martes, 25 de junio de 2013

Los vientos en contra desnudan las debilidades de los emergentes

 
 
Las manifestaciones en las calles de Brasil y Turquía, la escasez de liquidez en el sistema financiero chino y las huelgas en Sudáfrica son todos indicadores de las crecientes tensiones en las economías en desarrollo. Si a ello se suman las señales de que la Reserva Federal de EE.UU. podría reducir pronto su programa de compra de bonos, la situación se vuelve más precaria para países que durante la última década han generado alrededor de 75% del crecimiento global.
Tras una década en la cual los mercados emergentes fueron un motor de la economía global, este es un llamado de atención para los inversionistas.
Los mercados emergentes varían en términos de desarrollo económico y político. Los manifestantes en diferentes lugares expresan lamentos distintos, desde los brasileños que protestan contra alzas de las tarifas de autobús a los turcos que temen la destrucción de un parque.
 
Pero desde comienzos de siglo, los inversionistas han tratado a los mercados emergentes como una sola clase de activos, mantenidos en alto por tendencias favorables como el ascenso de China en el sistema de comercio global.
Conceptos como los países BRICS —originalmente Brasil, Rusia, India y China, a los que luego se sumó Sudáfrica— afianzaron la idea de que los países en desarrollo podían ser tratados como una unidad. Las recompensas saltan a la vista: los mercados de acciones, divisas y deuda de los países emergentes arrojaron rendimientos de 19%, 6,8% y 11%, respectivamente, entre 2003 y 2010, comparado con un retorno de 4,1% para el índice bursátil Standard & Poor's 500, según Goldman Sachs.
Ahora, sin embargo, los vientos de cola han amainado, dejando al desnudo las debilidades subyacentes. Un ejemplo son las exportaciones. Exportar bienes a las economías desarrolladas que disponían de una abundancia de crédito ayudó a los mercados emergentes a reducir sus déficits comerciales e impulsar el empleo, en especial antes de la crisis financiera global. Pero ahora esta dinámica se ha estancado. La lectura preliminar de nuevos pedidos de exportaciones del índice de gerentes de compras de China HSBC Markit cayó a 44,0 en junio. Cualquier cifra inferior a 50 indica una contracción.
Claramente, la crisis de la economía europea está perjudicando el comercio. Pero incluso la recuperación relativamente sostenida de EE.UU. está resultando menos beneficiosa de lo previsto. El estratega de UBS, Bhanu Baweja, señala que el crecimiento en EE.UU. se ha centrado en áreas como la construcción, los autos y la energía, es decir sectores en los que EE.UU. es bastante autosuficiente o depende más de países como Alemania para importar suministros. Hay menos demanda de productos como bienes eléctricos, 11% de todas las exportaciones de mercados emergentes, o ropa, que representa 4,2%. Esto ha debilitado el lazo habitualmente sólido entre EE.UU. y el crecimiento de los mercados emergentes.
La posición ambivalente de China exacerbó los problemas de los países emergentes. Al igual que sus pares, el país se benefició cuando las exportaciones a los países desarrollados eran sólidas. Su propio auge de inversión, en tanto, impulsó los precios de las materias primas, que benefició a los países que las exportan, como Brasil. Ahora, el crecimiento de China se está desacelerando y Beijing quiere limitar la dependencia de la economía en la inversión en activos fijos.
La menor expansión económica es el telón de fondo del creciente descontento popular.
El Producto Interno Bruto (PIB) de Turquía creció 2,5% el año pasado, tras un avance de 9,2% en 2010; la expansión de Brasil descendió a 0,9% desde 7,5% en el mismo período, según la agencia nacional de estadísticas. Rusia, donde se realizaron protestas masivas hace un año, experimentó una desaceleración del crecimiento desde 4,3% a 3,4% entre 2010 y 2011 y el Fondo Monetario Internacional acaba de recortar su pronóstico de crecimiento para este año de 3,4% a 2,5%.
Las turbulencias en estos países sugieren que los gobiernos no hicieron lo suficiente para resolver los problemas estructurales durante las épocas de bonanza.
Desde 2011 a la fecha, el retorno anualizado de las acciones de los mercados emergentes es de -6,3% y el de las divisas es de -0,8%. La deuda se mantiene relativamente en buena forma, con un alza de 7,3%. De todos modos, el S&P 500, con un rendimiento de 12%, los superó a todos.
La volatilidad ya se hizo notar y llevó a la empresa brasileña de materiales de construcción Votorantim Cimentos a suspender una salida a bolsa de miles de millones de dólares, mientras Rusia canceló dos subastas de bonos soberanos en las últimas semanas. Las compras que tienen por blanco empresas en países BRIC cayeron 16% interanual en 2013, a US$155.200 millones, el año con menos actividad desde 2009, según la firma de datos Dealogic.
"La noción de pretender una amplia exposición a activos de mercados emergentes probablemente sea mucho menos apropiada que hace una década", indicó Goldman Sachs, donde se acuñó la sigla BRIC.
Los países con grandes déficits de cuenta corriente y una alta dependencia de los commodities, como Brasil, podrían ser inestables. Pero todos los países BRICS deben realizar reformas antes de que puedan ser considerados apuestas seguras a largo plazo.
 
 
Por ANDREW PEAPLE   SPANISH  June 23, 2013, 8:31 p.m. ET

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