En el grupo de los 62 más ricos solo hay 9 mujeres, que deben su dinero a ser 'hijas o esposas de'. Mientras, las chinas acaparan las listas de billonarias que han labrado sus fortunas. El sueño americano es ahora más probable en un país comunista.
Como publicaba recientemente Oxfam en un interesante y aterrador informe titulado Una economía al servicio del 1%, en el 2015 solo 62 personas poseían la misma riqueza que 3.600 millones de individuos. Esta proporción ha ido incrementándose con los años a favor de los billonarios, ya que en 2010 no eran 62 los agraciados con esta ecuación sino 388. Mientras las arcas de esos 62 privilegiados no hacen sino crecer –se han incrementado un 44% en apenas cinco años–, las de los pobres disminuyen aceleradamente, pues la riqueza de la mitad con menos recursos del mundo se redujo en más de un billón de dólares para el mismo periodo de tiempo, lo que supone un desplome del 41%.
A esta letal bomba de relojería de la desigualdad social le sigue también una de género, ya que dentro del exquisito grupo de los 62 solo hay nueve mujeres, entre las cuales solo dos de ellas –Christy Walton y Liliane Bettencourt– integran el famoso listado de Forbes de los 10 magníficos, es decir, los más ricos del universo.
Pero, ¿quiénes son estas mujeres y, sobre todo, cómo han hecho su fortuna?
La que ocupa la octava posición mundial en la lista de Forbes, es Christy Walton, la mujer más rica del mundo. Su principal mérito fue casarse con John T. Walton, el hijo de Sam Walton, fundador de Wal-Mart, uno de los mayores supermercados de EEUU y la cadena de tiendas más grande del mundo. Su marido murió en un accidente de avión en el 2005 y ella heredó su fortuna valorada, según Forbes, en 41,7 billones de dólares –hagan ustedes mismos el traslado a euros, mi calculadora no da para tanto–. A sus 66 años, Walton posee el 50,8% de Wal-Mart además de acciones de First Solar, que también adquirió su marido. Christy vive en Jackson, Wyoming, y hace lo que suelen hacer las mujeres de millonarios, es decir, ayudar a causas benéficas, lo que ha derivado en el título de la mujer más filántropa del mundo. Es fácil imaginarla con una agenda repleta de eventos en los que un presentador con dentadura perfecta se extralimita en elogios hacia su persona y su gran labor social.
Liliane Bettencourt ocupa el décimo puesto en la top ten de Forbes con un patrimonio de 40,1 billones de dólares, lo que convierte a esta francesa en la mujer más acaudalada de Europa. Liliane tuvo la suerte de ser la hija de Eugène Schueller, el fundador del imperio L’Oreal. A los 15 años trabajaba como etiquetadora en la planta que tenía la compañía en Aulnay. Más adelante, cuando dirigía la empresa tras la muerte de su padre, aunque nunca quiso ostentar el cargo de directora o presidenta, se levantaba a las cuatro de la mañana y practicaba ejercicio físico antes de empezar la jornada laboral, como cuenta la revista Bornrich. A sus 93 años y enferma de alzheimer Bettencourt está retirada pero su vida no ha estado exenta de la polémica y de las excentricidades propias de las cuentas nada corrientes. Una foto suya se hizo viral porque en ella se veía un dildo en una mesa de su estudio, en 1997 compró una isla privada, que luego vendió en las Seychelles.
Alice Walton, la decimoprimera persona más rica del mundo, con 34,3 billones de dólares, según Forbes, debe su fortuna a su apellido, ya que su padre fundó el imperio Wall-Mart y es cuñada de la mujer más acaudalada del globo. Nunca ha estado involucrada en los negocios familiares, ya que su verdadera pasión es el arte y el coleccionismo, que empezó a la temprana edad de 10 años, cuando adquirió su primera pieza. Creó el Crystal Bridges Art Museum en Bentonville, Arkansas, en 2011, y sus otras dos pasiones son los caballos y conducir en estado grave de intoxicación.
Jaqueline Mars, comparte con Alice su pasión por los caballos y su peligrosa forma de manejar el volante, llegando a tener un accidente en el que empotró su Porsche contra otro vehículo en el que murió una anciana y el bebé de una embarazada. A pesar de que el juicio la declaró culpable nunca fue a la cárcel, puesto que la familia de la víctima la perdonó. Mars debe su fortuna a su abuelo, que en 1911 empezó a fabricar chocolates en la cocina de su casa de Tacoma, en Washington. El negocio creció y cada vez que hoy compramos chocolatinas Mars, Milky Way, Snickers, arroz Uncle Ben o comida para perros Pedigree o Whiskas, contribuimos a que la fortuna de Jaqueline, estimada en 26,6 billones de dólares y, según Forbes, en el nada desdeñable puesto 22 del ranking mundial, crezca un poquito más.
Otro ejemplo de que los dulces, además de engordar a las personas, pueden hacer lo mismo con sus ganancias es el de María Franca Fissolo, con el puesto 32 en el ranking mundial de Forbes, que le atribuye una fortuna de 23,4 billones de dólares. Pero tampoco construyó ella este imperio –con productos como Mon Chéri, Ferrero Rocher, huevos Kinder o Nutella–, sino que su marido, Michele Ferrero, lo heredó de su padre, que era el que hacía chocolates en Alba, al norte de Italia, durante la Segunda Guerra Mundial.
El sector de la alimentación es también la fuente de ganancias para la billonaria alemanaBeate Heister, que junto con su hermano, están en el puesto 37 de la lista con un patrominio de 21,3 billones de dólares que le deben a su padre, Karl Albrech, fundador de la cadena de supermercados Aldi. Laurene Powel Jobs, en el puesto 45 y con una suma de 19,5 billones de dólares, es la viuda de Steve Jobs, el creador de la gran manzana. A sus 52 años Lauren dedica su tiempo a colaborar con Emerson Collective, una organización que ayuda a estudiantes con pocos recursos y que promueve reformas sociales.
Anne Cox Chambers, de 96 años, en el puesto 53 de los elegidos y con un legado de 17 billones heredó Cox Enterprises, el imperio americano de medios de comunicación, telefonía e internet de su padre, James M. Cox. Anne tiene fama de ser una buena mujer de negocios, dirigió junto con su hermana la empresa familiar desde 1974 y, aunque más tarde su hijo cogió luego las riendas del negocio, ella siempre estuvo a su lado y al tanto de todo. Fue embajadora en Bélgica además de la primera mujer en Atlanta que ostentó el cargo de directora del Fulton National Bank y la primera presencia femenina en la directiva de la cámara de comercio de esa misma ciudad. Sus aficiones son las casas –posee una en Buckheas, Atlanta, un apartamento en Nueva York, una finca en Provenza, Francia, y una plantación en Carolina del Sur– y los perros.
Susanne Klatten, con el número 54 y con 16,8 billones de dólares, es la mujer más rica de Alemania, ya que ella, su hermano y su madre poseen el 50% de BMW, que heredaron de su padre y marido. Susanne es la dueña también de la farmacéutica alemana Altana A.G., que ella misma ayudó a crear. Pero la trayectoria de esta billonaria, casada y con tres hijos, esconde una historia más sustanciosa, el affaire que mantuvo con Helg Sgarbi, conocido como ‘el gigoló suizo’, que se dedicaba a seducir a mujeres ricas para luego sacarles el dinero y chantajearlas, en el caso de Susanne con la publicación de un vídeo en el que ella y Sgarbi tenía sexo en un hotel de Munich. Aunque otras cedieron a sus peticiones, Klatten lo denunció, aunque eso implicó también su salto a las cabeceras de los periódicos.
Las que se han ganado su propia fortuna
Curiosamente, el dinero de estas nueve mujeres les ha venido por ser hijas, esposas o viudas de, con lo que existe ya otra lista de billonarias que se han hecho a sí mismas y en las que las chinas ganan por goleada. Entre los diez primeros puestos solo hay dos mujeres que no pertenecen a ese país asiático. Paradójicamente, el lugar más propicio para que el sueño americano se haga realidad es, ahora, un país con gobierno comunista. La mujer que ha hecho más dinero por sus propios medios es la china Zho Qunfei, de 44 años, con una historia propia de las novelas de Dickens. Vivía en una pequeña aldea y fue criada por su padre ciego. Era buena estudiante pero tuvo que empezar a trabajar en una fábrica en la que pulía esferas para relojes por un dólar al día. Ahora tiene su propia compañía, Lens Technology, que fabrica pantallas de ordenadores y móviles. Según la revista Quartz, Qunfei es discreta, en su país es prácticamente desconocida; casi nunca sale en los medios y le apasionan los trajes de Christian Dior.
Según apunta un estudio del Instituto de Investigación Hurun, A la señora Zho le siguen en segunda posición Chen Lihua y en tercera Wa Yajun, ambas se dedican al negocio inmobiliario; Zhang Yin, que fabrica papel y embalajes; Elizabeth Holmes, estadounidense y fundadora de Theranos, un laboratorio de análisis de sangre; Zhang Xin, que trabaja el sector inmobiliario; He Qiaonov con una empresa dedicada al paisajismo, Lu Qianfang & Chen Zhuolin, ocupadas en la compra-venta de viviendas; Ma Dongmin, creadora de Baidu, una compañía china de servicios web y Diane Hedricks, viuda pero que creó junto con su marido ABC Supply, que fabrica materiales para tejados, canales y ventanas. Oprah Winfrey estaría en el puesto 12. Según apuntaba un artículo deThe New York Times, sobre Zhou Qunfei, “ningún país tiene tantas mujeres billonarias hechas a sí mismas como China. El partido comunista, bajo Mao Zedong, promocionó la igualdad de género, permitiendo que las mujeres florecieran después de que el capitalismo empezara a afianzarse, según comenta Huang Yasheng, un experto en emprendimiento en China y profesor de International Manegement en M.I.T. Además, en un país emergente, con pocos jugadores establecidos, los emprendedores como la señora Zhou tenían más fácil hacerse un hueco y entrar en el mundo de los negocios en los años 90, cuando la economía China estaba en su mejor momento”. Queda por confeccionar una hipotética lista de billonarios que hayan hecho sus fortunas de forma ética y legal, pero me temo que sería muy limitada, por no decir inexistente.
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