Aunque ningún órgano se detiene por completo y si lo hace está considerado una grave enfermedad, el corazón es del que somos más conscientes de que si se para, malo. Tanto es así que la muerte clínica se basa en la parada cardíaca. Es lógico, por tanto, que nos preocupe mantener este músculo sano y latiendo sin sobresaltos durante muchos años. Para lograr tal cosa, lo de siempre: ejercicio y tener una buena alimentación. Pero hay cosas que forman parte de nuestras comidas del día a día que comprometerán nuestra función cardíaca, tal vez no de forma instantánea, pero sí a medio y largo plazo.
1.
Bollería industrial
Bollería industrial
El término 'industrial' es lo más importante. Una madalena hecha por un artesano en su propio horno es perfectamente segura (aunque sigue conteniendo hidratos de carbono de rápida absorción, azúcares y grasas). No se puede decir lo mismo de las industriales. Para mejorar las propiedades organolépticas de los alimentos, ciertas compañías utilizan un proceso llamado hidrogenación. Este consiste en inyectar hidrógeno a altas presiones para 'torcer' la molécula de los aceites para convertirlos en sólidos a temperatura ambiente, dando lugar a grasas trans. Sus efectos sobre la salud han sido ampliamente discutidos, siendo el punto de referencia el estudio llevado a cabo por los investigadores Dariush Mozaffarian, Martijn B. Katan, Alberto Ascherio, Meir J. Stampfer y Walter C. Willet, del Laboratorio Channing y la Harvard Medical School, en el que descubrieron que, de 140.000 sujetos, el consumo de ácidos grasos trans aumentaba un 23% la incidencia de enfermedad cardíaca coronaria.
2.
Jamón
Jamón
Malas noticias para los amantes del producto más español y delicioso que existe. Según la Base de Datos Española de Composición de Alimentos, dependiente del Ministerio de Sanidad, el jamón ibérico de bellota contiene 1.935 mg de sodio por cada 100 gramos, lo que corresponde al 84,1% de la cantidad diaria recomendada de sodio en nuestra dieta. Esta cantidad la sitúa la Biblioteca Médica de Estados Unidos en 2.300 miligramos diarios. Y advierte de sus efectos adversos: "Demasiado sodio en la dieta puede llevar a una presión arterial alta. Además, puede provocar una acumulación grave de líquido en personas con insuficiencia cardíaca, cirrosis hepática o enfermedad renal", por lo que si padecemos alguna de esas cosas deberemos reducir su ingesta.
3.
Comida china
Comida china
Las reacciones que provoca en algunas personas uno de los aditivos más usados por los restaurantes chinos pueden suponer un riesgo para nuestro corazón. El glutamato monosódico es un potenciador del sabor. Su uso sigue permitiéndose hoy en dia porque no hay estudios concluyentes que expliquen por qué causa esos síntomas, pero parece ser que ciertas personas con predisposición pueden desarrollar el conocido como 'síndrome del restaurante chino', que se caracteriza por palpitaciones, ritmo cardíaco acelerado y anormal, dolor torácico, dolor de cabeza, entumecimiento o ardor en la boca y sudoración. Si son reacciones leves, suelen remitir sin más problemas, pero si no, visitar a un médico será lo que debemos hacer (además de dejar de ingerir comida china).
4.
Yema de huevo
Yema de huevo
Aunque hoy en día se está debatiendo si los estándares de la cantidad de colesterol en sangre idealesson correctos (ahora se cree que un equilibrio entre los diferentes tipos es lo más importante y no su cantidad total), en lo que sí hay consenso es que las personas que ya hayan sufrido algún tipo de enfermedad cardiovascular deben controlar y reducir la ingesta de este tipo de nutriente. Por desgracia, los huevos, en concreto su yema, son uno de los alimentos que más contenido de colesterol tienen, por lo que junto a los mariscos, las vísceras (los sesos en concreto son extraordinariamente ricos en colesterol) o la matequilla, deberemos reducirlo en nuestra dieta.
5.
Helados
Helados
No es por el helado en sí, sino por la mezcla de cosas que contiene (muchas grasas y azúcares) y sus efectos, que básicamente son la ganancia de peso y el aumento del azúcar en sangre. Hay muchos alimentos que provocan este tipo de reacciones en nuestro cuerpo, pero el helado es el mejor ejemplo. La obesidad es un factor de riesgo para desarrollar cardiopatías isquémicas, como se explica en un informe del doctor Jesús A. Morlans Paz, del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular en La Habana, Cuba. En este texto, el doctor deja claro que "en los ultimos años se ha considerado a la obesidad como uno de los principales factores de riesgo de la cardiopatía coronaria junto al tabaquismo, hipercolesterolemia, hipertensión y sedentarismo". Esto no significa que no debamos tomar helados, pero que sí seamos conscientes de sus efectos sobre nuestro organismo, y que los tomemos con responsabilidad.
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