El olvido cotidiano, como no poder recordar lo que desayunamos la semana pasada, se llama olvido natural (Pexels).
Puede que no recordar ciertas cosas nos resulte frustrante, pero los científicos cognitivos consideran que es un proceso clave del funcionamiento del cerebro
¿Cuántas veces te has pasado varios minutos buscando las llaves de tu casa en el bolso y de pronto te acuerdas -suspiro mediante- de que las habías guardado en el bolsillo de la chaqueta? Frustrante, ¿verdad? Es algo que nos pasa a todos y no, tu cerebro no está dando señales de nada. Tal y como mencionan las psicólogas Megan Sumeracki y Althea Need Kaminske en su nuevo libro titulado La psicología de la memoria, olvidar es algo bueno y normal para el cerebro, ya que evidencia todo lo contrario de lo que nos imaginamos: una función cerebral saludable y completamente necesaria.
La ciencia del olvido
Sabemos que la memoria no es un simple registro o almacén de recuerdos. El cerebro reconstruye y edita nuestros recuerdos continuamente. ¿Por qué? Porque este remodelaje de los recuerdos de la vida nos permite centrarnos en el significado más amplio y las lecciones importantes de nuestras experiencias. La memoria es un dispositivo mucho más complejo de lo que imaginamos y emplea diversos sistemas para según qué propósitos.
La memoria se puede dividir a grandes rasgos en tres etapas:
- Codificación: el proceso de convertir la información sensorial en una forma que pueda almacenarse en el cerebro.
- Almacenamiento: el mantenimiento de información codificada a lo largo del tiempo
- Recuperación: la capacidad de acceder y traer información almacenada a la conciencia. Y podemos olvidar en cualquiera de estas etapas, pero esto no significa que se haya perdido para siempre; simplemente, está inaccesible.
Imagina que recordaras cada instante, cada detalle; absolutamente todo lo que te ha pasado en la vida. Nuestro cerebro sería un caos; probablemente. Olvidar es parte de la vida y del cerebro. Pero hay distintos tipos de olvido: está el olvido natural o cotidiano, aquel que nos impide recordar qué cenamos exactamente el miércoles noche, y el olvido patológico, aquel que lo causa una lesión cerebral o enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
¿Por qué no es un defecto olvidarnos cosas?
Contrariamente a la creencia popular, el olvido no es necesariamente un defecto de nuestro sistema cognitivo. De hecho, cumple varias funciones importantes, como la eficiencia cognitiva, por la que, teniendo en cuenta que somos -o más bien nuestros cerebros- bombardeados con grandes cantidades de datos e información todos los días, olvidar representa una especie de filtro que nos posibilita centrarnos en lo que realmente es importante; o también la adaptabilidad, ya que el hecho de que olvidemos información ya obsoleta deja suficiente espacio en nuestro cerebro para almacenar nuevos aprendizajes, algo crucial en un entorno en constante cambio donde actualizarnos y adaptarnos forma parte de nuestra supervivencia.
Olvidarnos del nombre de alguien o de la contraseña que le pusiste a tu correo electrónico nuevo es habitual, ya que el cerebro prioriza la información a la que se accede con más frecuencia y, si hace tiempo que no has visto a esa persona, o apenas tecleas la contraseña de ese email, lo más habitual es que se te olvide.
"El olvido es normal y, como tal, es una señal de que el cerebro está funcionando de manera eficiente"
¿Y qué pasa con los que tienen tan buena memoria?
Todos hemos visto películas o series protagonizadas por personajes que cuentan con memoria fotográfica o la asombrosa capacidad de memorizar cualquier cosa de un simple vistazo. No es una invención, es decir, no es imposible de conseguir, pero se debe más bien a técnicas de memorización y mucha práctica más que a un 'supercerebro'.
Estrategias para mejorar la memoria
Aunque olvidar es natural, una cosa no es incompatible con la otra, y si queremos mejorar nuestra capacidad memorística, sí que podemos llevar a cabo algunos ejercicios que nos ayudarán en esta dirección, como: usar reglas nemotécnicas, acrónimos, visualización y fragmentación que pueden hacer que la información sea más fácil de recordar; también repetir y practicar, ya que revisar y practicar esos datos que queremos recordar con regularidad, ayuda a reforzar las conexiones neuronales, lo que hace que los recuerdos sean más duraderos. La concentración también es muy importante: de nada sirve intentar consolidar la memoria si estamos distraídos; estar atento y concentrado es lo mejor para la memoria, por lo que tenemos que reducir las distracciones y prestar total atención para mejorar la retención.