martes, 7 de enero de 2020

Morir por cocinar con combustibles sucios

Panorámica del 'slum' de Mathare, en Kenia.

Panorámica del 'slum' de Mathare, en Kenia. 

Cada año, la exposición a la contaminación del aire en espacios interiores mata a 4,3 millones de personas. Más del 80% de africanos aún depende de la biomasa como principal fuente de energía



Cada año, la exposición a la contaminación del aire en espacios interiores (CAI) mata a 4,3 millones de personas, más que la suma de muertes causadas por el VIH/SIDA, el paludismo y la tuberculosis. Se produce cuando los hogares usan combustibles anticuados, como por ejemplo leña, carbón, desechos de cultivos y queroseno, para cocinar y suministrar calefacción, por lo que poner fin a las muertes relacionadas con la CAI es tan simple como proveer soluciones limpias para cocinar.
Sin embargo, el mundo no lo ha hecho. A lo largo y ancho de África, por ejemplo, más del 80% de las personas aún dependen de la biomasa como su principal fuente de energía. En mi país de origen, Sierra Leona —uno de los cinco países más vulnerables al cambio climático—, menos del 20% de la población accede a la electricidad, a la vez que más del 90% depende del carbón y la leña para cocinar. Si las tendencias actuales se mantienen, los africanos seguirán usando tales combustibles para cocinar en el año 2050.
Costaría una cantidad estimada de 4,4 mil millones de dólares anuales satisfacer las necesidades residenciales de cocinas con combustibles limpios a nivel mundial, mucho más de lo que se tiene disponible actualmente. Si bien esa cifra no es pequeña, se ve minimizada por los costos de la inacción. Más allá de sus efectos devastadores en la salud humana, la dependencia de combustibles forestales no renovables para cocinar contribuye a un gigatón de emisiones de CO2 al año, o alrededor del 2% del total de emisiones.

Además, tales métodos de cocción son una fuente importante de carbono negro, el segundo mayor impulsor del cambio climático después del CO2: la cocción con combustibles sólidos únicamente en el África subsahariana da cuenta de alrededor del 6% de las emisiones de carbono negro. Para agravar el efecto sobre el clima, hasta el 34% del combustible forestal en el África subsahariana se cosecha de manera no sostenible, lo que contribuye a la deforestación.
La persistencia de los métodos anticuados de cocción y calefacción representa un importante deterioro para las economías. En el África subsahariana, se pierde aproximadamente el 3% del PIB cada año como resultado del aumento de la mortalidad y morbilidad por la CAI, el gasto evitable en combustibles sólidos, el tiempo perdido en la recolección de leña, y los daños ambientales. Las mujeres y los niños son los que más sufren.
La dependencia de combustibles forestales no renovables para cocinar contribuye a un gigatón de emisiones de CO2 al año, o alrededor del 2% del total de emisiones
No abordar el problema no refleja que se tenga tecnología inadecuada o incluso que los recursos sean insuficientes, sino que refleja una falta de voluntad política. Si bien los gobiernos y los actores internacionales han trabajado para expandir el acceso a la electricidad, a menudo han dejado de lado las soluciones limpias para cocinar, como por ejemplo no han recurrido al uso de electricidad derivada de energías renovables. Los esfuerzos por promover formas limpias de cocinar han sido en gran medida descoordinados, constreñidos y poco sistemáticos, con una participación limitada de los consumidores.
Una nueva iniciativa apunta a cambiar esto. El Fondo para soluciones de cocina limpia (CCF) del Banco Mundial, lanzado en la cumbre de acción climática de las Naciones Unidas en septiembre pasado en Nueva York, movilizará 500 millones de dólares para ayudar a garantizar el acceso universal a soluciones de cocina limpia hasta el año 2030. Esto incluye aumentar la producción de combustibles limpios para cocinar, el desarrollo de cadenas de suministro que funcionen óptimamente para abastecer de dichos combustibles a miles de millones de personas, y fomentar la innovación y la difusión de las tecnologías pertinentes.
Con este fin, el CCF apalancará los recursos del Banco Mundial y de otros bancos de desarrollo para atraer inversiones privadas, incluso mediante la creación de nuevas fuentes de ingresos e incentivos a lo largo de las cadenas de valor. También desarrollará un mercado de bonos de impacto social para el sector de las soluciones de cocina limpia
Además, el CCF apoyará una plataforma mundial para el conocimiento y la innovación, incluida la Plataforma para la Acción de Salud y Energía, convocada por la Organización Mundial de la Salud, el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas y el Banco Mundial en colaboración con las organizaciones de la sociedad civil Hivos y ENERGIA. Todo esto debería ayudar a producir resultados verificables a nivel de efectos (número de hogares con acceso a una solución de cocina limpia) y el nivel de impacto (beneficios para la salud, la igualdad de género y el medio ambiente).
Pero, por prometedor que sea el CCF, lograr sus objetivos requerirá estrategias políticas coherentes, respaldadas por un compromiso firme y sostenido a nivel nacional, regional y mundial. La India es un país que ha demostrado tal compromiso.
Según el Informe de Progreso Energético 2019 del Banco Mundial, que realiza un seguimiento del progreso hacia la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 7 (garantizar el acceso a energía asequible, confiable, sostenible y moderna para todos), el país ha aumentado su tasa de electrificación considerablemente, del 50% en el año 1994 a 93% en el 2017. Su tasa de acceso a las soluciones de cocina limpia sigue siendo mucho menor, 45% en el año 2017, pero aún representa un progreso significativo, ya que se ha más que duplicado desde el año 2000. Y, la proporción de la población que usa biomasa para cocinar disminuyó del 64% en el año 2010 al 59% en el 2015.
Este cambio ha sido impulsado, en parte, por el acceso ampliado al gas licuado de petróleo. En el año 2016, India se convirtió en el tercer mayor importador mundial de GLP, detrás de China y Japón. Ese año, el gobierno también lanzó el programa Pradhan Mantri Ujjwala Yojana, con el objetivo de proporcionar hasta el año 2019 acceso a GLP a 50 millones de hogares que viven en la pobreza. El año pasado, superó ese objetivo y amplió el esquema para cubrir 80 millones de familias. Otros países, como Camboya e Indonesia, también han logrado avances significativos en la expansión del acceso al GLP y a otros combustibles limpios para cocinar.
El imperativo ahora es continuar construyendo sobre estos avances, mientras se adaptan las estrategias que los impulsaron a diferentes contextos, especialmente en África. Con este fin, la ONU debe liderar el avance de un enfoque de múltiples partes interesadas que se impulsa mediante fuertes alianzas público-privadas. Tal enfoque ya funcionó anteriormente, movilizando miles de millones de dólares de inversión en energías renovables y eficiencia energética. Puede funcionar nuevamente y puede salvar millones de vidas en el proceso.

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