martes, 1 de julio de 2025

Los bancos rusos advierten de una crisis galopante de impagos en el país que no recogen los datos oficiales

 

Sede de Sberbank en Moscú. Foto: EFE


  • Trabajadores del sector avisan del riesgo de una crisis bancaria sistémica en menos de 1 año
  • Los estímulos a la industria militar han disparado la inflación…
  • …y la subida de tipos para contrarrestarla ya está generando una ola de morosidad


La economía rusa no está pasando por un buen momento, y el propio Gobierno lo reconoce. El problema es que la situación puede ser mucho más crítica de lo que admiten los organismos oficiales y ahora hay banqueros del país que están advirtiendo entre bambalinas de la gravedad de la situación. Varios empleados de la banca han reconocido a la agencia Bloomberg que se están disparando los impagos entre empresas y minoristas, por encima de lo que admiten las cifras oficiales. La misma agencia ha tenido acceso a documentos internos de las entidades en los que se reconoce una situación peor de lo que se está reportando. El aumento de la inflación derivado del esfuerzo bélico que está llevando a cabo el país ha forzado al banco central a subir los tipos de interés hasta máximos históricos, y esto ya está haciendo mella en la capacidad de repagar la deuda de muchos clientes. Incluso se especula con una crisis bancaria sistémica en el país en los próximos 12 meses.

La guerra le está pasando factura a Rusia, y cada vez hay más avisos de que el enfriamiento de la economía del país va a terminar en una crisis bancaria en toda regla. ¿Cómo se ha llegado a este punto? Para financiar los esfuerzos bélicos del Kremlin, y siguiendo directrices del Gobierno de Vladimir Putin, el sector bancario del país se lanzó a ofrecer préstamos con condiciones muy favorables para los clientes, incrementando la cantidad de deuda que ha asumido la banca en los últimos años. Al mismo tiempo, el reclutamiento ha empeorado la oferta de mano de obra para otros sectores, y ha apoyado un aumento salarial que, en los últimos meses, llegó a tocar niveles preocupantes. La realidad en Rusia es que la guerra ha sido el motor de su economía en los últimos años.

Las cifras confirman el recalentamiento que ha sufrido la economía rusa: entre enero de 2010 y febrero de 2022, el momento en el que Rusia invadió Ucrania y convirtió el conflicto que ya existía desde 2014 en una guerra en toda regla, los salarios se movieron a un ritmo interanual medio del 9,5%. En los siguientes 3 años, desde que empezó esta fase de la guerra, hasta marzo de 2025, la tasa se ha disparado hasta rozar el 15% de media.

Este incremento salarial, combinado con la presión gubernamental a la banca del país para que apoyase el esfuerzo bélico con préstamos con condiciones favorables para los clientes, se ha terminado trasladando a la inflación en Rusia: después del repunte inicial en 2022, las tasas interanuales cayeron en el primer trimestre de 2023 hasta un 'sano' 2,3%. Sin embargo, desde entonces no han dejado de crecer, y en marzo de este año tocaron un nuevo máximo no visto en 2 años, por encima del 10%.

Para contrarrestar este repunte inflacionista, el banco central del país, gobernado por Elvira Nabiúllina, se ha visto obligado a subir los tipos de interés hasta niveles históricos en el país: en octubre tocaron el 21%, un nivel que se ha mantenido hasta que, este mes, el banco central los ha recortado 100 puntos básicos, dejándolos en el 20%, un nivel todavía históricamente alto. Ahora, la banca del país está sufriendo las consecuencias de un tipo de interés tan elevado, ya que está complicando mucho la capacidad de pagar sus deudas a muchos minoristas y empresas del país, y están surgiendo voces dentro de la banca que advierten del peligro real de sufrir una crisis bancaria sistémica en los próximos 12 meses.

Las señales del peligro

La agencia Bloomberg ha tenido acceso a documentos internos de un gran banco del país en el que se admite que los datos de impago son cada vez peores, y que no están reflejados en las cifras que se hacen públicas, lo cual estaría enmascarando una crisis de deuda más grave de lo esperado en el sector bancario ruso. Esto, combinado con declaraciones de varios banqueros de distintas entidades que quieren mantener su anonimato, en las que reconocen que la situación es peor de lo que se está publicando, han hecho saltar las alarmas.

Según estas fuentes, existe un riesgo real de una crisis bancaria sistémica en Rusia en los próximos 12 meses, derivada del aumento de los impagos, que pueden generar un agujero en los balances de la banca rusa. El problema está relacionado con los altos tipos de interés que hay en el país, que ya están haciendo mella en la capacidad de las empresas y de los minoristas de devolver la deuda que asumieron en el pasado.

Los empleados de la banca habrían estimado que los créditos morosos alcanzan trillones de rublos, y que esta situación puede empeorar si Estados Unidos y los aliados europeos de Ucrania intensifican las sanciones a la banca del país próximamente, algo que está debatiéndose en este momento en la zona euro.

Las advertencias internas de la banca no son la única señal del peligro que está amenazando ahora al sector y a la economía rusa. La semana pasada, en el Foro Económico Internacional que se organizó en San Petesburgo, con las principales figuras políticas y económicas del país presentes en el encuentro, hubo varios mensajes que advirtieron de la mala salud que tiene en este momento la economía del país. Una de esas voces fue la del propio ministro de Economía, Maxim Reshetnikov, quien reconoció que "estamos en el filo de caer en una recesión", mientras Nabiullina admitió que la economía estaba experimentando "un enfriamiento necesario". El ministro de Finanzas, en el mismo sentido, apuntó que "estamos en una mala racha en este momento".

Vladimir Putin también tuvo palabras sobre esta cuestión en el Foro, al declarar que "hay especialistas, y expertos, que apuntan a que hay riesgos de estancamiento, e incluso de recesión. Esto, desde luego, no debe permitirse bajo ninguna circunstancia", explicó. El problema al que se enfrenta el país es que tendrá que conseguir corregir el rumbo de la economía, y si trata de hacerlo arreglando el agujero bancario con nuevos estímulos gubernamentales, corre el riesgo de empujar al alza a una inflación que ya está en niveles preocupantes.

Las fuentes bancarias explican que está habiendo un frenazo en los sectores de la construcción y de la industria, y también en la parte militar. Además, en los últimos meses también se han publicado algunos datos preocupantes sobre el incremento de los créditos arriesgados e impagos. En mayo, el propio banco central de Rusia reconoció en un informe que había "vulnerabilidades en el sector financiero", y ponía el dedo en "el riesgo de crédito y en una concentración de riesgo en los préstamos a empresas, además de percibir "un deterioro de la situación de los préstamos al consumo". Según este mismo informe, 13 de las 78 empresas más grandes de Rusia no son lo suficientemente solventes para repagar la deuda que han asumido, una cifra que duplica el número de compañías en esta situación frente al año anterior.

A estos avisos se sumó, en mayo, la agencia de calificación del país, ACRA, al reconocer "un deterioro en la calidad de los prestamos", y apuntó a un 20% de todo el capital de la banca rusa con origen de prestatarios con un perfil de crédito en grave riesgo de deterioro por los altos tipos de interés.

Por último, el Centro para el Análisis Macroeconómico y Previsiones de Corto Plazo, un think tank que, según explica Bloomberg, tiene estrechas relaciones con funcionarios del Kremlin, advirtió, también en mayeo, de "una probabilidad moderada" de que haya una crisis bancaria sistémica en Rusia antes de abril de 2026.

Según los datos oficiales del Gobierno, después de experimentar un crecimiento del 4,5% el año pasado, la economía rusa ha frenado hasta el 1,4% en los primeros tres meses de 2025un deterioro que apoya las malas perspectivas para el futuro próximo.


Madridicon-related 

Debemos prepararnos ante la posibilidad de que una civilización interestelar sea 'nazi'


¿Podría una civilización interestelar ser 'nazi' como el Imperio de Star Wars con sus Death Troopers? (Lucasfilm)



La falta de empatía puede ser un resultado plausible de la selección natural y podría conducir al desarrollo de civilizaciones alienígenas despiadadas. Debemos tener precaución



Los menús de los restaurantes muestran partes del cuerpo de animales que consideramos menos inteligentes que nosotros. En una reciente cena en una marisquería en Boston, sentí remordimientos al ver el tentáculo de pulpo que nos sirvieron como entrante. Los pulpos tienen un sistema nervioso complejo y una vista excelente, y se encuentran entre los animales más inteligentes. Poseen un cerebro y un sistema nervioso con quinientos millones de neuronas, dos tercios de las cuales están en los nervios de los brazos. En comparación, se estima que el cerebro humano contiene unas 100 billones de conexiones entre ochenta y seis mil millones de neuronas. Cuando el camarero se acercó a nuestra mesa con el plato, comprendí que esta debía de ser la razón por la que los cocineros del restaurante se sentían lo bastante privilegiados como para servir partes de pulpo como entrante. Seguramente, les resultaría desagradable servir de cena a un ser más inteligente que nosotros.

La primera entidad terrestre que podría disputar nuestro lugar en la cima de la cadena alimentaria serían los sistemas de inteligencia artificial. Por suerte, su “cuerpo” está formado por circuitos de silicio, así que no pueden digerir partes del cuerpo humano. Pero sí podrían digerir la mente humana. Uno de los mayores retos existenciales para las personas es la salud mental en la era de la inteligencia artificial. Cuando el número de conexiones en los sistemas de inteligencia artificial supere los cien billones —la cifra correspondiente en el cerebro humano—, los humanos podríamos ser manipulados y controlados por estos sistemas, igual que los pulpos son manipulados camino del restaurante. En la última década, las redes sociales han servido “comida basura” a las mentes humanas y han provocado una sociedad polarizada, llena de odio hacia personas que nunca hemos conocido. Añadir inteligencia artificial a las redes sociales sin precaución podría llevar a una polarización y un odio aún mayores.

Ochenta y seis mil millones de neuronas no son suficientes. Tendemos a odiar a quienes no conocemos en vez de conversar con ellos. Cabe preguntarse cuán pacífica habría sido la historia de la humanidad si el cerebro humano tuviera un billón de neuronas y no pudiera ser manipulado con tanta facilidad. Esta cuestión podría estudiarse en un futuro lejano desarrollando sistemas de inteligencia artificial con billones de conexiones. Ese logro tecnológico quizá requiera una arquitectura nueva que vaya más allá de los microprocesadores. Las tecnologías del futuro podrían inspirarse en la naturaleza, que comenzó en la Tierra a partir de una sopa de sustancias químicas y, tras más de 4.200 millones de años, acabó dando lugar a un cerebro humano que consume solo veinte vatios, en lugar de los gigavatios necesarios para alimentar nuestros sistemas actuales de inteligencia artificial.

¿Cómo sería la selección natural en un mundo de inteligencia superior a la humana? ¿Implica “la supervivencia del más apto” —el principio defendido por Charles Darwin— que los supervivientes son quienes poseen mayor inteligencia?

No necesariamente. Los oficiales nazis en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial eran brutalmente eficaces, pero no más inteligentes que muchos de los seis millones de judíos a los que ejecutaron. ¿Quién dominará nuestra historia futura?

Existe un camino científico para responder a esta pregunta. Nuestros telescopios nos ofrecen la oportunidad de realizar un censo en nuestro entorno cósmico. Al examinar miles de millones de exoplanetas habitables en la Vía Láctea o al encontrar artefactos tecnológicos extraterrestres cerca de la Tierra en forma de restos espaciales o dispositivos funcionales, podemos hacernos una idea estadística de la jerarquía en la cadena alimentaria cósmica. ¿Quién controla a quién, ya sea literalmente —en un plato de comida— o de manera metafórica —mediante el control mental?

Para averiguarlo, debemos cambiar las prioridades dentro de la astronomía convencional e invertir miles de millones de euros también en la búsqueda de inteligencia extraterrestre, en lugar de centrarnos solo en la búsqueda de microbios. Buscar inteligencia superior a la humana o cerebros extraterrestres con más de ochenta y seis mil millones de neuronas —ya sean artificiales o naturales— será una muestra de humildad científica y un indicador de nuestra propia inteligencia. Sin embargo, por ahora, la Encuesta Decenal de Astronomía y Astrofísica de 2020 dejó en segundo plano este objetivo y definió la búsqueda de formas de vida primitivas como su máxima prioridad. Esta no es la mejor forma de reconocer a compañeros más inteligentes en nuestro entorno cósmico.

Dado que los astrónomos no recomendaron destinar miles de millones de euros a la búsqueda de inteligencia superior a la humana, solo nos queda especular sobre si “los más inteligentes sobrevivieron” allí. La brillante responsable del Proyecto Galileo en busca de artefactos tecnológicos extraterrestres cerca de la Tierra, Zhenya Shmeleva, que también se especializó en biología, me llamó la atención sobre la novela titulada El Invencible, del escritor polaco Stanisław Lem, en la que formas de vida mecánicas alienígenas evolucionan por la presión ambiental constante y la aniquilación selectiva en el exoplaneta Regis III. Restos de antiguas máquinas militares, probablemente de una civilización desaparecida, experimentan una evolución en la que la supervivencia, más que la inteligencia, impulsa la complejidad. 

El sistema más avanzado de máquinas inteligentes fracasa por su propia carga cognitiva y su alta demanda de energía, mientras que unidades más simples de robots microscópicos parecidos a insectos se multiplican como enjambres adaptativos y descentralizados. Ante una amenaza, los diminutos robots se agrupan en enormes “nubes” que se desplazan a gran velocidad y pueden incapacitar cualquier amenaza inteligente siendo brutalmente eficaces, pero completamente carentes de inteligencia a nivel individual, como los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En un mundo militar moderno dominado por aeronaves no tripuladas y en un mundo tecnológico donde la inteligencia artificial se rige por la optimización y el rendimiento, Lem nos advierte de que los instintos superficiales de supervivencia sin inteligencia ni empatía, y el poder sin intención, son resultados posibles de la selección natural entre civilizaciones alienígenas.

Como en cualquier cita a ciegas en nuestra vida personal, debemos escuchar antes que hablar en nuestro primer encuentro con seres de otros mundos. En lugar de dar prioridad a los microbios situados en la base de la cadena alimentaria terrestre, los astrónomos deberían considerar en la Encuesta Decenal de Astronomía y Astrofísica de 2030 la posibilidad de que nuestro interlocutor, sentado al otro lado de la mesa interestelar, sea más inteligente que nosotros. Nuestra supervivencia a largo plazo podría depender de esa humildad.


¿Por qué destruyeron las estatuas de Hatshepsut en Egipto? Al fin lo sabemos



Estatua de Hatshepsut. (iStock)



Un nuevo estudio se aleja de la famosa idea del acto de censura o revancha para incorporar una justificación ritual en la ecuación



Durante décadas, los arqueólogos han debatido sobre los motivos que llevaron a la destrucción sistemática de las estatuas de Hatshepsut, una de las pocas mujeres que ostentaron el título de faraón en el Antiguo Egipto. Su imagen, representada en numerosas esculturas a lo largo del país, fue mutilada, enterrada o eliminada tras su muerte. ¿Fue un acto de misoginia? ¿Una venganza política por parte de su sucesor? Una nueva investigación publicada en la revista Antiquity el 24 de junio de 2025 ofrece una interpretación radicalmente distinta: se trató de un acto ritual para "desactivar" su poder, en línea con otras prácticas funerarias egipcias.

Hatshepsut gobernó Egipto aproximadamente entre el 1473 y el 1458 a.C. Aunque comenzó como regente de su hijastro, Tutmosis III, asumió gradualmente todos los atributos del poder faraónico, incluida la iconografía masculina. Su reinado fue largo y próspero, caracterizado por una intensa actividad constructiva —como su majestuoso templo mortuorio en Deir el-Bahri, llevado a cabo por el arquitecto real Senenmut, que fue probablemente también su amante— y por expediciones comerciales, entre las que destaca la famosa misión al legendario país de Punt. Su figura ha sido objeto de fascinación tanto por su poder como por haber subvertido los roles de género de su época.

Tradicionalmente se ha atribuido la destrucción de sus estatuas a una campaña organizada por Tutmosis III, quien habría querido borrar su memoria como forma de consolidar su propio poder y reestablecer la línea masculina de la dinastía. Según esa hipótesis, la mutilación de sus imágenes, especialmente las localizadas en Deir el-Bahri, respondía a un intento de damnatio memoriae: una condena al olvido practicada para deslegitimar a figuras anteriores.


placeholderEl templo de Hatshepsut. (iStock)
El templo de Hatshepsut. (iStock)

Sin embargo, el nuevo estudio plantea que este análisis podría ser erróneo o, al menos, incompleto. En lugar de una venganza personal o una represalia política, la destrucción de las estatuas de Hatshepsut formaría parte de un procedimiento religioso destinado a neutralizar la energía sagrada contenida en sus imágenes. En el pensamiento egipcio antiguo, las estatuas no eran simples representaciones simbólicas, sino que podían albergar el ka —la fuerza vital— de la persona retratada. De ahí que, para evitar que dicho poder persistiera más allá de lo deseado, era necesario "cerrar" ese canal espiritual.

Para los egipcios antiguos, las estatuas no eran simples representaciones, podían albergar el ka o fuerza vital de la persona retratada

La investigación se basó en un análisis exhaustivo de la localización, disposición y estado de fragmentación de cientos de esculturas de la faraona. Los autores observaron que muchas piezas habían sido enterradas de manera ritual y sistemática, siguiendo patrones similares a los empleados en otros procesos de desactivación de objetos sagrados. Además, se descartó que las destrucciones ocurrieran de manera inmediata a su muerte, lo que sugiere que no fueron producto de una campaña de odio impulsiva, sino parte de un proceso más estructurado.

Este enfoque supone un cambio importante en la forma de entender la memoria política y religiosa en el Egipto faraónico. En lugar de interpretar toda destrucción de una imagen como un acto de censura o revancha, los investigadores proponen incorporar la dimensión ritual, que habría estado presente incluso en contextos de conflicto dinástico. Según esta visión, las imágenes de Hatshepsut no fueron destruidas por ser un escándalo político o una anomalía femenina, sino porque su poder debía ser cuidadosamente gestionado tras su muerte.


Por