martes, 8 de julio de 2014

Bebiendo de la ciudad seca


El 40% del agua de Delhi se pierde debido a las pobres infraestructuras y la mala gestión



Los brazos de Lali Chawhan, de 35 años, ya casi no sienten el peso de los cuatro litros de agua que carga cada día. También ha perdido el miedo a recorrer a diario los tres kilómetros oscuros, inundados de basura y con olor a ácido junto a sus tres hijas de entre 10 y 12 años. A las cuatro de la madrugada salen de su casa en el asentamiento ilegal de Prem Nagar, al sur de la capital india de Delhi, hacia la siguiente colonia, donde hay una llave de agua. Durante cinco horas, madre e hijas soportan empujones, insultos y los golpes de otras mujeres que han llegado antes. A veces tienen suerte y, aunque las niñas hayan perdido una mañana de clases, podrán beber, lavar la ropa, cocinar y ducharse. Otras veces, en cambio, regresan a casa resignadas y cansadas. "Habrá que volver por la noche", suspira.
Prem Nagar es una modesta colonia de 25 infraviviendas construidas con tablones de madera en la que viven más de 50 familias cuya mayoría subsiste gracias a actividades por las que no pagan impuestos, como forjar hierro. Se trata de un lugar perdido en el camino de una transición incompleta hacia la modernidad. En 2009, el Gobierno desalojó a los vecinos de sus residencias, al otro lado de la calle, para construir en ese terreno un estadio de cara a los Juegos de la Commonwealth de 2010. Desde entonces sobreviven sin baños, sistema de alcantarillado, electricidad o agua. "Cuando nos desplazaron aquí no había casi nada. Jamás hemos tenido agua y es muy injusto, porque otras colonias cercanas sí la tienen. A veces estamos cuatro o cinco días sin ella porque no nos dejan cogerla", espeta Mukandi Lal, un hombre de 70 años, mientras que da forma a un cuchillo de hierro incandescente.
El mapa del flujo del agua en el distrito de Delhi sigue un camino errático entre la mala gestión, la falta de infraestructuras, la desigualdad y la sobreexplotación de los recursos. En teoría, hay agua para todos. La capital india se nutre principalmente del agua del río Yamuna, de las presas y de los ríos del estado del norte Himachal Pradesh y del agua subterránea. "La capacidad per cápita que se obtiene –273 litros al día por persona– es mucho más alta que la de ciudades como Bonn, Ámsterdam o Londres, y la más alta de todo India" señala Himanshu Thakkar, coordinador de la Red de Ríos y Presas del Sur de Asía, una organización dedicada al estudio de los recursos hídricos.
En la práctica, el agua llega a unos pocos. La red de abastecimiento delDelhi Jal Board (DJB), el organismo público encargado del suministro en la capital, tiene una longitud de 12.000 kilómetros, pero su estado es de absoluto deterioro. Las tuberías tienen unos 40 o 50 años, lo que origina que el nivel de pérdida sea en torno al 40%, según datos oficiales. Y no es el único problema.
"Hay individuos que rompen las tuberías para robar agua y luego venderla a precios elevadísimos en las zonas más pobres", afirma Biraj Swain, miembro de la coalición Por el Derecho al Agua e investigadora de la relación entre la salud y el acceso al agua. Swain explica que estas personas, conocidas como "las mafias del agua", llegan a pedir hasta 5.000 rupias (61 euros) por mil litros de agua a las familias pobres, que suelen organizarse entre ellas para compartirla. "Cuando la desesperación es grande, la gente paga lo que sea", dice. La mayoría de estas familias tienen a casi todos sus miembros en paro y muchos viven de negocios sin registrar como forjar hierro, recolectar metales, basura o papel para luego venderlos. Suelen ganar al mes unas 1.200 rupias (14 euros)", detalla.
Entre robos, infraestructuras anticuadas y la falta de auditorías al DJB, el Gobierno de Delhi se enfrenta al reto de suministrar agua a una población que no para de crecer y que, en muchos casos, no tiene derecho ni acceso a los servicios más básicos como el agua potable y el saneamiento porque viven en tugurios ilegales (el 25% de los delhineses vive en ellos). "Hay zonas, sobre todo al sur de la ciudad, en las que las personas solo disponen de 30 litros al día, mientras que en el centro reciben más de 500", dice Thakkar. "Se estima que una familia de cinco miembros requiere por lo menos 120 litros al día para satisfacer sus necesidades básicas de higiene, consumo y cocina. Esta desigualdad es una locura"..
Ante la falta de este recurso, los pozos son la solución para muchos. Alrededor de un 85% del agua potable de India se obtiene mediante la extracción mecánica de acuíferos subterráneos. En Delhi es la segunda fuente de abastecimiento —un 12% de las personas obtienen el recurso por esta vía—. Sin embargo, su uso desmedido podría crear una verdadera crisis en el país. De acuerdo con un informe del Banco Mundial, los acuíferos están alcanzando unos niveles de explotación insostenibles y advierte que el 60% de ellos estarán a un nivel peligrosamente bajo dentro de 20 años. En algunos lugares del sur y suroeste de Delhi, el agua subterránea ya ha descendido entre 20 y 30 metros por debajo de la superficie.
Como ocurre con el sistema público de tuberías, también el acceso a los pozos es desigual. "La gente de clase media suele tener tanques privados y los ricos construyen bombas de extracción muy poderosas. Esto hace que los acuíferos cercanos a sus viviendas se sequen. Las colonias ilegales que dependen de las bombas manuales y están próximas a zonas residenciales de clase media o alta no disponen de agua", explica Matt Birkinshaw, investigador de la London School of Economics.
El tratamiento de las aguas residuales es insuficiente, por lo que no compensa la escasez del agua potable. "Hay 22 plantas de tratamiento en la ciudad pero ninguna de ellas funciona a pleno rendimiento, la mayoría está limitada al 50%. Pero, incluso si trabajaran al máximo de su capacidad, no podrían depurar todas las corrientes residuales que Delhi produce", apunta Thakkar. Y añade, además, que es una práctica tan poco controlada que muchas veces el agua ya tratada se mezcla con la que aún está sucia. "Y esto trae muchísimas enfermedades", alerta.
Los datos dan cuenta de la envergadura de este problema: el Banco Mundial estima que alrededor del 21% de las enfermedades transmisibles en India están relacionadas con la mala calidad del agua. El cólera, la gastroenteritis y la diarrea se disparan durante cada temporada de lluvias. Solo la diarrea causa más de 1.600 muertes diarias. La situación se agrava porque los hábitos de higiene son también muy pobres en el país: 600 millones de indios, la mitad de la población, no tiene acceso a una letrina.
Mompta, de 40 años, madre de cuatro hijos y residente de Prem Nagar, ha perdido la cuenta de cuántas veces ha llevado a sus hijos al hospital por enfermedades relacionadas con la mala calidad del agua.  "A mi hija la he llevado en muchas ocasiones, en cuanto le empieza a doler el estómago o la cabeza". Ella, como la mayoría de los habitantes de Prem Nagar, no tiene un lugar apropiado para poder almacenar el agua que recogen en otra colonia a tres kilómetros. Utiliza botellas y garrafas de plástico, casi todas rotas y muy viejas. Las amontona fuera de su casa y coloca alguna tabla de madera para protegerlas, sin mucho éxito, de los bichos. "Llevamos con estos bidones unos dos meses, estos nos han salvado", dice mientras un grupo de moscas sobrevuela las botellas.

El agua en las urnas

"En áreas donde no existe un buen suministro de agua, lo líderes locales (pradhans) y los políticos juegan un rol importante porque ayudan a la gente a obtenerla. Así consiguen votos, y precisamente por eso no tienen ningún interés en mejorar el sistema de manera permanente", señala Birkinshaw. El investigador de la LSE añade que la relación corrupta entre las mafias del agua y los dirigentes también explica que no se resuelva el problema del suministro. "Los políticos no solo obtienen votos, sino que también son capaces de extraer ganancias económicas de sobornos para que no arreglen el sistema, Si lo hicieran, la gente no le compraría el agua a estos vendedores y ellos perderían dinero", apunta. 
El agua fue uno de los principales temas de la campaña en las elecciones locales celebradas en el país en diciembre de 2013. El partido Aam Admi (traducido, “hombre corriente”), que surgió como un movimiento social de denuncia de la corrupción en 2005 de la mano de la activista Anna Hazare, ganó, en contra de lo que decían los pronósticos, las elecciones locales en Delhi con un programa que ponía el acento en los servicios sociales. En su programa se describía el problema del agua como "una de las mayores preocupaciones" para el partido.
Dos días después de entrar en el gobierno local, Arwin Keijdal, líder del partido Aam Admi e ingeniero de formación, prometió entregar 700 litros de agua para todas las familias. Una medida populista para algunos y necesaria para otros que nunca se llegó a implementar. Keijdal renunció a su cargo 49 días después de tomar posesión por divergencias con el partido del Congreso con el que gobernaba en coalición, según dijo. 
Ante tanta promesa incumplida, los residentes de Prem Nagar han perdido la fe en la política. "No tenemos ningún tipo de tubería, al final tendríamos que pagar algo por instalarla. Aquí nada va a cambiar", resopla Mompta con resignación.
http://elpais.com/elpais/2014/05/21/planeta_futuro/1400676899_563368.html

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