domingo, 23 de junio de 2024

Quemados de tanto autocuidado: cuando vivir bien significa ser menos felices



Imagen: iStock



¿Por qué se hace tan duro estar bien física, emocional y psicológicamente en nuestros días? Repasamos con un experto los peligros de la excesiva patologización de nosotros mismos y de la vida cotidiana




Marta se levantaba a las siete y media, preparaba corriendo un táper de lo que encontraba en la nevera y salía pitando a compartir un vagón de metro lleno con ochenta personas. Después de dos trasbordos, llegaba al cabo de cuarenta y cinco minutos, con suerte, a su puesto de trabajo en el que quedaba confinada hasta poco más de las siete de la tarde. Luego, volvía a hacer el camino inverso hasta su casa, dejaba las cosas y salía a tomar cervezas hasta bien entrada la noche. Los días siguientes, más de lo mismo: colegas del máster, su amiga de toda la vida que lo acababa de dejar con su novio, concierto de un viejo amigo, salir a cenar y una presentación de un libro en la que esperaba hacer muchos contactos para un proyecto creativo. Vivía rápido, comía rápido, caminaba rápido, trabajaba rápido y descansaba mal. Al cabo de unos meses, Marta petó. Una voz apareció en su cabeza asentando un golpe de realidad que no podía ignorar: es lo que sucede cuando no te cuidas.

"... Últimamente, fumo y bebo un montón, me alimento a base de bocadillos, no hago ejercicio y me falta un riñón". Como dice la canción de Aiko el Grupo, Marta empezó a victimizarse para aplacar su sensación de culpa al no poder hacerse cargo de su vida. Lo único que había hecho todo ese tiempo era tirar hacia delante de forma indefinida, sin pensar en las consecuencias para su salud física y mental. Para resolverlo, se puso en manos de un psicólogo al que pronto cogió confianza, pero un problema familiar socavó todos sus intentos de mejorar. "Mi estrés fue a más, me sentía peor de ánimo y me metí en una espiral de pensamientos negativos que desembocaron en un cuadro ansioso depresivo. Necesitaba medicación y dejar atrás los malos hábitos", asegura a El Confidencial.


"Las personas que acuden a terapia saben más de psicología, vienen autodiagnosticadas, convertidas en terapeutas de sí mismos"


Un psiquiatra hace poco le prescribió un fármaco de más de seis sílabas, cuyos efectos secundarios le han generado un agotamiento excesivo, falta de concentración y sensación de apatía. "Decidí dejar el trabajo y cambiar de sector a otro oficio menos cualificado en el que no tuviera que pensar ni tomar muchas decisiones", relata. "Me apunté al gimnasio, dejé el alcohol y los cigarrillos, empecé con el yoga, a comer sano, y dejé de salir tanto de bares". Por fin se está cuidando. Sin embargo, sus niveles de estrés y de estado de ánimo han empeorado, volviéndose más hipervigilante consigo misma, poniéndose histérica con cada asunto que sale de su estricta programación diaria. "Lo peor de todo es que ya no disfruto tanto de la vida y echo de menos a la persona que era antes", concluye.


El gran auge del autocuidado

Este relato es un ejemplo de cómo, a veces, cuanto más esfuerzo pones en tu propio cuidado, te sientes más solo y vulnerable o más incapaz de enfrentarte a las exigencias de la vida cotidiana. La razón es sencilla: en una época de estrés, cuidarse conlleva esfuerzo; pero, también, resulta paradójico que un estilo de vida tóxico se antoje como mucho más productivo y satisfactorio, tanto en el nivel personal como en el profesional. Además, en un contexto en el que no se buscan causas colectivas al malestar y se responsabiliza al individuo de su salud mental, es lógico que la industria del autocuidado no pare de crecer. En 2022, esta actividad aumentó en España un 11%, según los cálculos de la propia Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp). A la hora de revisar datos más macro, el Global Wellness Institute estima que en los próximos años alcance los 8,5 mil millones de dólares en todo el mundo, atribuyendo su auge a después de la pandemia.


"Pensar únicamente en ti mismo, en estar mejor o estar bien, te aísla del resto"


El problema, obviamente, no consiste en negar las máximas básicas del autocuidado: es obvio que, si te alimentas bien, duermes mejor y no desarrollas malos hábitos, tienes más posibilidades de sentirte bien a nivel físico y mental; lo perverso es cuando esa idea de cuidado viene impuesta por unos cánones y acompañada de una gestión psicológica sobredimensionada, no ya por parte de los propios profesionales de la salud mental, sino por el propio individuo. "Las personas que acuden a terapia cada vez saben más conceptos psicológicos, vienen autodiagnosticadas, convertidas en terapeutas de sí mismos", asegura Edgar Cabanas, doctor en psicología de la UNED, a este diario. "Esto dificulta el abordaje de sus problemas, porque el profesional tiene que desmontar antes todo el andamiaje que el individuo ha construido sobre sí mismo en su cabeza y al que se aferra tanto".


"La exploración de la interioridad humana está siendo reemplazada con una idea fija de higiene mental", asegura Darian Leader


Cabanas es autor del célebre Happycracia, publicado junto a Eva Illouz hace ya casi seis años. Ellos fueron autores puntales a la hora de denunciar los efectos perjudiciales de mucha de la psicología positiva y de autoayuda de nuestra época, un fenómeno que se ha acrecentado con el paso de los años. Otras psicoanalistas, como Julie Reshe, van más allá, llegando a vincular esta interiorización personal de los postulados sobre salud mental con la propia religión. "Las raíces de la tendencia moderna a la positividad pueden encontrarse en el pasado religioso, que una vez proporcionó a las personas ciertas pautas para la vida y la noción de salvación, ofreciendo una imagen sólida del mundo con un final feliz", argumentaba en un artículo publicado en la revista Aeon. "En nuestro mundo secular, la psicología llena un vacío dejado por la religión, sirve para dar explicaciones y esperanza en una vida mejor".

Darian Leader es otro de los autores más agudos contra esta idea uniforme de la salud mental y del autocuidado. En su libro La moda negra: duelo, melancolía y depresión, publicado en 2012, el presidente del College of Psychoanalysts, postula que "la exploración de la interioridad humana está siendo reemplazada con una idea fija de higiene mental". En este sentido, un problema individual que alude a causas estructurales del propio sistema se ve como "un problema biológico". En un fragmento rescatado de Reflexiones Marginales, Leader apunta que "los pacientes deprimidos tienen que ser devueltos a sus estados anteriores en los que eran productivos y felices". Lo malo, como le sucedió a Marta, es que era más feliz cuando no se preocupaba tanto por sí misma, y también mucho más productiva a nivel laboral y social.


"Nuestro sistema va hacia una privatización de la salud. Cuanto más se debilita la salud pública, más germinan este tipo de discursos en la sociedad"


Entonces, ¿ayuda ser un descuidado o desarraigado de sí mismo y de la salud para sentirnos mejor y más productivos? "Yo personalmente no lo llamaría descuidarse, sino una idea alternativa de lo que todo el mundo entiende por cuidado", responde Cabanas. "El problema de este discurso es cuando se apodera de los significados de 'cuidado' o 'felicidad'. El cuidado no es acabar obsesionado contigo mismo. Por supuesto que lo individual juega un papel impotante, pero la salud tiene una dimensión social que no podemos olvidar". Además, el doctor defiende el derecho a que cada uno descubra cuáles son los atributos de la salud, ya que esta no se puede cuantificar ni medir. "Siempre podrías estar más sano, hacer más deporte o comer mejor", admite. "Muchas actividades sociales como ir a tomar cervezas con los amigos o dar un paseo se ven como improductivas, ya no tanto perjudiciales, sino improductivas, porque no es tiempo dedicado a uno mismo". Y, al final, "pensar únicamente en ti mismo, en estar mejor o estar bien, te aísla del resto", apunta Cabanas.

A fin de cuentas, se trata de una idea de salud y de felicidad que viene importada de la cultura estadounidense. "La mayor parte de los libros de autoayuda que se publican son de autores de Estados Unidos, y en caso contrario, son un refrito de esos mismos autores", sostiene el doctor. "Y tenemos que tener en cuenta que su sistema de salud es muy diferente al nuestro, que esas ideas perjudiciales germinan en un contexto en el que la salud es privada". Cabe mencionar las famosas películas de Woody Allen donde el cineasta encarna personajes obsesivos que permanentemente se psicoanalizan intentando buscar conexiones de su vida afectiva y personal con su psique más profunda. "Nuestro sistema va hacia una privatización de la salud, y no es casualidad que afloren este tipo de discursos que estamos importando. Cuanto más se debilita la salud pública, más germinan este tipo de discursos en el seno de la sociedad", concluye Cabanas.