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Los niños aceptan con resignación las restricciones de consumo que les imponen sus padres y aprenden a negociar con ellos.
Los niños tienen tan interiorizada la idea de crisis que han asumido la necesidad de introducir restricciones en el consumo diario y especialmente en algunos caprichos. Un estudio reciente entre madres y entre menores de 6 a 14 años en Catalunya demuestra que la mayoría de las familias han adaptado sus hábitos y su consumo a la nueva situación y han "pactado" nuevas relaciones son sus hijos.
"El triángulo producto-marca, niño consumidor y madre compradora está modificando su relación", dice la psicóloga Helena Figuerola. Ella ha dirigido una encuesta realizada por la empresa PAC (Psicología Aplicada al Consumo) de Barcelona entre 300 niños de edades comprendidas entre los 6 y los 14 años y entre 450 madres y confeccionada entre los meses de marzo y mayo de este año. Las tres conclusiones unánimes del estudio son la adopción de posturas restrictivas en los gastos a todos los niveles, la aceptación de la nueva situación por parte de los menores y el enfoque educativo y moralizante que muchos padres intentan introducir en sus hijos..............................
De la encuesta a las madres sobre cuál es el comportamiento restrictivo más adoptado se desprende que la mitad de las mujeres consultadas reconoce que van a comer fuera de casa menos que lo que hacían hace dos o tres años. Y el segundo cambio introducido también por la mitad de las consultadas es que compran más marcas blancas. Un 42% dice que sale menos de casa; un 32% que en general gasta menos dinero; un 27% que permite menos caprichos a sus hijos, y un 24% ya tiene claro que gastarán menos por Navidad.
¿Cómo se sienten los niños? La Vanguardia reunió a un grupo de seis menores, escogidos al azar entre quienes participaron en la encuesta, para comprobar si corroboraban las hipótesis del estudio. Y la primera constatación es que los niños reproducen los mensajes recibidos en casa y los que les llegan procedentes de los medios de comunicación, especialmente la televisión. "No podemos pedir tantas cosas"; "la culpa la tiene Zapatero y los bancos"; "nos quejamos mucho pero en África lo pasan peor"... son algunos de los lugares comunes que repiten. "Los que tienen hasta 6 o 7 años - dice Helena Figuerola-prácticamente sólo recuerdan ese tiempo de crisis y ya lo viven con naturalidad. Los mayores de 8 años son más contestatarios y le atribuyen a la crisis todos los males y todas las restricciones impuestas".
Las madres reconocen que han utilizado la crisis como argumento para controlar el afán consumista de sus hijos. Un 37% dice estar de acuerdo con la afirmación de que "prefiero no comprarme cosas para mí y comprárselas a mi hijo". Pero aun así un 71% considera: "Es una situación complicada y mi hijo tiene que aprender que no le podemos comprar todo". Por esa razón, la mayoría cree que la crisis está siendo útil para reeducar a sus hijos. "Te pide unas bambas o lo que sea, pero le compro sólo lo que sea necesario"; la ropa la quieren de marca pero les compro menos"; "espero a que me lo pidan, antes me adelantaba a sus caprichos"... son algunas de las afirmaciones de estas madres.........................................
Esos "pequeños tiranos" - en acepción del psicólogo y primer defensor del Menor, Javier Urra-o esa generación hiperconsumista - como la han llamado otros expertos-ha descubierto de golpe las limitaciones del mercado. Si uno oye a esos seis niños reunidos entorno a una mesa tiene la sensación de que todos ellos tienen ahora menos videojuegos, que les compran menos chuches y cromos, que tienen menos ropa de marca. Es probable incluso que su percepción sea exagerada. De hecho, todos repiten la palabra "antes", como si hubiese efectivamente un pasado distinto del actual, anterior a esa crisis que llega a todos los rincones y a todas las familias. Y otra sorpresa: no sólo tienen un conocimiento exhaustivo de las marcas sino que saben lo que son las marcas blancas.
Del estudio citado se desprende que las marcas blancas son más solicitadas en los supermercados y menos en determinadas tiendas y para determinados productos. "Los hijos quieren llevar zapatillas de marca y en cambio aceptan que la bollería y otros refrescos sean de marcas desconocidas, y lo mismo sucede con los padres", dice Helena Figuerola, quien recuerda que "a partir de los 7 años el yo social del niño empieza a manifestarse y de ahí ese deseo de lucir las marcas".
De esa nueva relación entre padres e hijos a cuenta de los productos surge un nuevo modelo de relación y pacto.
Al ahorro se puede contribuir de muchas maneras. Casi la mitad de las madres asegura que lo han conseguido. Las fórmulas son muchas y variadas. Los niños aseguran que ahora se descargan más videojuegos, los piratean, o se los intercambian con sus amigos. Por lo tanto compran menos. También se ha reducido el consumo de productos más superfluos. Y parece evidente que las familias viajan menos o salen menos los fines de semana. Otra faceta habitual es el compartir ropa entre familiares. "Si al final los niños son más conscientes y menos compulsivos, la crisis habrá tenido al menos un efecto positivo" señala la autora del estudio..............................
From Josep Playá Maset - lavanguardia.es
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