jueves, 13 de junio de 2024

MIEDO A SER IMPERFECTOS La brecha del agrado en los tímidos: por qué gustas más a la gente de lo que crees



Foto: iStock.



Recopilamos varios estudios que explican cómo y por qué aparece este rasgo psicológico que hace pasarlo tan mal a tanta gente, así como distintas formas de vencer la ansiedad que produce



El mundo no es para los tímidos ni demasiado reservados. Una gran verdad que, si te consideras tímido, comprendes a la perfección en el momento en que tienes que lidiar con situaciones engorrosas, ya sea una entrevista de trabajo o una cita romántica con alguien a quien acabas de conocer. Pero también para arrancar con un nuevo hobby o hacer una locución ante un gran público. ¿Cuáles son los procesos mentales que llevan a la persona tímida a agobiarse y sentir que no puede decir lo que quiere decir?

La timidez surge, ante todo, por el sentimiento de inseguridad que uno siente ante una situación social, y esto quiere decir que uno inconscientemente piensa que lo que tiene que decir no va a resultar lo suficientemente perfecto, agradable o importante respecto a su interlocutor. O también por la forma de decirlo: el tímido piensa de manera irracional que sus gestos y actitudes para con lo demás no son los suficientemente adecuados, cordiales o afables, lo que genera en él una falta de confianza sobre sí mismo y su manera de actuar.

Pero lo cierto es que la timidez no es más que un sesgo psicológico que no es real. Un estudio publicado en 2014 en la revista Journal of Experimental Psychology reveló que existe una "brecha del agrado" por la cual tendemos a pensar en mayor o menor medida que no hemos gustado lo suficiente o tal y como podríamos esperar en una interacción social determinada. Los psicólogos realizaron varios experimentos con extraños sometiéndoles a todo tipo de contextos sociales, preguntando antes las expectativas que tenían de dicho encuentro.


"Expresar aprecio por los demás no solo trae alegría a la persona que recibe el elogio, sino también a la persona que lo verbaliza"

La mayoría de ellos, por no decir todos, asumieron de antemano que sería incómodo, aunque al final todos terminaron disfrutándolo mucho más de lo que creían. Después de probarles en distintos contextos, los científicos concluyeron que hay un fallo de percepción entre lo que pensamos que podemos gustar a la gente (poco, en el caso de los tímidos) y el resultado de dicho encuentro.

Otra investigación realizada en 2018 y publicada por la revista Psychological Science remarcó esa "brecha del agrado", extendiéndola a situaciones más grandes. Por ejemplo, en un experimento se les pidió a cuatro compañeros de universidad que informaran sobre sus percepciones mutuas durante el primer año que convivieron juntos. Más o menos, cada uno de ellos tardó nueve meses de media en llegar a apreciar a los otros.


Vencer la timidez

David Robson, periodista de The Guardian, reconoce en un artículo que estamos desaprovechando la oportunidad de conocer a personas que pueden llegar a ser muy importantes en nuestras vidas solo por el hecho de que tendemos a pensar que no resultaremos agradables. "Expresar aprecio por los demás no solo trae alegría a la persona que recibe el elogio, sino también a la persona que lo verbaliza", asegura, en referencia a que una de las mejores formas de conectar con alguien pasa por mostrarse agradecido. "La mayoría de las personas se sienten mucho mejor al haber expresado sentimientos cálidos, aunque por desgracia nuestra reserva natural a expresarlos nos lleva a desaprovechar las oportunidades de consolidar nuestros vínculos".


La atelofobia es el "miedo desproporcionado a ser imperfecto", lo que se traduce en una fuerte ansiedad ante situaciones sociales


Ahora bien, ¿cómo vencer a la timidez? Robson menciona un truco, presente en otro estudio, que consiste en fijarse en determinados elementos de una situación social que nos puede provocar estrés, como por ejemplo unos zapatos bonitos, un pelo bonito... y charlar con esa persona durante unos minutos. Al entrar en la conversación con un halago pequeño, tampoco muy grande, el otro se mostrará agradecido y con una mejor disposición para escuchar.

Otra técnica implica realizar lo contrario: en lugar de obsesionarse con un detalle de las personas, lo mejor es intentar ver un panorama general de la situación. Esto implica realizar un esfuerzo consciente para observar la disposición de la sala, la gente, las conversaciones... hasta cerciorarte de que aquello que digas no tiene mucho efecto en la percepción de tu interlocutor, teniendo en cuenta que hay muchas más personas allí que se están expresando y demandando atención.

A tal punto puede llegar la timidez, basada en esa brecha del agrado, que puede convertirse en fobia. Distintos psicólogos hablan de la atelofobia como "miedo desproporcionado a ser imperfecto" en las relaciones sociales, lo que se traduce en sentir una fuerte ansiedad, rechazo o malestar ante situaciones sociales que no se perciben como ideales. Se trata, como es lógico, de un trastorno asociado a las personalidades perfeccionistas, lo que puede conllevar mucho sufrimiento al condenar al individuo a la frustración y la insatisfacción en sus relaciones, pues las imperfecciones no se ven solamente como propias, sino también ajenas.