El líder de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol y el exprimer ministro japonés, Fumio Kishida, en mayo de 2024.
(Reuters/Kim Hong-Ji)
¿Donald Trump o Kamala Harris? Los países del Indo-Pacífico no tienen una identidad política común y cada país tiene diferentes intereses en el resultado de las elecciones de EEUU
¿Quién es el candidato favorito de las elecciones de EEUU para los países del Indo-Pacífico? La primera respuesta es que en esta vasta región no hay una identidad política genérica como la UE y sí un conglomerado de naciones con intereses diversos. Así que la respuesta a esa pregunta se debe hacer estado a estado. Vamos a analizar los gustos de los siete estados más sensibles al resultado de los comicios. En general, parece que genera más confianza la predecible Kamala Harris frente a la ruleta que supone la vuelta de Donald Trump, pero hay excepciones.
China, entre la mala y el peor
Ninguna de las opciones emociona al gigante asiático. Pekín no prefiere a ninguno de los dos candidatos, porque sabe que cualquiera de ellos supone un problema para sus intereses, pero en el perfil de cada presidente hay matices y diferencias. Trump es un empresario que en los cuatro años de su mandato demostró que dirigía el país con una visión empresarial en el que el coste-beneficio marcaba su agenda. Harris, por su parte, pertenece a un entorno más ideológico en el que EEUU debe hacer prevalecer ciertos valores políticos aunque supongan un coste económico. Sin embargo, la candidata no viene de esa vieja guardia americana demócrata en la que sí creció Biden, lo que deja interrogantes sobre su agenda.
Con Trump en el despacho oval, Ucrania podría dejar de ser un problema indirecto para China si, como mantiene el republicano, obliga a Kiev a aceptar la pérdida de una parte de su territorio a favor de Moscú. Sin embargo, China tiene sus propios frentes y ahí Trump es una bomba de relojería. "Si bien se espera que sus estrategias para la región sean similares, los analistas ven a Kamala Harris adoptando un enfoque más 'personal' y prestando más atención a cuestiones como el Mar de China Meridional. Donald Trump podría ser más asertivo en la disputa marítima, lo que podría empeorar las tensiones y aumentar el riesgo de confrontación con China", señala un análisis del medio chino South China Morning Post.
El expresidente manifestó en una entrevista con Wall Street Journal que "impondría aranceles del 200% a los productos chinos si Pekín atacaba Taiwán" y añadió que China se lo pensaría dos veces antes de bloquear a Taiwán porque el presidente Xi Jinping "me respeta y sabe que estoy... loco".
Trump ha manifestado también que impondrá tasas aduaneras del 10 al 20% a todas las importaciones, pero a China le aplicará hasta un 60%. De llevar a cabo esas políticas, la respuesta de Pekín sería iniciar una abierta guerra comercial respondiendo del mismo modo.
Harris, por su parte, no ha tenido tiempo apenas de aclarar cómo será su relación con Pekín desde que ha sido nombrada candidata, más allá de algunas declaraciones sobre que EEUU prevalecerá como superpotencia mundial comercial en el siglo XXI. En China, varios medios han señalado la falta de experiencia de la candidata en temas internacionales y su total desconocimiento de esta parte del mundo.
Ahí puede jugar un papel importante el que sería su vicepresidente, Tim Walz, que ha vivido y sido profesor en China. Su relación con la potencia asiática, a la que en todo caso ha criticado por sus políticas de derechos humanos, es larga en el tiempo y cercana. Walz podría ser un importante puente entre Washington y Pekín.
En todo caso, los analistas chinos esperan que Harris mantenga la política de Biden sobre el bloqueo tecnológico, apoyo a Taiwán y Filipinas en sus conflictos con China, y su expansión de la alianza estratégica de Defensa Aukus.
Una administración demócrata, por tanto, parece más previsible. Una administración Trump abre escenarios nuevos y algunos de ellos pueden favorecer a Pekín. "El regreso de Trump a la Casa Blanca sería una gran ventaja para China, ya que significaría divisiones más profundas dentro de la democracia estadounidense", explica Wu Qiiang, analista chino y ex profesor de la Universidad Tsinghua de Pekín a la agencia alemana Deutsche Welle.
Varios analistas chinos apuntan que Trump no tendrá solo problemas comerciales con China, sino también previsiblemente con la UE, algo que favorece sus intereses y que rompería el bloque que ha habido en los últimos cuatro años en el eje Atlántico. Pero, en todo caso, la totalidad de analistas hablan del expresidente como una incógnita: "Trump no tiene ninguna consideración por la política exterior... Solo le importa si es elegido y el resto puede esperar", explica Zhou Bo, analista también de la universidad Tsinghua.
Con Trump, por tanto, todo se convierte en hipótesis al haber demostrado que su agenda es variable y modificable, lo que supone asumir escenarios de mayor incertidumbre. Y China, por su propia idiosincrasia en la que genera planes de gobierno a hasta 25 años vista, prefiere moverse entre certezas. "La pregunta importante es si los líderes chinos toman riesgos y están dispuestos a apostar por una administración Trump impredecible. Dadas las propias dificultades internas de China, la estabilidad es el camino preferido, incluso si una administración de Harris no es amiga de Pekín" opina un análisis de The Diplomat.
La India y su "amigo Trump"
"Tenemos plena confianza en que podremos trabajar con el presidente de los Estados Unidos, sea quien sea", manifestó el pasado 13 de agosto, el ministro de Asuntos Exteriores indio, S. Jaishankar.
La futura superpotencia asiática se ha convertido en el país que todos quieren llevar al baile. Pese a ser miembro destacado de los BRICS, el presidente Trump y el primer ministro Narendra Modi tuvieron una magnífica relación, a la que ha seguido una igual con Joe Biden. Eso ha colocado a la India como prioridad regional de los EEUU, algo que no parece que cambiará en Washington pase lo que pase el martes.
En todo caso, la sangre india que corre por las venas de Harris hace que al menos buena parte de la comunidad de origen indio-norteamericana vaya a votar por la candidata demócrata, según los sondeos. Hasta un 60% de los indoamericanos se decantarán por ella, según algunos sondeos.
Sin embargo, parece haber más similitudes entre Trump y Modi que con la candidata demócrata. En el reciente atentado que sufrió el neoyorquino, el primer ministro indio condenó el ataque en redes sociales y calificó a Trump como “mi amigo”. Ambos son conservadores y tienen maneras políticas similares.
Esto, a pesar de que el estadounidense aplicó algunas políticas de visado restrictivas para los indios, que levantó después Biden, y aplicó algunos aranceles a especialmente la industria tecnológica india, no interfirió ni criticó las controvertidas políticas de Modi en temas religiosos y de derechos humanos. La progresista Harris podría ser un problema en este punto y Modi hasta ahora ha mostrado una absoluta intolerancia hacia la injerencia de terceros en sus asuntos internos.
Además, para India Ucrania es otro problema en su agenda internacional, pese a ser el principal beneficiado de las "rebajas" del combustible ruso, y Trump podría suponer enterrar el problema. "La elección de Trump parece inevitable y el presidente Modi está feliz por ello", cita Al Jazeera en boca de "un alto funcionario del Gobierno indio".
Japón y la luna de miel de Biden
Las relaciones entre Japón y Estados Unidos han vivido una luna de miel durante el mandato Joe Biden, así que en principio, pese a que oficialmente no ha habido ninguna declaración política a favor de ningún candidato, parece que Tokio se decantaría por continuar las excelentes relaciones que hay con el Partido Demócrata. El problema es que Japón acaba de sufrir un tsunami electoral que ha quitado contra todo pronóstico la mayoría parlamentaria a la actual coalición gubernamental conservadora.
El primer ministro y candidato del Partido Liberal Democrático, Shigeru Ishiba, ha protagonizado una campaña errante donde en política exterior acabó metido en un jardín del que no supo salir al abogar por la creación de una OTAN asiática. La esquiva respuesta de los dos candidatos a la Casa Blanca a la propuesta pareció indicar que se había precipitado al proponer una idea que supone cruzar una línea roja con China.
Pero China es justamente el valedor de la alianza entre estadounidenses y japoneses que encuentran en Pekín un "adversario" común. En este sentido, una nueva administración Trump, que ya ha demostrado que no está dispuesta a convertirse en garante de seguridad de sus aliados, genera más incertidumbres. Incluso en el ámbito de los negocios. "Alrededor del 43% de las empresas japonesas dijeron que preferían a Harris a la luz de sus estrategias corporativas y planes de negocios, mientras que el 8% eligió a Trump", asegura un sondeo hecho por la agencia Reuters.
Sin embargo, otra vez el carácter abierto y polémico de Ishiba, con opiniones cambiantes y sin una agenda clara basada en parámetros políticos, parece tener más puntos en común con el neoyorquino que con la californiana. Hablan un idioma parecido y no parece que vayan a tener problemas comunicándose.
Corea del Sur: mejor bajo el paraguas de Harris
Washington y Seúl son dos históricos aliados y esa alianza no parece que vaya a resquebrajarse porque esté Harris o Trump en el Despacho Oval. La Administración Biden y la de Yoon Suk-yeol han trabajado de la mano. Biden ha conseguido incluso el milagro de un acercamiento hasta militar entra Japón y Corea del Sur, dos históricos enemigos que a nivel político comienzan a acercarse con la mediación de Estados Unidos y la amenaza del enemigo común chino y norcoreano.
Por tanto, desde esa idea de continuidad, Harris presenta menos desafíos que Trump en materia comercial y militar. El republicano mantuvo, y vuelve a llevar en su agenda, que el resto de aliados militares deben pagar por su protección y deben empezar a invertir más en sus propias fuerzas militares. Eso supone un reto para Corea de Sur, señalado directamente, que tiene la amenaza nuclear de Corea del Norte literalmente sobre sus cabezas, y están rodeados también de Rusia y China, aliados de sus vecinos septentrionales.
Además, la propuesta de Trump de aplicar un 10% de tasas a todas las importaciones, y hasta un 60% a las chinas, es un golpe para la economía surcoreana, estrechamente ligada a ambos mercados. Una reciente encuesta del medio surcoreano Hankook Ilbo aseguraba que el 65% de la población del país prefiere a Harris.
Filipinas, lo que funciona bien no se toca
El Gobierno filipino mira con mucha atención lo que ocurrirá este martes. Para Manila, Washington se ha convertido en su única garantía de seguridad ante la cada vez más agresiva política de Pekín en la disputa del Mar de la China Meridional. La Administración Biden ha llegado a acuerdos militares con el Gobierno del presidente Ferdinand Marcos Jr. que han permitido la apertura de algunas "bases" militares en el país.
No parece, en todo caso, que Trump vaya a poner en riesgo esos acuerdos, que desde un punto de vista estratégico permiten a Washington tener presencia militar frente a las costas chinas.
Harris, además, ha visitado Filipinas en dos ocasiones como vicepresidenta y ha mantenido diversas reuniones con Marcos Jr. La relación entre ambos es buena y fluida, mientras que Trump mantenía muy buenos lazos con el anterior presidente filipino, el polémico Rodrigo Duterte, que intentará recuperar el poder en las elecciones de 2028 y que ha manifestado su apoyo a Trump en estos mismos comicios.
Lo que funciona no se toca, así que bajo esa premisa parece evidente que el actual ejecutivo filipino se sentiría más cómodo con la victoria de Harris.
Taiwán o la necesidad del cielo protector de Washington
El caso de Taiwán es parecido al de Filipinas, pero con la soga mucho más al cuello que sus vecinos del norte. Las opciones independentistas de Taiwán pasan por tener un apoyo directo e inquebrantable de Estados Unidos. La Administración Trump supuso un espaldarazo en ese sentido, y desde luego abrió una guerra abierta comercial con China, pero sus decisiones en caso de un conflicto armado son puestas en duda en la isla. Harris, en ese sentido, parece una opción más segura.
Taiwán, como sucede con el resto de naciones, sabe que el trumpismo es un movimiento impredecible y eso en parte asusta. "Habrá más incertidumbre bajo una administración Trump", dice Chen Fang-yu profesor asistente de ciencias políticas en la Universidad Soochow en Taipei, en un artículo del Taipei Times. Sin embargo, Harris no ha sido tan directa como Biden, y cuando ha sido preguntada por Taiwán no ha asegurado la intervención militar de EEUU en caso de un ataque de China. "No buscaré conflictos", se ha limitado a decir por ahora.
Eso genera ansiedad en los dirigentes soberanistas taiwaneses. "Hay preocupaciones de que Harris pudiera ser más introspectiva que Biden y hay preocupaciones sobre los sentimientos mercantilistas de Trump", señala Sung Wen-Ti, miembro del Atlantic Council’s Global China Hub de Taipei.
Vietnam: "Bienvenido, Mr. Trump"
"De alguna manera, no sé qué es, pero la comunidad vietnamita me ama. Y yo los amo", declaraba el candidato Donald Trump el pasado septiembre tras parar a comer en un restaurante vietnamita en Washington. Y efectivamente así es. En 2020, el 48% de los votantes de origen vietnamitas votaron a Trump por el 36% que lo hizo por Biden. En Vietnam, donde también se realizaron algunas encuestas, el porcentaje a favor del neoyorquino alcanzaba entonces el 80%.
El flechazo, al menos en suelo americano, parece haber disminuido según las encuestas, que incluso señalan que los americanos de origen vietnamita podrían votar más por una Harris que consideran más firme en su oposición a Pekín.
En Vietnam es otra cosa. Trump es muy popular allí. Pocos imaginaban ver a un presidente americano recorriendo las calles de un Hanoi plagado de vietnamitas que agitaban la bandera de las barras y estrellas. Sucedió cuando el neoyorquino aceptó la capital vietnamita como punto de encuentro en 2019 con el presidente norcoreano Kim Jong-un. La histórica visita, además de un espaldarazo diplomático para el gobierno comunista de Nguyen Phu Trong, supuso la firma de importantes contratos comerciales entre EEUU y Vietnam.
Washington, tanto Trump como con Biden, ha elegido a su otrora enemigo como aliado, y su otrora enemigo ha decidido, ante las tensiones que mantiene con China por el Mar Meridional, acercarse a Washington para sacudirse la dependencia china, con los que mantiene una histórica relación de amor y odio.
A Vietnam, económicamente, le ha ido muy bien con la deslocalización de muchas empresas occidentales de China que han acabado colocando sus fábricas en su país. Estados Unidos tiene bastante que ver con ello. Con Biden eso no ha cambiado, ni cambiaría con Harris, pero con Trump hay una cierta cercanía personal de la que el presume: "Amo la comida vietnamita, pero más que la comida amo a su gente", dijo el candidato republicano a la salida de su almuerzo del restaurante Truong Tien. La cuenta, dicen las crónicas, fue de 60 dólares, pero el generoso Donald parece que dejó una propina bastante superior a ese importe.