martes, 11 de octubre de 2011

La degeneración moral de China


Foto from zaichina.net

Desde que a finales de los años setenta China se marcó como principal prioridad el desarrollo económico, han sido muchas las voces que han alertado sobre la falta de valores de la sociedad china. Si el Maoísmo acabó en gran medida con las creencias religiosas, Deng Xiaoping y su apertura económica han puesto fin a los valores comunistas de justicia e igualdad. Como comentaba el profesor Yang, que lleva enseñando en la Universidad de Pekín desde 1985, "ahora no se cree en nada… en lo único en lo que se cree es en el éxito". Un éxito que pasa irremediablemente por el dinero y que suele olvidarse de otras consideraciones morales.
En un artículo reciente, la revista bisemanal "Ventana al Sur" (风窗), con sede en la ciudad de Guangzhou, se ocupó en profundidad de este tema a través de una entrevista a Wang Xiaoming (晓明), profesor y director del centro de investigación de cultura contemporánea china de la universidad de Shanghai. En la introducción del artículo, el periodista no duda en hablar de un “empeoramiento del espíritu” (精神变坏) y una "degeneración moral" (道德沦丧) de la sociedad china.
Aunque estas afirmaciones puedan parecer un poco extremistas, lo cierto es que son compartidas por amplias capas de la sociedad china. En los últimos meses y años, algunos casos mediáticos han situado esta cuestión en el centro de la opinión pública. Entre ellos está el de Yao Jiaxin, un joven que mató a una campesina por miedo a que ésta denunciara el accidente de coche que él acababa de provocar. En los últimos meses, la "salud mental" de la sociedad china también se ha puesto en cuestión cuando una anciana se cayó al suelo y falleció sin que ninguno de los viandantes hiciera nada por ayudarla. ¿Cuáles son los valores de la sociedad china hoy en día? ¿Cómo se ha llegado a este punto?
Según las declaraciones del profesor Wang Xiaoming para la revista "Ventana al Sur", muchos de los actuales problemas morales surgen en la educación. Debido a la competitividad que se vive en los institutos y al deseo de entrar en una buena universidad, los niños ya desde muy pequeños aprenden que "las notas en los exámenes son lo primero" (试成绩第一). Se ven obligados a renunciar a sus aficiones para centrarse en sus estudios, lo cual desde adolescentes se convierte en una castración de sus intereses y satisfacciones personales. Junto a la escuela, los padres, también claves en este proceso de socialización, añaden más presión sobre los chicos e insisten en poner los exámenes en el centro de la vida de los hijos, olvidándose de otros campos como las relaciones sociales o los principios morales.
Por otro lado, la mayoría de jóvenes urbanos en la China de hoy son hijos únicos, con lo cual han tenido sobre ellos toda la atención de la familia. Según Wang Xiaoming, esto provoca que los niños chinos se acostumbren desde pequeños a ser muy dependientes de sus padres y no sean capaces de resolver sus problemas por sí mismos. Si bien les hace convertirse en unas personas generalmente egoístas e individualistas (simplificando mucho, nunca han tenido un hermano con quien compartir juguetes), no les permite tener las herramientas suficientes para lanzarse a la búsqueda de la felicidad.
Una vez en el mundo laboral, los chinos se encuentran con un sistema lleno de desigualdades e injusticias. Es aquí cuando se dan cuenta, en palabras de Wang Xiaoming, de que "el esfuerzo de una persona en realidad no sirve para mucho", ya que el estatus de su familia es generalmente su mejor garantía de éxito. Estas injusticias, junto con el comportamiento abusivo de determinadas estrellas de la televisión o funcionarios corruptos, incide también en la falta de valores y principios de la sociedad china.
En el trabajo, además, las horas extras y la presión se acumulan. Son muchos los chinos que han convertido el trabajo en su única ocupación diaria. No se trata tan sólo, como explica Wang Xiaoming, de un cansancio físico, sino sobre todo de un agotamiento mental. Incluso cuando vuelven a sus casas, estas personas no consiguen descansar del todo.
Aquí entra en juego también la entrada de China en un sistema económico y una mentalidad básicamente capitalistas. Wang Xiaoming habla de una “cultura de producción” (产文化), donde los trabajadores sólo son considerados como una pieza más de un engranaje de producción pensado para obtener beneficios económicos. Además, uno de los principales pilares de la lógica capitalista es la creación de consumidores. Esta deshumanización general provoca un gran insatisfacción entre los ciudadanos y sigue acentuando esa crisis de valores en la sociedad.
Si bien esta tendencia capitalista se ha experimentado a nivel global, en China se ha producido a una velocidad de vértigo. Otro de los traumas de esta vertiginosa transformación ha venido de la mano de las desigualdades. Como explica Wang Xiaoming, cuando la economía mejora, normalmente los ciudadanos se suelen sentir más seguros, pueden cubrir sus necesidades básicas y tienen mejores perspectivas de futuro. En China, "sin embargo, el crecimiento económico ha provocado una mayor presión en la gente”. Mientras que anteriormente nadie tenía demasiado, en la actualidad los más desfavorecidos sueñan con convertirse en esa clase media que ven por la televisión, lo cual puede aumentar el sentimiento de impotencia e insatisfacción cuando no se consigue.
En medio de esta crisis de identidad y sin ningún tipo de creencia sólida, presionados por un sistema capitalista que exige cientos de horas extras al año, la única forma de sobrevivir sería con un conjunto de valores sólidos. Wang Xiaoming habla del amor como de una posibilidad para superar estas tensiones: los sentimientos pueden convertirse en el factor estabilizador de una persona en situación de crisis. Sin embargo, dice este profesor, el amor también ha entrado en una dinámica de materialismo y desprestigio, convertido en muchas ocasiones en una herramienta más de beneficio económico. El amor, también (como se puede ver en las famosas series de televisión "La boda desnuda" o "La ratonera") puede ser destruido por la presión y las necesidades materiales.
Como podéis ver, la entrevista con Wang Xiaoming es muy pesimista y deja poco lugar para la esperanza. Conviene aclarar que en muchos casos esta pérdida de valores se relaciona con la modernización del país y se llega a considerar como un fenómeno global. Se dice que este mismo vacío de valores también se está viviendo en Occidente, y que “la China de hoy puede difícilmente ser una excepción”. Aunque se trata de una visión más bien extremista a la que se le pueda dar la vuelta, es cierto que una parte importante de la población comparte este diagnóstico de degeneración moral y pérdida de valores de la sociedad china.
 

 By Daniel Méndez |人心是怎么变坏的  from zaichina.net  oct 5th, 2011

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