miércoles, 14 de diciembre de 2011

Los secretos de los líderes chinos, al descubierto


Foto from elconfidencial.com


“EL SISTEMA SÓLO ES SOSTENIBLE PARA EL FUTURO INMEDIATO, HASTA 2020”.
La importancia de China en el tablero mundial ha ido aumentando en los últimos años, rompiendo la hegemonía norteamericana y occidental. El gigante asiático ha ido redoblando su presencia en la escena internacional gracias a haberse situado como potencia demográfica y económica. Si hace unos años nos parecía raro escuchar noticias sobre el país, hoy en día extraño es el asunto en el que no está presente. Sólo hay que tener en cuenta que ya es la segunda potencia mundial y comercial del mundo, sólo por detrás de EEUU, al que previsiblemente desbancará en pocos años, gracias, entre otras cosas, a la crisis económica mundial que ha pasado de puntillas por Pekín.
Detrás de todo esto están los desconocidos líderes chinos que cuentan con una estrategia para superar los retos del siglo XXI y permanecer en el poder, en una de las pocas dictaduras que quedan en el mundo entre las grandes potencias.
El escritor y periodista del diario británico Financial Times, Richard McGregor, ha publicado recientemente el libro El Partido. Los secretos de los líderes chinos (Ed. Turner), donde desgrana en profundidad la historia y la maquinaria del Partido Comunista de Chino (PCCh), en el poder desde 1949, con motivo del 90 aniversario de su fundación.
McGregor explica a El Confidencial que una de las claves de la supervivencia del sistema es la imagen interior que da el gobierno chino a sus ciudadanos sobre el país y que es difícil de contrarrestar, por la creciente censura existente en medios de comunicación e Internet.
“Se da una visión de una China fuerte, orgullosa e independiente respecto al resto del mundo con una economía cada vez de mayor éxito y con una próspera clase media. Ese es el ideal”, comenta. Sin embargo, lo que ocurra en los próximos años será fundamental, ya que “los líderes chinos también pueden querer ofrecer a sus ciudadanos una visión que incluya un magnífico poder militar con la habilidad de dominar la zona Asia-Pacífico”, algo que a su juicio no es nada tranquilizador para el resto del mundo.
El hecho de que sea una dictadura facilita mucho las cosas para los que ostentan el poder. El escritor dice que “en cierto modo ejercen un control emocional sobre sus ciudadanos”. Aunque es algo “difícil de medir”, en China “el Estado tiene un poder mucho mayor que en Occidente porque “se pueden reprimir las manifestaciones y a las personas a las que se tilda de antipatriotas”.
Además, “el nacionalismo es una fuerza poderosa en China tras el llamado ‘siglo de la vergüenza’, cuando fueron invadidos y sometidos por las potencias occidentales y por Japón. El partido ha guardado en su memoria estos sucesos, hasta tal punto que a veces han luchado para contenerlos”.
Fuertes reformas para una economía productiva y limitada
Respecto a la resolución de los conflictos internos del país, en este caso económicos, el periodista destaca “que una de las grandes fortalezas de las reformas económicas chinas ha sido su habilidad para experimentar con diferentes políticas a nivel local antes de instaurarlas estatalmente. Esto ha permitido al gobierno probar el papel de los mercados y de la economía privada en el terreno para asegurarse de que es a la vez productiva y limitada, de forma que no ponga en peligro el poder del estado”.
El mantenimiento del poder es uno de los principales quebraderos de cabeza de los líderes chinos. McGregor no cree que las actuaciones de China se deban a la búsqueda de una mayor influencia internacional –que entiende como una consideración secundaria-, sino a conservar su fuerza en el país. “Una democracia al estilo de las occidentales les privará de poder y riqueza. Nadie quiere otorgar los privilegios que vienen con ella”, afirma el escritor. Además, hace referencia a que los dirigentes están convencidos del triunfo de su régimen, como demuestra "el éxito vivido en los últimos 30 años. Entonces, ¿por qué cambiar?”
Richard McGregor afirma que “los líderes chinos, sin duda, creen que su sistema se adapta mejor que el resto a sus condiciones y a las de la etapa de desarrollo en la que se encuentra el país”. Sin embargo, alude a que no hay tantas diferencias entre los sistemas occidentales y éste. “Occidente ha crecido con un sistema político totalmente diferente. Uno es abierto, desordenado, cada vez más disfuncional y con carencias que todos los días podemos leer en los medios de comunicación. Pero, al menos, tiene hábitos democráticos. El sistema de China también es desordenado y cada vez más disfuncional, algo que los medios estatales reconocen en algunos aspectos. Pero sus líderes no están abiertos a ofrecer soluciones democráticas a los problemas existentes”. Esa es la principal divergencia.
Se probará la efectividad del sistema cuando su economía decrezca
La cuestión se centra en que todos los sistemas, más aún los dictatoriales, tienen una fecha de caducidad y la República Popular de China no es una excepción. Así, McGregor cree que ese régimen “no está probado” totalmente porque se necesitará que la economía decrezca para saber de su efectividad. “Creo que el sistema chino es sostenible para el futuro inmediato, quizás para la próxima década”, comenta el periodista y prevé que un parón económico y la posible rotura del sistema se producirá "sobre 2020, no antes”.
De todas formas, entender la forma de gobierno del país es algo bastante complicado por sus características especiales, que no se corresponden con un sistema en particular, sino que tiene sus propios factores diferenciales.
 “La mejor definición que puede darse es que China no es un país comunista, aunque tenga un gobierno comunista. En otras palabras, las instituciones del gobierno del partido son esencialmente soviéticas o leninistas, pero se las han arreglado para fusionarlas con una economía de mercado. Otra forma de describirlo es un mercado-leninista de admirable creación”, explica el escritor.
Sin embargo, cabe preguntarnos si es precisamente la dictadura la que asegura la supervivencia del sistema o si, por el contrario, es el régimen el que acabará llevándoselo por delante. Richard McGregor alude a que “por el momento, hay dos tendencias paralelas”.
“El sistema está basado en la cooperación y no en la coacción. El partido no quiere seguir encerrando disidentes, pero si se siente en peligro o es desafiado, no tendrá ningún reparo en meter a alguien en prisión porque necesita fijar un precedente para disuadir a otros de entrar en política. Los poderes dictatoriales están siempre ahí, pero normalmente están reservados”, explica.
En cuanto a la relación del país asiático con otras potencias mundiales, que han realizado críticas al régimen enfocadas a los derechos humanos, McGregor asegura que “China es enormemente sensible a los juicios extranjeros, pero los mira con desdén. Aunque hay que distinguir entre dos tipos de reproches: los chinos son muy abiertos sobre las ideas económicas de Occidente y las prueban fuera de casa, pero son mucho menos receptivos a las ideas políticas. De hecho, gran parte del sistema es hostil a la democracia occidental”.
 “China respeta la fuerza y ​​el poder de terceros y entiende que necesita obtenerlos junto a EEUU. En ese sentido, ofrece tácticas de cooperación con Washington mientras mantiene sus opciones estratégicas abiertas. En cuanto a los países de Asia-Pacífico, la relación ha oscilado entre el cortejo con ofertas económicas y la retórica tranquilizadora, hasta, más recientemente, la muestra de su creciente poder”, dice el periodista.
Por último, Richard McGregor destaca la particular idiosincrasia de la estructura gubernamental china. “El Politburó –máximo órgano ejecutivo del partido- representa la dirección colectiva, ya que no hay una sola persona. El actual líder del partido, Hu Jintao, es, en gran medida, un presidente entre iguales, ya que no es un hombre fuerte como lo eran Mao Zedong y Deng Xiaoping”, explica y posiciona estos hechos como parte del éxito. “Esto es algo bueno porque China es demasiado compleja como para ser dirigida por un solo dictador”, concluye.
Por Guillermo Moratinos  from elconfidencial.com  13/12/2011

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