Peggy Guggenheim en su palacio de Venecia, en una imagen de 1962
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Aquejada de una infancia infeliz con padres ausentes, estaba muy alejada en cuanto a gustos del prototipo de pobre niña rica de sus coetáneas.
Hay pequeños titulares que definen gran parte de la personalidad de Peggy Guggenheim: protofeminista ninfómana, mujer maltratada, huérfana de padre, acomplejada por su origen judío y su nariz de berenjena... Abortó en siete ocasiones y estaba muy alejada en cuanto a gustos del prototipo de pobre niña rica de sus coetáneas Barbara Hutton y Doris Duke. Parapetada bajo el apellido surgido en plena ebullición de la golden age, la vida de la socialité más conocida de la saga Guggenheim estaba plagada de demonios.
Peggy ha pasado a la historia como una de las mecenas más notables del siglo XX. Aquejada de una infancia infeliz con padres ausentes, dio un carpetazo a su aburguesada existencia cuando en 1920 se mudó a París al ser la cuna del arte vanguardista. Pudo hacerlo porque al morir su padre, Benjamin, en el hundimiento del Titanic en 1912 junto a una de sus amantes, heredó unos 2,5 millones de dólares. Una miseria en comparación con sus primos.
Esa placentera existencia se interrumpió al casarse en Nueva York en 1922 con Laurence Vail, con quien tuvo a sus hijos Sindbad (1923) y Pageen (1925), que murió por suicidio en 1967. Durante su matrimonio sufrió malos tratos. Ella misma narró algún episodio: "Me sujetó bajo el agua en la bañera hasta que sentí que me iba a ahogar". Así lo relató en su primera biografía Out of this Century (1946), que ampliaría tres décadas más tarde con Confesiones de una adicta al arte.
Peggy encontró su lugar en el parisino barrio de Montmartre, donde los artistas e intelectuales exudaban pobreza por los cuatro costados. Se codeaba con James Joyce, Coco Chanel, Diaghilev, Marcel Duchamp, Isadora Duncan, Josephine Baker y Oblomov, el seudónimo dado en su biografía a Samuel Beckett, con quien mantuvo en secreto una relación de trece meses.
El divorcio de Vail llegó en 1930. Al poco tiempo fue amante del escritor John Holms, casado, de quien tuvo varios abortos y que fallecería cuatro años después. Sintiéndose cada vez más sola, empezó a coleccionar más amantes que cuadros. Adelantada a su época y sin importarle el qué dirán, vociferaba que Beckett era tan macho que llegaron a estar cuatro días en la cama alimentándose de bocadillos y que se lio con Brancui para que le hiciera un descuento en una de sus esculturas.
De lascivia incontenible, los expertos calculan que por sus sábanas pasaron alrededor de 1.000 hombres. También cató mujeres, como las escritoras Djuna Barnes y Antonia White. Unas relaciones crueles, emocionalmente complejas y cargadas de sexualidad a la par que inspiradoras y enriquecedoras.
BUEN OJO
Tras el fallecimiento de su madre, descendiente de los banqueros Seligman, heredó 450.000 dólares. Por consejo de Marcel Duchamp invirtió en una galería, ya que le consideraba "la persona más influyente" de su vida. En 1938 abrió en Londres la Guggenheim Jeune. Su primera exposición la dedicó a Jean Cocteau, la siguiente a Kandisnky y posteriormente a Picasso, Tunnard y Max Ernst, con quien estuvo casada de 1942 a 1946. Los números rojos provocaron el cierre de la galería un año después.
A su regreso a París cumplió su lema compra un cuadro al día, adquiriendo numerosas obras directamente a los artistas por 1.000 dólares ya que deseaban huir de la capital lo antes posible. Así empezó su vasta colección. Con las tropas hitlerianas avanzando en territorio francés, Peggy envió de contrabando a Nueva York los cuadros entre cacerolas y ropa de cama. También salvó a algunos artistas.
En 1942 la socialité abrió la galería The Art of this Century en la ciudad de los rascacielos. Promocionó la obra de los aún desconocidos Mark Rothko y Jackson Pollock, a quien dio un salario mensual a cambio de las obras que se le antojaran. En aquel momento no valían gran cosa, pero en la actualidad algunas pueden alcanzar en subasta hasta los 200 millones de dólares. También ideó una de las primeras muestras con arte femenino en Estados Unidos bajo el título Exhibition by 31 Women, un hito que la Fundación Mapfre ha reinterpretado en sus salas madrileñas hasta el próximo 5 de enero.
En 1948 la Bienal de Venecia le dedicó un pabellón entero. Enamorada de la ciudad, al año siguiente compró el Palazzo Venier dei Leoni del siglo XVIII en el Gran Canal, que previamente había pertenecido a la marquesa Luisa Casati y a Doris Delevingne, tía abuela de la modelo Cara Delevingne (32). Allí organizaba fiestas de ensueño con Gore Vidal, Truman Capote y Marlon Brando y reformó gran parte del lugar para convertirlo en museo. Tenía tantas obras que algunas estaban en los baños manchadas con dentífrico. Peggy falleció en 1979 a los 81 años.
Su colección de 326 obras entre las que figuraban trabajos de Picasso, Dalí, Giacometti, Calder y Duchamp las cedió a la Fundación Solomon R. Guggenheim, en honor a su tío y creador del museo Guggenheim de Nueva York. Hubo una premisa, conservar la pinacoteca de Venecia. La enterraron en el jardín junto a sus 14 perros Lhasa Apsos, a quienes quiso más que a sus descendientes.
Su nieto Sandro Rummey fue contundente al enterarse de su muerte: "Aplaudí y grité". Tal y como confesó a Vanity Fair. "Sé que suena horrible celebrar la muerte de alguien, pero Peggy trajo tanta miseria a mi vida que su fallecimiento me pareció un alivio (...) Nunca me abrazó, nunca me tocó, nunca me besó".
Luis Fernando Romo
Actualizado Domingo, 29 septiembre 2024 - 14:37
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