mucho tiempo viene acompañada de un estigma de culpa y vergüenza. La gula es uno de los siete pecados capitales del cristianismo.

Ahora, veamos la semaglutida, que se vende bajo la marca Wegovy para bajar de peso. Imita una hormona que se libera cuando comemos y engaña al cerebro haciéndole creer que estamos llenos, reduciendo nuestro apetito para que comamos menos.

Lo que esto significa es que, solo con cambiar una hormona, "de repente cambias toda tu relación con la comida", dice el profesor Giles Yeo, científico de la obesidad de la Universidad de Cambridge.

Y eso tiene todo tipo de implicaciones para cómo pensamos la obesidad.

También significa que para muchas personas con sobrepeso hay una "deficiencia hormonal", argumenta el profesor Yeo, lo que les deja biológicamente más hambrientos y vulnerables a ganar peso que alguien que es delgado de forma natural.

Esto probablemente fue una ventaja hace 100 años o más, cuando los alimentos eran menos abundantes, algo que llevó a la gente a consumir calorías cuando estaban disponibles por la incertidumbre de no saber si habría comida mañana.

Un arma contra las enfermedades

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La semaglutida está ayudando a miles de personas contra la diabetes tipo 2, pero además puede ayudar a reducir el riesgo coronario y la apnea del sueño.

No ha habido cambios profundos en nuestros genes en el último siglo, pero el mundo en el que vivimos ha hecho que sea más fácil ganar peso con el aumento de alimentos baratos y ricos en calorías, tamaños de porciones cada vez mayores y pueblos y ciudades que hacen que sea más fácil conducir que caminar o andar en bicicleta.

Estos cambios despegaron en la segunda mitad del siglo XX, dando lugar a lo que los científicos llaman el "entorno obesogénico", es decir, uno que anima a las personas a comer de forma poco saludable y a no hacer suficiente ejercicio.

Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada ocho personas a nivel mundial vive con obesidad.

Wegovy puede ayudar a las personas a perder alrededor del 15% de su peso corporal inicial antes de que los beneficios se estabilicen.

A pesar de que constantemente se le etiqueta como un “medicamento para adelgazar”, esto podría ayudar a alguien que pesa 127 kilos a bajar a 107 kilos. Desde el punto de vista médico, eso mejoraría su salud en áreas como reducir el riesgo de ataque cardíaco, la apnea del sueño y la diabetes tipo 2.

Pero la doctora Margaret McCartney, médica de cabecera de Glasgow, advierte: "Si seguimos poniendo a la gente en un entorno obesogénico, solo vamos a aumentar la necesidad de estos medicamentos para siempre".

Por el momento, el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido planea prescribir los medicamentos sólo durante dos años debido al costo. La evidencia muestra que cuando se terminan las inyecciones, el apetito regresa y el peso vuelve a subir.

"Mi gran preocupación es que no se tiene en cuenta la cuestión de evitar que las personas tengan sobrepeso", dice la doctora McCartney.

Entornos que promueven la obesidad

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Aunque no se conoce a ciencia cierta cuáles son los efectos de estos medicamentos a futuro, su uso se ha popularizado en muy poco tiempo.

Sabemos que el entorno obesogénico comienza temprano. La OMS dice que en 2022, al menos 37 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso.

Y sabemos que afecta a las comunidades más pobres más fuertemente que a los más ricos, en parte debido a la falta de disponibilidad de alimentos baratos y saludables en esos distritos menos prósperos.

Pero a menudo existe una tensión entre mejorar la salud pública y las libertades civiles. Puedes conducir, pero tienes que usar el cinturón de seguridad; se puede fumar, pero con impuestos muy altos y restricciones de edad y de dónde se puede fumar.

Así que aquí hay algunas cosas más que el lector debe considerar. ¿Deberíamos también abordar el entorno obesógeno o simplemente tratar a las personas cuando empieza a dañar su salud? ¿Debería el gobierno ser mucho más duro con la industria alimentaria, transformando lo que podemos comprar y comer?

¿Deberíamos animarnos a volvernos japoneses (un país rico con poca obesidad) y comer comidas más pequeñas basadas en arroz, verduras y pescado? ¿O deberíamos limitar las calorías de las comidas preparadas y las barras de chocolate?

¿Qué pasa con los impuestos al azúcar o a la comida chatarra? ¿Qué pasa con las prohibiciones más amplias sobre dónde se pueden vender o publicitar alimentos ricos en calorías?

El profesor Yeo dice que si queremos un cambio "tendremos que hacer concesiones en alguna parte; vamos a tener que perder algunas libertades".

Medidas

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Se cree que las medidas sociales contra la obesidad han tenido algún efecto sobre las tasas de obesidad infantil. Pero los resultados son lentos.

En Inglaterra, ha habido iniciativas oficiales contra la obesidad. Catorce de ellas a lo largo de tres décadas y con muy poco que mostrar.

Incluían campañas de cinco días al día para promover el consumo de frutas y verduras, etiquetado de alimentos para resaltar el contenido calórico, restricciones a la publicidad de alimentos poco saludables para los niños y acuerdos voluntarios con fabricantes para reformular los alimentos.

Pero aunque hay indicios provisionales de que la obesidad infantil en Inglaterra puede estar empezando a caer, ninguna de estas medidas alteró lo suficiente la dieta nacional como para cambiar el rumbo de la obesidad en general.

Existe una escuela de pensamiento que sostiene que los medicamentos para bajar de peso pueden incluso ser el evento que desencadene el cambio en nuestras comidas.

"Las empresas de alimentos obtienen ganancias, eso es lo que quieren; el único rayo de esperanza que tengo es que si los medicamentos para bajar de peso ayudan a muchas personas a resistirse a comprar comida rápida, ¿puede eso iniciar el cambio parcial del entorno alimentario?", se pregunta el profesor Naveed Sattar, de la Universidad de Glasgow.

A medida que los medicamentos para bajar de peso estén cada vez más disponibles, pronto será necesario decidir cómo se utilizarán y cómo encajan en nuestro enfoque más amplio sobre la obesidad.

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Los sistemas de salud de los países del mundo han buscado diversas fórmulas para lidiar con el aumento en las tasas de obesidad.

Por el momento sólo estamos sumergiendo los dedos de los pies en el agua. Hay un suministro limitado de estos medicamentos y, debido a su enorme costo, están disponibles para relativamente pocas personas y por un corto tiempo.

Se espera que eso cambie dramáticamente durante la próxima década. Nuevos medicamentos, como la tirzepatida, están en camino, y las compañías farmacéuticas perderán sus protecciones legales –las patentes–, lo que significa que otras compañías podrán fabricar sus propias versiones más baratas.

En los primeros días de los medicamentos para bajar la presión arterial o las estatinas para reducir el colesterol, eran caros y se prescribían a pocos. Actualmente, son millones de personas los que los toman..

El profesor Stephen O'Rahilly, eminencia en la investigación de la obesidad y las enfermedades metabólicas, dice que la presión arterial se atajó mediante el uso de una combinación de fármacos y cambios sociales: "Hicimos pruebas de detección de la presión arterial, aconsejamos niveles bajos de sodio [sal] en los alimentos y desarrollamos medicamentos baratos, seguros y eficaces para la presión arterial”.

Esto es, dice, lo que debe suceder con la obesidad.

Más preguntas que respuestas

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A pesar de que actualmente son difíciles de conseguir, se espera que haya un crecimiento sostenido de la producción de este tipo de medicamentos

Todavía no está claro cuántos de nosotros terminaremos tomando medicamentos para bajar de peso. ¿Será sólo para quienes son muy obesos y corren riesgo médico? ¿O será preventivo para evitar que las personas se vuelvan obesas?

¿Durante cuánto tiempo se deben tomar medicamentos para bajar de peso? ¿Debería ser de por vida? ¿Qué tan ampliamente deberían usarse en niños? ¿Importa si las personas que consumen estos medicamentos siguen comiendo comida chatarra no saludable, pero menos?

¿Con qué rapidez se debe adoptar el uso de medicamentos para bajar de peso cuando todavía no conocemos los efectos secundarios de su uso prolongado? ¿Estamos de acuerdo con que personas sanas los tomen exclusivamente por motivos estéticos? ¿Podría su disponibilidad privada ampliar la brecha de obesidad y salud entre ricos y pobres?

Tantas preguntas pero, hasta el momento, pocas respuestas claras.

"No sé dónde va a terminar esto: estamos en un momento de incertidumbre", afirma el profesor Naveed Sattar.


  • James Gallagher
  • Título del autor,Corresponsal de salud y ciencia, BBC News

La ONU advierte del 'apocalipsis alimentario' ante la desaparición de algunos alimentos en 2050



  • El trigo y el café, entre los alimentos con más riesgo de 'extinción'
  • La FAO propone alternativas como la cría de insectos y el cultivo masivo de algas



El café, el plátano, la miel, el cacao... e incluso el vino. Estos serían algunos de los alimentos que podrían desaparecer dentro de 25 años, al menos tal y como los conocemos, según la Organización de las Naciones Unidas. Un 'apocalipsis alimentario' resultado de la combinación entre las consecuencias del cambio climático y el significativo aumento de la población mundial.

Durante este mismo año, la industria del cacao ya ha dado sus primeros avisos con cosechas deficitarias que han provocado que el chocolate haya incrementado su precio en los últimos meses en hasta un 70%, alcanzado así máximos históricos. Como origen, las variaciones del clima que han ocasionado cambios en los patrones de lluvia inundando las plantaciones de cacao, situación que afecta en gran medida a las producciones y además hace proliferar enfermedades en la planta. Se suma también el envejecimiento de los árboles de cacao que cada año reducen las cosechas. No obstante, los disparados precios del chocolate han sido consecuencia de igual manera de la alta demanda surgida desde hace unos años.

De la misma manera, los efectos del cambio climático irán afectando paulatinamente al suelo fértil del planeta. Así lo confirma la sección de Alimentación y Agricultura de la ONU (FAO), cuando incide en la necesidad de aplicar políticas de cambio reales, ya que "el principal problema al que tendremos que hacer frente es la degradación de nuestros suelos. La población mundial sigue aumentando mientras destruimos cada vez más tierra vegetal. Si se permite que esto continúe, no quedará suficiente tierra fértil para alimentar a una población mundial en aumento", por lo que resulta fundamental encontrar el camino hacia una alimentación sostenible.

Y es que las estimaciones hablan de un crecimiento de la población mundial de alrededor del 30% de cara a 2050, de los 7.000 millones de habitantes actuales a los casi 10.000 millones. FAO advierte: la producción alimentaria deberá entonces incrementarse entre un 50% y un 100% para abastecer a toda la población. ¿Será eso posible teniendo en cuenta el general desgaste de la tierra agrícola del planeta?

Al 16% del suelo fértil le queda menos de 100 años

La complejidad del suelo terrestre y sus diferentes propiedades no es homogéneo de todo el planeta; el clima, las precipitaciones, la erosión... son factores determinantes para considerar una tierra fértil o no. Lo que sí es común a todos los suelos 'útiles' es la capa superior que necesita cualquier cultivo para crecer, que es donde se almacenan los nutrientes y el agua. En condiciones normales, esta capa suele ocupar los primeros 30 centímetros del subsuelo, y por el uso puede aumentar su tamaño o volverse más fina. Y este segundo caso es el que más está afectando a las tierras agrícolas, con cosechas cada más más escasas y débiles.

Bien es cierto que a raíz de este fenómeno es posible calcular la vida 'últi' de los suelos. Según un estudio publicado en 2020 y avalado por el Centro Medioambiental de la Universidad de Lancaster, en Reino Unido, al 16% de la tierra fértil le quedan menos de 100 años de utilidad, y otro 40% podría ser eficiente hasta los próximos 10.000 años.

Sin embargo, el fallo viene cuando la FAO revela que el 70% de los cereales y granos que se cultivan en naciones desarrolladas tiene como objetivo ser el alimento de los animales de granja, y de la misma manera el 50% de las plantas que se cultivan en EEUU también se destinan a tal uso. Así existe un riesgo importante de que se reduzca la producción agrícola, y en casos extremos que desaparezca totalmente, y en consecuencia se incrementen de manera sustancial algunos básicos de la cesta de la compra.

El futuro del trigo, café, chocolate y vino

Es el caso concreto del trigo, cuya producción es posible que se reduzca en un 25% en las próximas décadas. El mismo camino podrían tomar otros alimentos de primera necesidad como el arroz o el maíz, dada la costumbre actual por apostar por variantes de estas híbridas y mucho menos resistentes.

Aunque si hay un alimento que corre especial riesgo, ese es el café: el Instituto de Climatología de Australia advierte de su posible desaparición para 2080 dados los esperados futuros cambios climáticos que provocaran falta de lluvias y aumento de temperatura. El mismo organismo cree que todos estos elementos "climáticos extremos podrían ir erosionando progresivamente la calidad del café y, en consecuencia, aumentando los precios".

Mismos argumentos de la Universidad de California para explicar la falta de cacao más allá del 2060, quien además añade el efecto de un modelo de explotación en masa (como ocurre también por ejemplo con el aguacate) que ya está acabando con grandes terrenos del árbol del cacao, como ocurre en Costa de Marfil, donde ya han desaparecido el 80% de los bosques de la zona en los últimos 50 años.

Por su parte, la producción de vino también podría verse afectada por todos estos cambios climáticos que incidirían directamente en la biodiversidad de las denominaciones de origen a nivel mundial. Misma situación para el aceite, que, aunque no es de los alimentos con mayor riesgo de 'extinción', sí compromete su calidad al ir desplazándose poco a poco hacía climas mucho más frescos.

Incremento de la ganadería

Este futuro contexto agrícola provocará un efecto dominó en el sector primario. Así, la ONU también ha lanzado un aviso sobre la ganadería, advirtiendo que para dentro de 25 años crecerá la demanda de lácteos y productos cárnicos, por lo que aumentará de manera forzosa la inversión en esta. Es por eso por lo que la ONU también se plantea alternativas alimentarias para cubrir el posible desabastecimiento, como incrementar la cría de insectos comestibles, el cultivo masivo de microalgas o destinar más recursos en la oferta de carne artificial, ya que "son muy nutritivos y además son una fuente estupenda de zinc, hierro y grasas saludables".

Todas estas opciones son para evitar el aumento de la producción en el sector, ya que se trata de una de las áreas alimentarias que más contamina con unas emisiones de CO2 incomparables, e impedir que la temperatura media del planeta continúe creciendo. No así la cría de insectos, tal y como propone la organización internacional, que "emite considerablemente menos gases de efecto invernadero y necesita sustancialmente menos agua que la cría de ganado". Como ejemplo, un solo kilo de ternera requiere de 15.00 litros de agua (entre lo que consume el propio animal, el agua utilizada para regar los campos en los que se alimenta, etc.)

La alimentación sostenible resulta más que necesaria ante los retos demográficos y climáticos futuros, pero que ya se están dejando notar. Una de las claves es regresar a la agricultura y a los comercios de proximidad, fomentando las cooperativas para reducir y abaratar la cadena industrial. Una cadena caracterizada por el dominio del 70% de los recursos agrarios tan solo para producir el 30% de la comida, mientras que con el 30% restante de los recursos se maximiza el 70% de la producción mundial.


La IA transforma el sector financiero: el 83% de los bancos europeos ya la utiliza

 



  • Advierten de que tiene el potencial de aumentar la desigualdad económica



La Inteligencia Artificial (IA) está transformando numerosos sectores de actividad económica, también el financiero, desde la banca hasta la gestión de riesgos, y el 83 % de los bancos europeos ya emplea esta tecnología cuando hace seis años la usaba solo la mitad de las entidades bancarias europeas.

Son datos expuestos en una ponencia impartida por el catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València (UV) Santiago Carbó en un programa de formación de IA aplicada en el Colegio de Economistas de Valencia.

Ese 83 % se eleva al 98,3 % si se tiene en cuenta los bancos europeos que están inmersos en diferentes fases de implementación de la tecnología.

Entre las aplicaciones en las que más uso se da a la IA se encuentra el 'trading algorítimico', que ejecuta operaciones financieras automáticamente; el 'Robo-advisors', asesores financieros automatizados que optimizan inversiones; y en detección de fraudes, en los que la IA identifica patrones de transacciones fraudulentas en tiempo real.

Carbó señala que la IA se aplica a numerosos sectores y se estima que el PIB mundial en 2030 podría ser hasta un 14 % más alto debido al uso de esta tecnología.

Sería el sector de servicios, que abarca la salud, la educación, los servicios públicos y la recreación el que obtendría mayores beneficios, con un incremento de la productividad de hasta un 21 %.

Potencial para aumentar la desigualdad económica

No obstante, el economista ha advertido de que la IA tiene el potencial de aumentar la desigualdad económica si no se aplican las políticas adecuadas, ya que las economías más ricas son las que se están preparando mejor para el nuevo panorama.

Algunos de los factores que pueden impulsar esa brecha son el desplazamiento de empleos de baja cualificación, el acceso desigual a esta tecnología y la concentración de poder en grandes empresas tecnológicas.

Para paliar esta situación, Carbó propone inversión en infraestructuras tecnológicas, programas de educación digital y una regulación que asegure el acceso inclusivo a las tecnologías.

El experto también alerta de la importancia de la regulación en cuestiones de privacidad, ya que la IA emplea grandes volúmenes de datos personales para su funcionamiento, y en el aspecto ético; pues la automatización de decisiones que impactan en la vida de las personas requerirían supervisión humana, como pueden ser los procesos de selección de personal, en los que el sesgo de la IA puede generar discriminaciones.



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miércoles, 30 de octubre de 2024

Del hummus a la tortilla de patatas, ¿todos los platos precocinados son insanos?




Hummus, guacamole y otros patés vegetales listos para consumir Getty Images/iStockphoto



Expertas en nutrición explican la diferencia entre un alimento procesado y un ultraprocesado, además de las consecuencias de basar nuestra alimentación en este tipo de productos  


Es lunes por la tarde y varios clientes observan el contenido de las neveras de un popular supermercado situado a pocos metros de la barcelonesa plaza Molina. La mayoría termina arrojando al carro un producto o dos de este espacio dedicado a platos listos para consumir que se sitúa a la entrada del establecimiento. Un veinteañero se queda con una ensalada con pechuga rebozada y salsa césar, un padre de familia se decide por un hummus picante y una chica vestida de deporte se lleva unas gyozas de verduras que están de oferta. También son un éxito las tortillas —con y sin cebolla, de calabacín, con queso—, que nutren muchas de las cestas que están a la vista. Pero los artículos mencionados tienen algo en común que quizás sus compradores ignoran: un consumo recurrente está desaconsejado. 

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Es así porque, en muchos casos, son ultraprocesados. Es decir, “un cóctel de ingredientes que tienen un impacto negativo en nuestra salud: azúcar, sal en cantidades considerables, grasas (generalmente de mala calidad), aditivos y conservantes”, afirma Violeta Moizé, dietista-nutricionista del Hospital Clínic Barcelona. Enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión son algunos de los males asociados a un consumo elevado de este tipo de productos. Muchos estudios también han vinculado su ingesta con el desarrollo de distintos tipos de cáncer y concluido que por cada 10% más de alimentos ultraprocesados en la dieta, aumenta la incidencia de cáncer en un 2 % y la mortalidad en un 6%.

Plato precocinado no siempre es sinónimo de ultraprocesado

Mireia Obón-SantacanaProfesora colaboradora del Máster de Alimentación Saludable y Sostenible de la Universitat Oberta de Catalunya

“Sin embargo, plato precocinado no siempre es sinónimo de ultraprocesado”, asegura Mireia Obón-Santacana profesora colaboradora del Máster de Alimentación Saludable y Sostenible de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). La experta recuerda que el Sistema NOVA, el método para ordenar los alimentos según su grado de procesamiento que ha logrado una mayor aceptación entre la comunidad científica, define los ultraprocesados como “formulaciones elaboradas en su mayor parte o en su totalidad a partir de sustancias derivadas de alimentos y aditivos, que suelen incluir aceites hidrogenados, proteínas hidrolizadas o azúcar invertido, además de aditivos que imitan o mejoran las cualidades sensoriales del producto”.

Pizzas congeladas, sopas de sobre, lasañas y canelones precocinados suelen formar parte de este grupo, pero hay otras preparaciones en que no queda tan claro. “Un hummus, dependiendo de la marca, puede ser tanto un ultraprocesado como un alimento procesado. Es decir, un producto que se elabora fundamentalmente mediante la adición de sal, aceite, azúcar u otras sustancias a los alimentos”, señala Obón-Santacana. Estos últimos, a diferencia de los ultraprocesados, pueden ser prácticos y sanos, además de un buen recurso de despensa. “Aquí entrarían los pescados en conserva, los botes de legumbres, los caldos o cremas de verduras o incluso un sofrito listo para consumir a base de hortalizas, aceite de oliva y sal. El aceite de oliva sería otro buen procesado”, enumera Moizé. 

Distintos tipos de comida precocinada

Distintos tipos de comida precocinada

 Getty Images/iStockphoto

En el caso de las tortillas listas para consumir o el guacamole, el abanico de opciones es tan amplio que también tendremos que fijarnos en cada producto para identificar si se trata de un ultraprocesado o simplemente un alimento procesado. Alba Coll, nutricionista de la Fundació Alicia, insiste en que “es esencial leer etiquetas y, por tanto, los ingredientes con los que se ha preparado aquel producto: tenemos que buscar etiquetas cortas, con ingredientes reconocibles y que se parezcan a los mismos que utilizaríamos para preparar aquel plato en casa”.

Ultraprocesados, niños y adolescentes 

Los españoles toman una media 16,77 kilos anuales de platos precocinados, una cantidad un 0,4 % superior a la de hace un año, según el último Informe Alimentario de España publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Las expertas consultadas por este diario aseguran que no existe un límite fijo de ultraprocesados que se pueden comer a la semana, aunque “cuanto más alimento fresco, y menos producto procesado y etiquetado, mejor”, insiste Coll. “Sin darnos cuenta, cada vez basamos más nuestra alimentación en estos productos: salsas, galletas, pizzas, patatas fritas, platos precocinados... Y desplazamos alimentos e ingredientes frescos como son las frutas, verduras, legumbres, cereales, frutos secos, huevos, pescado, carne, etc. No nos pasa por la cabeza que la tortilla la podemos hacer nosotros, la compramos hecha”. 

El mismo informe del Ministerio de Agricultura muestra que el perfil de hogar consumidor intensivo de este tipo de productos se corresponde con hogares con presencia de niños. “La primera infancia es una oportunidad única para instaurar y consolidar hábitos alimentarios saludables, como para poner en valor una  dieta sostenible y sin excesos de componentes innecesarios que conllevan una atrofia de palatabilidad de los alimentos. Esta atrofia, hará que los niños necesiten ese estímulo (de sal y grasa) para sentir placer al comer….Y ahí, estamos perdidos”, advierte Moizé. “Al final, los hábitos alimentarios en la infancia son fundamentales porque son la base de la alimentación en la edad adulta. Todos aquellos niños que se han acostumbrado a consumir este tipo de productos en su día a día, serán adultos que los consumirán de forma habitual”, añade Coll. 

Tortillas precocinadas en un supermercado de Sarrià-Sant Gervasi

Tortillas precocinadas en un supermercado de Sarrià-Sant Gervasi

 LV

En los últimos años, también se ha observado un vínculo entre un consumo abusivo de ultraprocesados en niños y adolescentes con un empeoramiento de la salud mental. “Se ha asociado con más aislamiento, ansiedad y depresión”, advierte Obón-Santacana, quien aun así  insiste en que los ultraprocesados no deben prohibirse. “La prohibición puede provocar el efecto contrario y que se conviertan en objetos de deseo. La solución pasa por quedarse en un punto medio y no desterrar procesados y ultraprocesados del todo, sino limitar su presencia”. 

Coll y Moizé recuerdan que comer esporádicamente estos productos no es el problema, sino “no tomar conciencia de que tenemos que aprender a gestionar nuestra alimentación cocinando más en casa, planificando la compra y la preparación de comidas, y aprender a identificar bien nuestras elecciones en el momento de la compra, de forma que cuando compremos procesados podamos elegir productos de una mínima calidad”.

Una pérdida de habilidades culinarias

Otro riesgo del consumo cada vez más elevado de procesados y ultraprocesados es la pérdida de habilidades culinarias. “Esta tendencia hace que dejemos de tomar platos enraizados a nuestra cultura alimentaria y que todos acabemos consumiendo el mismo tipo de productos, como son el hummus, el guacamole o el sushi. Está bien ampliar, no sustituir”, afirma Moizé. 

Recetas tradicionales como los guisos de legumbres, las sopas o las tortillas de patatas caseras podrían caer en el olvido a causa de este hábito. “Debemos mantener viva nuestra cultura alimentaria, una de las más valoradas en el mundo”, insiste la nutricionista del Hospital Clinic. “Los ultraprocesados quieren desterrarnos de la cocina. Hemos de evitarlo”, concluye. 


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