Como todo movimiento arriesgado, el último plan concebido en el gran banco de inversión estadounidense JP Morgan Chase está sembrando cierta división interna. Una unidad de la entidad trabaja en un sistema que haga prescindibles las tarjetas de crédito. Lo hacen bajo las órdenes directas del CEO del banco más grande de EEUU, el célebre Jamie Dimon. Sin embargo, otras unidades dentro de la firma no lo ven tan claro y lo están haciendo notar.
Según relata el Financial Times, la orden vino de Dimon durante una reunión a puerta cerrada en la sede de JP Morgan en noviembre. Ante la creciente presión de las pujantes fintech, más ágiles en cuanto a sistema de pagos, el CEO presionó a los líderes de sus dos mayores divisiones para que dejaran de lado cualquier diferencia y colaboraran en un nuevo sistema de procesamiento de pagos.
"Si me entero de que alguno de vosotros no está compartiendo información con los demás, o que estáis ocultando información, estáis despedidos", dijo Dimon a los cerca de 15 ejecutivos que se habían reunido para la reunión en Nueva York, según dos personas con conocimiento de las declaraciones.
La declaración de Dimon, aseguran las fuentes del FT, fue pronunciada con su habitual estilo bromista, pero reflejó los retos a los que se enfrentan los grandes bancos cuando intentan modernizar su tecnología.
El nuevo sistema que está desarrollando el banco corporativo y de inversión de JP Morgan -unidad conocida con las siglas CIB- permitiría a los comerciantes recibir los pagos directamente de los consumidores, eliminando la necesidad de las tarjetas de débito o crédito y suponiendo una amenaza para las lucrativas comisiones que ganan los bancos y las empresas dominantes de tarjetas Visa y Mastercard.
La creencia de que este sistema tenía el potencial de sustituir al plástico creó tensiones inevitables con la división de banca de consumo y comunitaria de JP Morgan -CCB-, que registró más de 5.000 millones de dólares en ingresos por tarjetas en 2021.
Sin embargo, Dimon consideró que era mejor arriesgar los ingresos existentes que permitir que los competidores no bancarios se adelantaran a JP Morgan. Ya había ocurrido antes: Dimon ha dicho que JP Morgan debería haber construido su propia plataforma de pagos móviles para comerciantes antes que Square, la fintech cofundada por Jack Dorsey y ahora rebautizada como Block.
El debate del pasado noviembre duró hasta seis horas y se centró en cómo los numerosos y poderosos grupos de interés internos de JP Morgan se repartirían el proyecto. Entre los ejecutivos que asistieron se encontraban Daniel Pinto, presidente del banco y jefe de la unidad CIB, así como Marianne Lake y Jennifer Piepszak, que recientemente había sido ascendida para codirigir la unidad CCB.
El plan trazado de inicio consistía en que la unidad CIB se ocuparía de la tecnología y trabajaría con los comerciantes, mientras que la unidad CCB trabajaba para aclarar las protecciones de los clientes en caso de uso indebido o fraude.
Demanda de los comerciantes
La entrada de JP Morgan en el sistema de pago por banco responde a la demanda de comerciantes como Amazon y Walmart, que se quejan de que los bancos y las firmas de tarjetas acaparan las tasas de intercambio, que en EEUU son del 1,8% por transacción, según la consultora de pagos CMSPI. En la UE, las tasas de intercambio están limitadas al 0,3% para los pagos con tarjeta de crédito y al 0,2% para las tarjetas de débito.
El hecho de que cada vez que se pasa una tarjeta se le quite al comerciante un poco de dinero, es un hecho. En 2020, los comerciantes estadounidenses pagaron unos 110.000 millones de dólares en tasas de procesamiento por 7,6 billones de dólares en transacciones con tarjeta, según el Informe Nilson.
El nuevo sistema, que permitiría a los vendedores recibir el pago directamente de la cuenta bancaria del cliente, forma parte del creciente movimiento hacia la "banca abierta", que permite a los consumidores dar a los proveedores financieros la posibilidad de acceder a su información financiera.
Los pagos por transferencia bancaria se han puesto de moda en países como los Países Bajos y la India, pero los consumidores estadounidenses han sido más lentos en su adopción.
Esto se debe, en parte, a la torpeza de la cámara de compensación automatizada de banco a banco del país, una red que liquida los pagos en días y no en segundos y cuyas raíces se remontan a la década de 1970. Esto puede cambiar el año que viene, ya que la Reserva Federal de EEUU tiene previsto lanzar FedNow, un nuevo servicio de pagos rápidos para los grandes bancos, y es otra de las razones por las que JP Morgan está apostando por el pago por banco.
A corto plazo, JP Morgan cree que el pago por banco es una alternativa para los pagos de alquileres y facturas, así como para el efectivo, el débito de alto precio y los cheques, más que para las tarjetas de crédito, según personas involucradas en el proyecto.