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¿ESTAMOS PREDESTINADOS AL REENCUENTRO?
"Los primeros amores siempre están ahí", solía decir Antonio Gala, y así parece ser. Uno de los retos que se han de afrontar en muchas relaciones es la reaparición imprevista (y, en muchos casos, indeseada) de un viejo amor de alguno de los dos miembros de la pareja, una circunstancia que en numerosas ocasiones hace que la pareja se tambalee. "A veces nos olvidamos de que vivir con otra persona lleva implícita una rutina. La aparición de una antigua pareja o amante en nuestra vida actual rompe toda esa rutina, nos hace soñar con el pasado y recordar cómo nos sentimos hace tiempo, quiénes fuimos y por lo tanto nos hace plantearnos quiénes somos ahora", señala María José Pérez Fernández-Manchón, psicóloga que trabaja regularmente en terapia familiar y de pareja. "Siempre que la relación acabase de forma agradable y que los recuerdos no sean dañinos, se despertará en nosotros un sentimiento de anhelo, ya que es muy importante sentirnos deseados, más aún cuando ese deseo lo vuelve a provocar después de mucho tiempo quien un día fue tu novio o novia".
Shirley P. Glass ha tratado problemas de pareja desde finales de los años ochenta, y en su trabajo ha descubierto que diversas nociones sobre la infidelidad popularmente compartidas no son tan veraces como la mayor parte de la gente cree. Su experiencia ha sido recogida en Not Just Friends, un ensayo publicado en 2003 por Free Press cuya tesis principal es que partimos de ideas equivocadas a la hora de abordar una situación de infidelidad. "Suele pensarse que un desconocido que irrumpe en nuestras vidas es el perfil del sujeto que puede separarnos de nuestras parejas, pero las amistades, las relaciones laborales e Internet son las principales amenazas para nuestros matrimonios", argumenta. Y entre todos esos grupos, el peor es el de las antiguas parejas que, un buen día, vuelven a hacer acto de presencia. "Cuando antiguos amantes se encuentran, especialmente aquellos que nunca llegaron a consumar su relación, tienen que realizar un gran esfuerzo consciente para controlar sus sentimientos y evitar volver a caer en la tentación. Es difícil encontrarse sólo una vez y recordar tiempos mejores sin reavivar viejos sentimientos. Pensar que el amor por su pareja actual les parará no suele ser suficiente".
Parejas para siempre
Un estudio realizado por la Universidad de Virginia a partir de las declaraciones y reacciones de un grupo de recién separados señalaba que es lógico que se intenten olvidar aquellas relaciones que fracasaron, como un mecanismo de defensa. Sin embargo, también se descubrió que "aunque esta estrategia es normal, la mayor parte de las veces no hace más que empeorar las cosas. Cuanto más énfasis se pone en sacarse de la cabeza una relación fracasada y no deseada, con más facilidad vuelve ésta a nuestros pensamientos. Y si por el contrario, nos encontramos ante una historia que ha terminado mal pero sigue siendo deseada, las reacciones emocionales de esta persona pueden agudizarse". Es lo que ocurre cuando nos reencontramos con alguien a quien deseábamos, pero las circunstancias externas nos separaron: nuestros sentimientos seguramente serán mucho más fuertes que ante alguien a quien acabamos de conocer, puesto que compartimos un pasado en común que percibimos como ideal, y pretendemos ajustar cuentas con el mismo.
Cuando estamos sin pareja, quedamos y pasa lo que pasa
"Siempre hay un deseo de saber qué hubiera pasado, o si ahora volvería a pasar lo mismo que aquella vez… pero ahora son dos personas distintas a aquellas, y si no queremos cambiar al otro y hay unas bases claras y asentadas, ¿por qué esta vez no va a salir bien? Existen parejas que maduran juntos y otras lo hacen por separado, sólo que se volvieron a encontrar en el momento justo y habiendo superado cada etapa, vuelven a formarse y perduran en el tiempo", apunta a tal respecto María José Pérez.
Miguel Ángel y Patricia mantienen una relación curiosa. Se conocieron en el instituto, donde formaron pareja durante esos años de conflictiva adolescencia. La Universidad, por parte de ella, y el trabajo, por parte de él, los separaron. Hasta que unos años y varias relaciones más tarde, cuando ambos se acercaban a la treintena, retomaron su relación donde la habían dejado. Sin embargo, volvieron a encontrarse con algunos problemas del pasado, y ambos decidieron, por segunda vez, que no estaban destinados a vivir juntos. Patricia estuvo a punto de casarse con su siguiente pareja, mientras que Miguel no volvió a disfrutar de una relación estable. Y ahora, a los treinta y seis años, vuelven a darse una tercera oportunidad. "No sé decirte muy bien por qué", cuenta Miguel, "pero siempre que nos encontramos sin pareja, terminamos quedando, y al final pasa lo que pasa. Creo que lo que ocurre es que es la mujer de mi vida, y que a pesar de las dificultades, estoy destinado a terminar con ella. Ahora mismo, no me quejo". Este es uno de los factores que se repiten en este tipo de relaciones. "La gente que es capaz de reconectar y volver a enamorarse de la misma persona siente que su amor es único, más especial que el del resto", afirma sobre tal punto Shirley P. Glass.
El paso que nunca debería darse
Una herramienta que ha impulsado el retorno de muchas parejas a nuestras vidas son las redes sociales en Internet. De hecho, Miguel y Patricia volvieron a establecer contacto gracias a una de ellas. Cuando una relación termina, es común no volver a saber de la otra persona puesto que ello implicaría que uno de los dos diese el primer paso, pero esta actitud favorece que tarde o temprano nos volvamos a poner en contacto con aquellas personas con las que mantuvimos relaciones románticas. Además, a este factor hay que sumarle la privacidad que garantizan las redes sociales, y que provoca que sea más sencillo traspasar ciertas líneas. Citarnos con un ex a escondidas de nuestra pareja probablemente parecería inapropiado, pero sin embargo, mantener un intercambio constante de mensajes a través de estos medios parece estar permitido pues "no se hace nada malo", y además, nos encontramos a resguardo de la mirada de los demás y de las constricciones sociales. Pero como ya hemos visto, este primer paso puede conducir a otros que nos lleven aún más lejos.
Este tipo de relaciones intermitentes y prolongadas a lo largo del tiempo han sido material de primera para novelas o películas románticas, casi siempre desde perspectivas totalmente opuestas. Por un lado, la positiva, que es la que ilustra el best-seller de David Nicholls Siempre el mismo día, recientemente adaptado al cine por la directora Lone Schefrig en una película protagonizada por Anne Hathaway. En ella, sus dos protagonistas se encuentran (y desencuentran) en repetidas ocasiones a lo largo de veinte años, en una relación que oscila entre la amistad, el cariño y finalmente, el amor. Pero por otra parte, estas relaciones encuentran otra declinación como muestras ejemplares de la fatalidad del amor en su vertiente más romántica: es el caso, por ejemplo, de La mujer de al lado de François Truffaut o la novela de la mexicana Laura Esquivel Como agua para chocolate.
Creamos un espejismo y percibimos el pasado como si fuera modélico
Las posibilidades de éxito de dichos revivals amorosos son, sin embargo, dudosas. Pero Nancy Kalish, investigadora y profesora de la Universidad de California descubrió, en su estudio publicado a mediados de los años noventa, que en un 72% de situaciones dichas parejas permanecían juntas, un porcentaje que se elevaba al 78% en el caso de que la separación de la misma se hubiese producido por razones ambientales, externas a los miembros de la pareja.
Una perspectiva optimista que se opone al casi 30% restante en el que la memoria selectiva nos lleva a crear un espejismo, ya que nos hace recordar lo bueno y no los problemas que no fuimos capaces de superar. El doctor Cecilio Paniagua establece, a tal respecto, que "la ecuación 'recuerdo = reproducción de la realidad objetiva' es una falacia. Buscamos con ahínco en el presente lo hermoso de nuestro pasado, lo que sentimos que dio significado positivo a nuestra existencia. Pero con frecuencia sucede que el presente es poco halagüeño y choca demasiado con las imágenes idealizadas de otras personas del pasado. Esto acentúa la tendencia a evocar como modélico lo pretérito".
¿Qué hacer, por lo tanto, ante este retorno de lo olvidado? María José Pérez apunta que "para poder llegar a tener la pareja que deseamos, la confianza en nosotros mismos y en el otro es fundamental, aunque no lo único. En muchas parejas falta comunicación, entendimiento y diálogo fluido, y no podemos contentarnos con los tópicos de 'al llevar muchos años juntos no nos queda mucho que decir' o 'si ya nos conocemos, no nos hace falta hablar para entendernos' porque siempre hace falta y siempre tenemos algo que decir al otro". A ello hay que añadirle el control sobre nuestros propios celos, pues puede ocurrir que ellos sean los desencadenantes del conflicto. La sinceridad a la hora de exponer nuestras relaciones con los amigos virtuales, un lenguaje claro y libre de ambigüedades y la limitación del tiempo que dedicamos a dichas redes pueden ser pequeños detalles que marquen la diferencia.
Por Héctor G. Barnés from elconfidencial.com 18/12/2011
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