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Arquitectos mexicanos diseñan una «pirámide invertida» en las entrañas de la plaza del Zócalo.
Proyectos de ciudades subterráneas ha habido unos cuantos, pero el que han diseñado los arquitectos mexicanos del estudio BNKR es distinto a todos. Lo han bautizado como Rascasuelo o Rascasuelos, y pretende ser una torre construida bajo tierra en el corazón de la capital azteca.
Rascasuelos. O pirámide invertida. O una torre al revés. O como demonios lo quieran llamar. Es el ambicioso proyecto que ha presentado uno de los despachos de arquitectos punteros en México para sacarse de la manga el edificio más moderno del mundo en el corazón más tradicional de la capital. Y sin tocar la fisonomía de la ciudad.
Los padres de esta idea, que solo el tiempo dirá si es utópica o una realidad, son un despacho de arquitectos vanguardista con proyectos en todo el país, y que se hacen llamar BNKR, las consonantes de su nombre real que, por cierto, les define mucho mejor: “Bunker”.
Los padres de esta idea, que solo el tiempo dirá si es utópica o una realidad, son un despacho de arquitectos vanguardista con proyectos en todo el país, y que se hacen llamar BNKR, las consonantes de su nombre real que, por cierto, les define mucho mejor: “Bunker”.
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Las diez plantas situadas más cerca de la superficie se destinarán a la construcción de un museo y un centro cultural dedicados a los aztecas, en una especie de guiño a la historia que permitiría unir el final de la historia con el principio, el futuro con el pasado, y de paso rendir homenaje a los primeros que en aquellas tierras, pantanosas y traicioneras, desafiaron a las leyes de la construcción con sus pirámides.
A 300 metros bajo tierra
Tras esta primera zona, los arquitectos han diseñado un centro comercial destinado a pequeñas tiendas con el mismo concepto que cualquier otra gran superficie actual, pero toda ella bajo tierra. A continuación, el visitante encontrará una zona residencial con apartamentos equipados con todos los adelantos pero, por supuesto, sin una ventana desde la que asomarse al amanecer.
Este edificio al revés se coronará con una serie de plantas dedicadas a oficinas. Al igual que los pisos superiores estarán dotadas de los últimos elementos de confort y funcionalidad. Pero, que a nadie se le olvide, muy lejos de la calle. Exactamente, a 300 metros bajo tierra.
Sus creadores quieren que el interior de este arriesgado edificio se parezca lo más posible a cualquier otro rascacielos, por lo que habrá zonas verdes, grandes cristaleras y unos pasadizos que comunicarán unas alas con otras, y desde las que se podrá contemplar la gran abertura interior del edificio.
A 300 metros bajo tierra
Tras esta primera zona, los arquitectos han diseñado un centro comercial destinado a pequeñas tiendas con el mismo concepto que cualquier otra gran superficie actual, pero toda ella bajo tierra. A continuación, el visitante encontrará una zona residencial con apartamentos equipados con todos los adelantos pero, por supuesto, sin una ventana desde la que asomarse al amanecer.
Este edificio al revés se coronará con una serie de plantas dedicadas a oficinas. Al igual que los pisos superiores estarán dotadas de los últimos elementos de confort y funcionalidad. Pero, que a nadie se le olvide, muy lejos de la calle. Exactamente, a 300 metros bajo tierra.
Sus creadores quieren que el interior de este arriesgado edificio se parezca lo más posible a cualquier otro rascacielos, por lo que habrá zonas verdes, grandes cristaleras y unos pasadizos que comunicarán unas alas con otras, y desde las que se podrá contemplar la gran abertura interior del edificio.
Una cristalera para ver el cielo
Con este proyecto se pretende cuadrar un círculo imposible: levantar (es un decir, quizás sería más apropiado “enterrar”) una gran zona residencial y comercial en una ciudad en la que está totalmente prohibido tocar un solo edificio protegido. Y hacerlo, además, en la emblemática plaza del Zócalo, una de las más grandes del mundo con sus 57.600 metros cuadrados, a los pies de la catedral, el Palacio Nacional y las sedes del Gobierno del Distrito Federal.
De hecho, el Rascasuelos se construirá bajo la gigantesca bandera mexicana que todos los días se iza en el centro de la plaza. La cúpula, situada a ras de suelo, estará compuesta de una gran cristalera transparente, de tal manera que desde la superficie se pueda ver la actividad del edificio interior, y viceversa.
Será la única ventana desde la que ver el sol. La luna. La lluvia. O incluso un día gris, ruidoso y contaminado de la megaciudad de México.
Con este proyecto se pretende cuadrar un círculo imposible: levantar (es un decir, quizás sería más apropiado “enterrar”) una gran zona residencial y comercial en una ciudad en la que está totalmente prohibido tocar un solo edificio protegido. Y hacerlo, además, en la emblemática plaza del Zócalo, una de las más grandes del mundo con sus 57.600 metros cuadrados, a los pies de la catedral, el Palacio Nacional y las sedes del Gobierno del Distrito Federal.
De hecho, el Rascasuelos se construirá bajo la gigantesca bandera mexicana que todos los días se iza en el centro de la plaza. La cúpula, situada a ras de suelo, estará compuesta de una gran cristalera transparente, de tal manera que desde la superficie se pueda ver la actividad del edificio interior, y viceversa.
Será la única ventana desde la que ver el sol. La luna. La lluvia. O incluso un día gris, ruidoso y contaminado de la megaciudad de México.
Por E.V. from larazon.es 2/10/2011
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