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La crisis, el paro y el sistema dual son terreno abonado para abusos
La esperanza de un empleo fijo hace aceptar contratos basura
Silvia tiene 24 años y un máster en publicidad, pero el mercado laboral no se lo recompensa. La joven madrileña lleva más de dos años trabajando a tiempo completo en una multinacional de relaciones públicas por 300 euros mensuales, haciendo el mismo trabajo que colegas con contratos indefinidos y salarios decentes.
"Desde pequeña, mis padres me decían que tenían que tener un título universitario para tener un buen trabajo. Pero hoy parece que soy afortunada simplemente por tener cualquier trabajo", dice Silvia, reflejando la situación de un país con más de un 20% de paro, y un desempleo de jóvenes que supera ampliamente el 40%.
¿Qué lleva a cada vez más jóvenes españoles a aceptar trabajos basura? La esperanza de estar en el sitio adecuado cuando surja la oportunidad.
"No me pueden contratar porque no tienen con qué. El sistema es así: uno empieza a trabajar gratis a la espera de que entre una subvención y puedan contratarte", dice Juan Francisco Seller, licenciado en farmacia de 27 años, que intenta abrirse paso en el mundo de la investigación.
Juan Francisco se licenció hace tres años y cursa un doctorado mientras trabaja gratis y sin contrato desde septiembre de 2010 en un laboratorio de investigación oncológica de Elche, y ejemplifica una situación que, lejos de ser anecdótica, se ha convertido en sistémica.
Terreno abonado para abusos
Este es el panorama de un país, España, con la tasa de desempleo más alta de la Unión Europea -superior al 40% de la población activa, más del doble de la media del bloque-, pero la historia se repite en otros países del sur de Europa como Portugal e Italia, donde cada vez más jóvenes aceptan "trabajos basura".
Normalmente, los contratos temporales deben justificarse por las propias circunstancias de la empresa o el sector: en agricultura, turismo o construcción es lógico que los haya, por la índole estacional de la actividad.
Pero con una economía estancada y la crisis de deuda de la zona euro limitando el acceso al crédito, hay expertos que consideran que muchos contratantes aprovechan este cóctel de crisis económica, desempleo y sistema dual para abusar de contratos temporales -con despido más fácil y barato-, afectando a una franja cada vez mayor de trabajadores.
Un sistema erróneo
El sistema dual de contratación también está afectando el crecimiento económico, según diversos estudios. Los trabajadores temporales se enquistan en trabajos mal remunerados e inestables durante cada vez más tiempo, lo que lastra la producción y hace menos competitivos a los países del sur de Europa. Una cuarta parte de los trabajadores españoles tiene contratos temporales, similar al 23% de la vecina Portugal pero muy lejos del 14% de media de la UE.
Mientras, una franja de población de mediana edad cuenta con trabajos estables y en buenas condiciones -con indemnizaciones elevadas y buena protección legal-.
"No se puede dejar intacta una franja del mercado laboral y no motivar a las personas a que busquen el mejor trabajo posible (...) (Si bien) hay que crear empleo en el corto plazo, al final esto es un callejón sin salida", dice Ton Wilthagen, experto laboral de la Universidad de Tilburg, en Países Bajos.
La suerte del 'mileurista'
Si bien la tradición del mileurista no es nueva - hace tiempo que los jóvenes profesionales del sur de Europa tienen grandes dificultades para encontrar trabajo estable -, el problema de la "generación perdida" se ha agudizado con la intensificación de la crisis de deuda de la eurozona. Mientras la economía se ralentiza, los gobiernos también recortan empleos públicos en su afán de reducir sus déficit públicos de acuerdo a los compromisos asumidos con Bruselas.
"Antes decíamos que ser mileurista era malo, pero ahora es bueno: un contrato temporal de 1.000 euros al mes es considerado un trabajo decente", apunta José María Marín, profesor de Historia Contemporánea en la UNED.
"Me acaban de entrevistar para un contrato de un año, pero lo rechacé porque me ofrecían 500 euros al mes por trabajar 10 horas al día", dice Federico, italiano de 27 años, que no quiere dar su apellido por temor a que futuros empleadores lo busquen en Internet. Como una cuarta parte de los jóvenes en Italia, Federico está desempleado y se desespera por no poder independizarse, ya que para firmar un contrato de alquiler le exigen trabajo fijo.
Aunque muchos jóvenes aceptan trabajos basura o sin cobrar con la esperanza de lograr un puesto de trabajo, en términos generales esta táctica no parece ser muy efectiva. Según la OCDE, sólo un 20% de los contratos en prácticas en España conducen a trabajos fijos. Y si la propia tasa de conversión de contratos temporales a fijos es muy baja, parece mucho menos probable que logre un contrato alguien que ni siquiera tiene un vínculo legal previo con la compañía - y que por eso no puede obtener las bonificaciones de convertir un temporal en indefinido -.
Un futuro incierto
En este punto, ¿qué futuro tienen entonces los que trabajan gratis? No parece que la respuesta pueda ser muy halagüeña, especialmente después de que el Gobierno aprobase este verano la posibilidad de extender el contrato de formación hasta los 30 años desde los 25 actuales.
"Es una falacia que trabajar gratis o encubrir una relación laboral con una beca en malas condiciones es la única manera de entrar en el mercado laboral: las empresas intentan vender eso, pero al final quienes lo hagan serán reemplazados por otro becario o por otra persona trabajando gratis", indica Javier Pueyo, de la secretaría de Juventud de CCOO.
Para Juan José Dolado, economista de la madrileña Universidad Carlos III, España debería trazarse objetivos a largo plazo y establecer un sistema de contrato único con incrementos paulatinos del coste de indemnización.
Para el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, es preferible tener un empleado temporal a un parado.
Por Fiona Ortiz y Feliciano Tisera (Reuters) from eleconomista.es 18/10/2011
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