jueves, 6 de junio de 2013

¿POR QUÉ LOS EXORCISTAS ESTÁN DE MODA?

 
 
El retorno de Satán: los exorcismos son ahora "una medida prudente y necesaria".
 
En tiempos de bonanza, vamos al médico. En tiempos de crisis, también al exorcista.
 

Los exorcismos vuelven a estar presentes en la vida del hombre del siglo XXI. Hace unos días se publicaba la noticia de que el cardenal arzobispo de Madrid Rouco Varela había decidido nombrar ocho nuevos exorcistas ante el aumento de los casos de “influencia demoniaca” en Madrid. Además, unas imágenes que circularon por todo el mundo hicieron que muchos se preguntasen si efectivamente el Papa Francisco había realizado un exorcismo a la vista de todo el planeta. Por si fuese poco, la cultura popular también tiene algo que decir sobre el tema: el número uno en la taquilla británica ha sido The Last Exorcism: Part 2 (Ed Gass Donnelly).
 
Podríamos pensar que en un momento en el que la influencia de la religión parece encontrarse en retroceso, las posesiones infernales podrían haber perdido la gran repercusión que tuvieron en tiempos de El exorcista (William Friedkin), y no es así. Sea en la cultura popular o en la religión cristina católica, estas expiaciones parecen haber vuelto para quedarse. Pero, ¿por qué nos siguen fascinando? ¿Es simplemente que en este momento hay más, o que ahora están saliendo a la luz?
 
El teólogo y capellán en la Universidad de Navarra Rafael Hernández Urigüen afirma que “se trata de un fenómeno mediático muy interesante”, pero innegable. Como recuerda, Satán era un personaje que cada vez tenía menos presencia en el imaginario colectivo y que ahora ha vuelto con gran fuerza. El teólogo considera que lo que ocurre, a diferencia del pasado, es que “ahora hay más visibilidad”. La decisión de Rouco y el acto del Papa tan sólo han impulsado esa tendencia, ya que “es un tema morboso que siempre ha causado interés”.
 
Él mismo ha comprobado en su propia piel el auge del interés en los exorcismos, que sitúa hace un par de años, cuando fue entrevistado en una cadena de radio. Desde entonces, le han tomado por exorcista (“algo que no soy”) y muchas diócesis se han quejado por no tener a exorcistas entre sus filas. Por eso mismo, Hernández Urigüen califica la decisión de Rouco Varela como “prudente y necesaria”, y expresa haberse alegrado por dichos nombramientos.
 
 
Exorcismos y posmodernidad
 
El sociólogo Josetxo Beriain de la Universidad Pública de Navarra identifica este retorno de los exorcismos como “una variante de la sociedad posmoderna” que ha sido impulsada por la crisis. Beriain recuerda que “se otorgan premios Nobeles a economistas que no han sido capaces de predecir la crisis”, lo que tiene como consecuencia la crisis de lo racional, a causa de “sus excesos”.  “En tiempos de bonanza, nos gusta ir al médico para que nos cure las enfermedades”, explica el autor de Modernidad y violencia colectiva. “En tiempos de crisis, vamos al médico, pero también al exorcista”.
 
El proceso de retorno a las creencias del pasado propio de todo período de recesión y, por lo tanto, de conservadurismo, influye en un alto grado en el retorno de estos actos inexplicables. Como explica Beriain, ante este panorama en el que las creencias racionales han sufrido un fuerte golpe, “se vuelve a los planteamientos más religiosos y espirituales”. Según el sociólogo, los exorcismos siempre han estado presentes, pero hay momentos más propicios para ellos que otros. Y, parece ser, el siglo XXI es uno de ellos. Sin embargo, Mónica Cornejo, especialista en Antropología de las religiones y profesora de la Universidad Complutense de Madrid, no cree que la crisis sea la principal causante del auge. Este comienza en los años noventa, en un momento de bonanza económica, cuando se buscan otras formas de vivir la religión. “Se echa de menos algo en ella, que sea más fuerte, más corporal”, indica.
 
Son dos los factores que según Cornejo nos han devuelto los exorcismos a nuestra práctica de la religión. El primero, desde un punto de vista más social, “es la realización de exorcismos por protestantes evangélicos, lo que condujo a la Iglesia católica a volver a preocuparse por estas manifestaciones”. Cornejo recuerda que hubo un tiempo en el que los que creían en posesiones “tan sólo podían recurrir a los pastores protestantes”. Es por aquel entonces cuando Gabriel Amorth, exorcista oficial de la Iglesia, comienza a dar más visibilidad y a decir a la Iglesia católica que debe dar una solución a esa exigencia de sus fieles. La otra razón que Cornejo proporciona es cultural: “se retorna a un sentido más corporal de la experiencia religiosa, algo que también se debe a la influencia protestante”. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el movimiento de Renovación Carismática.
 
 
¿Un tabú a la luz?
 
Pero, si existe el mismo número de exorcismos de siempre, ¿por qué parece que la Iglesia cada vez le da más visibilidad? ¿Quizá porque ha desaparecido el tabú que rodeaba a estas actuaciones? Rafael Hernández Urigüen aclara que el hecho de que no se hable con mayor frecuencia de estos rituales no responde a que se considere un tema tabú para la Iglesia, como se podría sospechar, sino que “se trata de una acción redentora que imita a aquella que habría hecho Jesucristo”. Y, por ello, “los exorcistas siguen el ejemplo del Mesías humilde, y evitan el espectáculo por todas las medidas posibles”. El profesor señala que aunque muchos han acusado a la Iglesia de “secretista” respecto a su papel en este tipo de actuaciones, en realidad lo que hacen los sacerdotes, es emular a Jesucristo.
 
Además, existe un matiz legal muy importante: “un exorcismo es algo muy personal”. Y, por ello mismo, al igual que ocurriría con una intervención médica, está protegido por las leyes de privacidad. “No se puede publicitar porque hay que vigilar las leyes de privacidad y protección de datos, salvo en el caso de que se quiera difundir por dar testimonio”. Curiosamente, el rito ha cambiado a través de los años, así como la terminología que a él se le asocia: “en el nuevo ritual se habla de ‘atormentados’, que es menos peyorativo que ‘endemoniados’”.
 
Los exorcistas siempre han mantenido ante las críticas recibidas durante los últimos siglos que su labor es complementaria a la de los psiquiatras. “Es un trabajo interdisciplinar”, se defiende Hernández Urigüen. “En primer lugar, la psiquiatría examina al paciente, un paso antes de comenzar el exorcismo”. Pero, como él mismo señala, la regla general es “la de Juan Pablo II, actuar con la razón”. Sólo en caso de que no haya ninguna explicación que la ciencia pueda proporcionar, indica el teólogo, es cuando se recurre al exorcismo. Como Beriain recuerda a propósito de la mítica El exorcista, al principio el padre Karras tan sólo se describe como "un psiquiatra de Harvard que practica la psiquiatría". Pero, cuando visita a la madre de Reagan, esta le dice que científicamente, está desahuciada. "En la sociedad actual, además de gérmenes, ahuyentamos espíritus", concluye el sociólogo.
 
  05/06/2013   (06:00) by El Confidencial
 

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