Foto from devocionaldiario.org
A las personas negativas, que van descargando su amargura, decepción y frustración en los demás, no hay que confrontrarlas ni escucharlas, sino evitarlas. Nos contagian su negatividad, nos quitan energía y tiempo y nos distraen de nuestros objetivos. Son “camiones de basura emocional”, de acuerdo a David J. Pollay, autor de ‘Reciclaje emocional’ y experto en “ayudar a los demás a ser más felices”.
David J. Pollay tuvo la revelación que cambiaría su vida, y la de muchos en todo el mundo, a bordo de un taxi en Nueva York.
Ocurrió después de que el taxista reaccionara de forma amistosa y tranquila a los insultos de otro conductor que casi los atropella. Cuando Pollay le preguntó al hombre el motivo de su amable respuesta a la agresión, este le dijo que no permitía que la gente iracunda y frustrada le amargara la existencia.
Pollay -periodista, economista y experto en psicología positiva aplicada- llevaba un tiempo pensando en que la actitud ante las cosas y hacia la gente tenía más peso del que creíamos en nuestra propia felicidad. Ese día, gracias al taxista, terminó de elaborar su idea y vio la luz lo que bautizó como la “ley del camión de la basura” (en España su libro, editado por Zenith, se llama Reciclaje emocional).
Básicamente, se trata de que cada persona tiene una misión en su vida (él dice que la suya “es ayudar a las personas a alcanzar la felicidad”) y no puede permitir que nada que no sea realmente importante la distraiga de su camino. Mucho menos quienes van por el mundo cargados de ira, amargura y frustración y se dedican a “volcar” esos sentimientos negativos en los demás.
Pollay tiene la receta: cree que para ser feliz hay que aprender a esquivar el bulto. O la basura, para continuar con la alegoría.
Y si uno mismo es un “vertedor de basura” ponerle fin, inmediatamente, pues una actitud positiva y un buen estado de ánimo hacen mucho.
“Cuando atendemos a cuestiones negativas que no podemos controlar estamos desperdiciando nuestra energía, que es limitada. Y cuando necesitamos ocuparnos de nuestro trabajo o familia no solo no tenemos fuerzas, sino que además estamos cargados de esa negatividad y la descargamos en los demás”, advierte Pollay, de paso por Madrid tras participar en A Coruña de la II Conferencia Internacional “Felicidad en el trabajo”.
“Por eso sostengo –continúa- que podemos vivir mejor si seguimos la ‘ley del camión de la basura”.
El primer paso, según su método, es “enfocarnos en las cosas importantes, en lo que realmente queremos para nuestras vidas”.
Pollay, quien habla español gracias a sendas estadías en México y Málaga, afirma que cuando tenemos clara nuestra misión “nos resulta más fácil reconocer los 'camiones de basura emocional' y dejarlos pasar de largo”.
Esta cuestión es clave para él. Aconseja una y otra vez no enzarzarse en discusiones ni en intentar procesar y superar “la basura” que nos llega, pues así se absorben los malos sentimientos y emociones.
“Podemos procesar cosas importantes, problemas importantes, pero no tonterías”, dice.
Y añade, para quienes creen necesario imponerse o responder, que “mostramos más fuerza y confianza en nosotros mismos cuando ante una persona así no reaccionamos. No es miedo, es que sabemos que no es importante”.
En el trabajo
Pollay da conferencias por medio mundo explicando a empresarios y empleados cómo llevarse y sentirse mejor en su entorno laboral.
En este sentido, reconoce que “mucha gente piensa que en el mundo profesional le va mejor a quienes son más agresivos, pero en realidad la gente así no sirve bien a su empresa”.
“Cuando un jefe grita o está enfadado los empleados no pueden compartir sus ideas con él porque le tienen miedo y ahora mismo más que nunca necesitamos que todos los empleados piensen en soluciones creativas para los problemas de la empresa”, explica.
“Además –prosigue- cuando eso sucede cerca de un 20 por ciento de los empleados lucha cada día contra su propia empresa, y trabaja mal, habla mal de ella y de sus compañeros, etcétera”.
Pollay también tiene palabras para quienes no están a gusto con lo que hacen. “Hay gente que no tiene trabajos interesantes, esa es la realidad. ¿Pero ahora qué hacemos con eso? ¿Vamos a estar quejándonos o enojados todo el día?", indaga.
"Los optimistas –y el optimismo se puede aprender- tienen más éxito en la vida, mejores relaciones y mejor salud que los pesimistas”, advierte.
Cómo ser positivos
Pollay cree que el “reciclaje emocional” hacia una actitud positiva y un estado de ánimo optimista empieza por comprometerse a “no ser un vertedor de basura emocional ni aceptar a quienes lo son, eludiendo de forma respetuosa esos comportamientos y creando una zona libre de ellos”.
Para ser positivos –dice- hay trucos. El primero es desarrollar emociones positivas (“podemos empezar cada día agradeciendo lo que tenemos”, por ejemplo) y luego hay que “usar nuestros talentos innatos, y toda persona puede encontrarlos y conseguirlo”, indica.
“Cada vez que dejamos que los ‘camiones de la basura emocional’ pasen de largo nos sentimos con más fuerza y confianza, y a su vez podemos convertirnos en un ejemplo para los demás por nuestra amabilidad y positivismo”, concluye Pollay.
Ocurrió después de que el taxista reaccionara de forma amistosa y tranquila a los insultos de otro conductor que casi los atropella. Cuando Pollay le preguntó al hombre el motivo de su amable respuesta a la agresión, este le dijo que no permitía que la gente iracunda y frustrada le amargara la existencia.
Pollay -periodista, economista y experto en psicología positiva aplicada- llevaba un tiempo pensando en que la actitud ante las cosas y hacia la gente tenía más peso del que creíamos en nuestra propia felicidad. Ese día, gracias al taxista, terminó de elaborar su idea y vio la luz lo que bautizó como la “ley del camión de la basura” (en España su libro, editado por Zenith, se llama Reciclaje emocional).
Básicamente, se trata de que cada persona tiene una misión en su vida (él dice que la suya “es ayudar a las personas a alcanzar la felicidad”) y no puede permitir que nada que no sea realmente importante la distraiga de su camino. Mucho menos quienes van por el mundo cargados de ira, amargura y frustración y se dedican a “volcar” esos sentimientos negativos en los demás.
Pollay tiene la receta: cree que para ser feliz hay que aprender a esquivar el bulto. O la basura, para continuar con la alegoría.
Y si uno mismo es un “vertedor de basura” ponerle fin, inmediatamente, pues una actitud positiva y un buen estado de ánimo hacen mucho.
“Cuando atendemos a cuestiones negativas que no podemos controlar estamos desperdiciando nuestra energía, que es limitada. Y cuando necesitamos ocuparnos de nuestro trabajo o familia no solo no tenemos fuerzas, sino que además estamos cargados de esa negatividad y la descargamos en los demás”, advierte Pollay, de paso por Madrid tras participar en A Coruña de la II Conferencia Internacional “Felicidad en el trabajo”.
“Por eso sostengo –continúa- que podemos vivir mejor si seguimos la ‘ley del camión de la basura”.
El primer paso, según su método, es “enfocarnos en las cosas importantes, en lo que realmente queremos para nuestras vidas”.
Pollay, quien habla español gracias a sendas estadías en México y Málaga, afirma que cuando tenemos clara nuestra misión “nos resulta más fácil reconocer los 'camiones de basura emocional' y dejarlos pasar de largo”.
Esta cuestión es clave para él. Aconseja una y otra vez no enzarzarse en discusiones ni en intentar procesar y superar “la basura” que nos llega, pues así se absorben los malos sentimientos y emociones.
“Podemos procesar cosas importantes, problemas importantes, pero no tonterías”, dice.
Y añade, para quienes creen necesario imponerse o responder, que “mostramos más fuerza y confianza en nosotros mismos cuando ante una persona así no reaccionamos. No es miedo, es que sabemos que no es importante”.
En el trabajo
Pollay da conferencias por medio mundo explicando a empresarios y empleados cómo llevarse y sentirse mejor en su entorno laboral.
En este sentido, reconoce que “mucha gente piensa que en el mundo profesional le va mejor a quienes son más agresivos, pero en realidad la gente así no sirve bien a su empresa”.
“Cuando un jefe grita o está enfadado los empleados no pueden compartir sus ideas con él porque le tienen miedo y ahora mismo más que nunca necesitamos que todos los empleados piensen en soluciones creativas para los problemas de la empresa”, explica.
“Además –prosigue- cuando eso sucede cerca de un 20 por ciento de los empleados lucha cada día contra su propia empresa, y trabaja mal, habla mal de ella y de sus compañeros, etcétera”.
Pollay también tiene palabras para quienes no están a gusto con lo que hacen. “Hay gente que no tiene trabajos interesantes, esa es la realidad. ¿Pero ahora qué hacemos con eso? ¿Vamos a estar quejándonos o enojados todo el día?", indaga.
"Los optimistas –y el optimismo se puede aprender- tienen más éxito en la vida, mejores relaciones y mejor salud que los pesimistas”, advierte.
Cómo ser positivos
Pollay cree que el “reciclaje emocional” hacia una actitud positiva y un estado de ánimo optimista empieza por comprometerse a “no ser un vertedor de basura emocional ni aceptar a quienes lo son, eludiendo de forma respetuosa esos comportamientos y creando una zona libre de ellos”.
Para ser positivos –dice- hay trucos. El primero es desarrollar emociones positivas (“podemos empezar cada día agradeciendo lo que tenemos”, por ejemplo) y luego hay que “usar nuestros talentos innatos, y toda persona puede encontrarlos y conseguirlo”, indica.
“Cada vez que dejamos que los ‘camiones de la basura emocional’ pasen de largo nos sentimos con más fuerza y confianza, y a su vez podemos convertirnos en un ejemplo para los demás por nuestra amabilidad y positivismo”, concluye Pollay.
Por Laura Pintos from lainformacion.com 27/10/2011
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