Millonarios compran terrenos de una de las partes del planeta más amenazadas por el cambio climático para intentar salvarla
Los densos bosques, glaciares y fiordos, los guanacos que habitan en sus pastizales y los cóndores que sobrevuelan las cimas heladas de las montañas son algunas de las estampas visibles en la Patagonia, en el sur de Chile y Argentina. La exuberante biodiversidad de esta región del planeta, que Darwin recorrió durante cuatro años, fue una de sus fuentes de inspiración para escribir la teoría de la evolución de las especies. Pero a pesar de su belleza y su alto valor ecológico, este rincón virgen es una de las zonas amenazadas del planeta.
El clima está cambiando, la desertificación avanza ayudada por el viento característico de la zona y los glaciares patagónicos se deshielan a un ritmo superior a otras zonas del mundo, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Tan sólo un 5% de la Patagonia tiene algún estatus de conservación frente al 13% del territorio del globo que está protegido de manera oficial, según explica la Fundación Tompkins Conservation.
Esta organización promueve desde hace dos décadas la conservación de la biodiversidad de la Patagonia con un peculiar método: adquieren terrenos en peligro, desarrollan proyectos para la restauración del hábitat a sus condiciones naturales y recuperan especies amenazadas —como los huemules, unos ciervos típicos de la región chilena, de los que apenas quedan 2.000 ejemplares, o el oso hormiguero de Argentina—. El objetivo final es que, una vez el ecosistema ha sido restaurado, los respectivos Gobiernos se comprometan a proteger la zona mediante la declaración de Reservas Naturales y sean ellos quienes gestionen los santuarios.
El proceso ya se ha completado en el chileno parque del Pumalín, donde en los años setenta las políticas impulsadas por el gobierno de Pinochet propiciaron las actividades extractivas y la tala masiva de árboles, entre ellos, el alerce milenario, casi desaparecido, que ahora se está repoblando a través de viveros. En total, la organización Tompkins cedió en 2007 al Gobierno chileno 290.000 hectáreas. También en 2005 donó 80.000 hectáreas para la creación del Parque Nacional del Corcovado y otras tantas han sido entregadas a Argentina.
Detrás de esta organización se encuentra el matrimonio Tompkins, Kristine y Douglas. Son dos multimillonarios estadounidenses que amasaron importantes fortunas al frente de marcas de ropa como Patagonia y The North Face, vendieron sus empresas y cambiaron el asfalto de la ciudad por la vida en el campo. Habían recorrido innumerables aventuras alrededor del mundo, pero eligieron vivir en y para la Patagonia.
Un santuario para la biodiversidad
La pareja de activistas centra ahora sus esfuerzos en la creación del Parque Nacional Patagonia en Chile, ubicado en torno al Valle de Chabuco, una zona de transición entre la estepa semiárida y los bosques templados de ñires, árbol típico del lugar. La explotación de sus recursos mineros y de gas, la erosión de los suelos a causa de la agricultura y la ganadería y un nuevo macro proyecto hidrológico son algunos de los grandes retos a los que se enfrenta esta zona verde del cono sur de América.
El gobierno ya había marcado la zona como prioridad ecológica tres décadas atrás, pero fueron los Tompkins quienes finalmente asumieron el coste de las 80.000 hectáreas y desde hace 10 años trabajan con las población local en su conservación. Coincidiendo con esa fecha, el pasado 26 de marzo el expresidente Ricardo Lagos realizó una visita a la reserva para reunirse con el matrimonio Tompkins. A ambos sorprendió la rápida propagación de un incendio, que permaneció vivo durante más de una semana y que ha calcinado 3.000 hectáreas, mayoritariamente de pastizales, matorrales y algunos sectores boscosos de ñire y lenga.
En un comunicado tras el incendio, la organización ha recordado que “el principal ecosistema afectado por el incendio, la estepa patagónica, al contrario de lo que pueda parecer, representa menos del 2% del área protegida por el Estado”. Aunque desde un primer momento las autoridades apuntaron a un accidente como la causa más probable del fuego, la hipótesis aún no ha sido confirmada.
A pesar de este incidente, que ha afectado gravemente a una importante extensión, los Tompkins han anunciado que la reserva abrirá sus puertas al público en diciembre de este año y trabaja con el Gobierno para crear en un futuro próximo el Parque Nacional Patagonia, una gran zona protegida fruto de anexionar esa reserva a las de Jeinimeni y Tamango.
Filántropos polémicos
Realizan sus inversiones a fondo perdido, pero a pesar de ello, o precisamente por ello, son numerosos los colectivos que ven en la intervención de los Tompkins en la zona objetivos difusos. Desde la sociedad chilena, nada habituada a la filantropía de grandes magnates, se ha acusado a la pareja, entre otras cosas, de organizar conspiraciones sionistas o practicar nuevas formas de colonialismo. Los Tompkins se han ganado enemigos en el sector industrial: se han enfrentado a la industria salmonera, a la que acusan de introducir especies no autóctonas en la zona, uso masivo de antibióticos y contaminación, así como al macro proyecto hidroeléctrico de Aysén, capitaneado por las compañías Endesa y Colbún. También algunas comunidades campesinas se han visto perjudicadas por la imposibilidad de utilizar las tierras que adquieren para la agricultura y la ganadería.
En la actualidad, el matrimonio ha invertido 300 millones de dólares en sus proyectos en la Patagonia y posee 450.000 hectáreas en Argentina y 200.000 en Chile repartidas en 11 puntos diferentes; tierras que esperan donar íntegramente en la próxima década a sus respectivos gobiernos. “No sé cuántos años más me quedan”, declaró Douglas Tompkins a la revista argentina Qué pasa.
http://elpais.com/elpais/2014/11/12/planeta_futuro/1415788440_225152.html
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