Hace diez años, la penetración de la telefonía fija en el continente africano era mínima. Muchos pueblos dependían exclusivamente de la línea telefónica individual o de la oficina de correos, de la policía o incluso de algún comercio. El servicio crecía a un ritmo lentísimo debido a la complicada logística que implica -colocación de postes, provisión de cables, suministro eléctrico, especialmente dadas las grandes distancias- y a la recalcitrante burocracia africana. En ese letárgico contexto, apareció el teléfono móvil. Al principio con unos precios prohibitivos: una línea costaba 20 veces lo que ahora, en un mercado de monopolio o con dos operadores en el mejor de los casos. Pero, poco a poco, África comenzó a dar un salto tecnológico que dejó atrás el fijo. El sector del móvil se liberó, la competencia creció en muy poco tiempo y los productores de teléfonos sacaron al mercado modelos básicos y realmente asequibles, haciendo de África el mercado con mayor crecimiento del mundo. Los productores de teléfonos se han adaptado a las necesidades de los africanos: teléfonos con cargadores solares, modelos que se podían cargar con la dínamo de la bicicleta o con linterna incluida (son millones de personas las que vuelven del trabajo en la oscuridad), cargadores artesanales multimodelos, teléfonos con capacidad de hasta 4 líneas, etc.
Las consecuencias de esta penetración tecnológica en el día a día de la población han sido rápidas y de gran alcance. Algunos ejemplos:
- Hace algunos años, los agricultores desconocían el precio final de sus productos en los mercados de la capital o de las poblaciones importantes. Así, el espacio que tenían para maniobrar y negociar con los intermediarios era bastante reducido. Ahora, con el teléfono móvil y gracias a cooperativas y aliados de los grupos productores, se sabe en tiempo real el precio que tiene cada producto en la tienda o el puesto del mercado. Los productores no están ya a merced de los precios de los intermediaros y pueden hacer presión para obtener más beneficios. ·
-Otro de los problemas más acuciantes eran los deficientes servicios bancarios, que dificultaban la transferencia de dinero de la ciudad al campo. Las operadoras telefónicas, arriesgándose bastante debido al vacío legal que había en la materia, se lanzaron a promocionar sistemas de transferencias en metálico a través de teléfonos. Hoy día, Kenia cuenta con el sistema de transferencia monetaria por móvil más voluminoso del mundo en número de usuarios, y países con estados fallidos y situaciones de verdadero caos administrativo, como Somalia, cuentan con eficientísimos sistemas de transferencias internacionales que llegan a los pueblos más diminutos.
- Los mensajes de texto se han convertido también en un arma muy eficiente a la hora de movilizar a la población. Gracias al férreo control sobre las compañías telefónicas, Etiopía ha impedido durante varios años que la población pudiera enviar mensajes para así poder evitar que grupos de oposición se pudieran organizar, convocando manifestaciones o acciones de protesta. En otros países no es raro ver que, en momentos cruciales donde el orden público o la estabilidad del gobierno se ven amenazados, se suspendan estos servicios durante algunas horas o incluso durante días.
- Por último, el acceso de un margen tan elevado de la población a la telefonía móvil es también una oportunidad genial para poder “controlar” la gestión de administraciones públicas y servicios. Por ejemplo, hay ya iniciativas que, en connivencia con radios locales y gracias a la colaboración ciudadana, son capaces de controlar el desempeño de instituciones públicas o privadas, tales como el absentismo laboral en escuelas, dispensarios y otros servicios, de modo que pueden pedir cuentas de la gestión presupuestaria de cualquier institución.
Todo un mundo de posibilidades que gracias al teléfono móvil se abren para el desarrollo y la lucha contra la pobreza.
Por Alberto Eisman from blogs.elpais.com 26/05/2011
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