UNA ACTITUD CULTURAL
Partimos de una pregunta inocente. Preguntamos a varias mujeres en qué se fijan de otras mujeres. Marina contesta: “Me fijo en la ropa, me gusta ver a chicas con chaqueta, falda y camisa, me parece elegante. Miro las uñas, que estén cuidadas. Y he notado que me fijo en los looks para copiarlos”.Verónica: “Lo primero que me fijo de una mujer es en su estilo, en cómo se relaciona con los hombres que le rodean, si es simpática o está actuando como que es simpática”. Irene: “Odio a las mujeres cursis, las que quieren hacerse notar con su tono de voz, me parece que están desesperadas por la atención de los demás. No me gusta cuando noto que una chica se ha pasado dieciséis horas arreglándose en casa. Cuando veo que llevan demasiado maquillaje me da asco”.
Sigue Silvia: “En lo que más me fijo es en la autoestima que tiene y la detecto viendo si es demasiado tímida o en si grita al hablar, señal de que es insegura. También en cómo se mueve, en cómo reacciona en una situación inesperada. Luego, además de los hombres, las mujeres también comentamos el tamaño del pecho de las demás chicas. A mí me gusta que las tengan pequeñas, cuando tienen tetas muy grandes muy pocas lo llevan con elegancia. Me fijo en la estética, en lo más básico, si está bien depilada, si llevan el pelo quemado del tinte, si no se lo han cortado en más de dos meses. Si se pasan con los pendientes y los anillos, en eso lo importante es no exagerar. Me fijo en detalles básicos, como que si llevas pendientes no debes llevar también un collar, o si llevas pintalabios rojo, póntelo por la noche, no para ir a la piscina”.
A continuación, nos vamos de tiendas por la calle Fuencarral, en Madrid. Preguntamos a las dependientas de los comercios si las mujeres van acompañadas a comprar ropa. Lorena, de Herself, dice que el fin de semana las chicas suelen ir con amigas. Desiré, de Kling, también nota que entran acompañadas por sus amigas porque, a su juicio, necesitan una opinión.
¿Por qué estar tan pendientes del resto de las mujeres o de la opinión que puedan tener de una?Cristina Wood es psicóloga especialista en ansiedad y estrés. Ésta es su opinión: “Si dos mujeres se encuentran por la calle, se hacen un escáner de lo que llevan de los pies a la cabeza, se fijan en si la otra ha ido a la peluquería, si lleva las uñas pintadas, si la talla de la falda le queda bien. Es cierto. Cuando dos mujeres se vuelven a ver al cabo de mucho tiempo, lo primero que hacen es un comentario sobre su físico, del tipo: qué delgada estás, qué bien te veo. Pero esto ¿lo hacen los hombres? cuando un hombre mira a otro ¿le dice que: qué bien te queda el pantalón, tío; o cuánto has adelgazado?
Todo esto se debe, según la doctora, a que: “en el físico, la forma de vestir, y en todo lo que sea apariencia, las mujeres somos más exigentes y nos fijamos más en los detalles. Es cultural, lo adquirimos desde muy pequeñas, desde que nos enseñan: hija siéntate bien, péinate, tienes que estar presentable. Al niño no se le exige tanto en ese campo”.
Vestirse para gustar a los hombres o para la aprobación de las mujeres
De modo que el tópico o lugar común de que las mujeres no se visten para gustar a los hombres, sino para gustar a las mujeres, es más cierto de lo que parece. Wood al menos está de acuerdo: “las mujeres se visten más para las mujeres, para las amigas, para que vean que estás a la moda. Si una mujer va a una fiesta, los comentarios sobre su ropa se los dicen las mujeres, no los hombres. El problema es que a las mujeres se nos valora mucho por el físico, y como todos en general somos muy sensibles a los comentarios negativos, al final para evitar una crítica te vistes como crees que le va a gustar a las mujeres. El miedo a lo que los demás puedan pensar es más acusado en las mujeres que en los hombres y, para evitar esa ansiedad, al final la mujer se está fijando en cómo van el resto de mujeres”.
En todo caso, si volvemos a las tiendas, las dependientas entrevistadas tienen su propia versión de todo esto. Lorena, por ejemplo, no cree en el tópico: “Yo creo que las chicas se visten para los chicos, pero el problema es que los chicos no notan la ropa. Es decir, si ella se pone una falda bonita, un chico no se va fijar como para decirle que lleva una falda bonita. Ellos pensaran “mira qué culo le hace esta falda”, no en esa prenda en sí. Pero creo que las mujeres no se visten pensando en lo que dirán sus amigas, sino que lo hacen para su pareja, o si no tienen parejas, para conseguir una”.
Desire apela más al componente emocional: “Desgraciadamente, los hombres no van a fijarse en nada de lo que lleves puesto, creo que las mujeres se visten para ellas mismas. Una vez que estás cómoda, da igual lo que lleves porque se va notar que estás cómoda contigo misma. Al final la ropa es algo bastante banal”
Y Cristina no da la atención del hombre por perdida: “Yo creo que el hombre cada vez más se fija en la apariencia y no solamente en la figura, sino también en cómo viste. Les puede llamar la atención el color, pero creo que sobre todo les importa la actitud y cómo llevan la ropa”.
Competencia y envidia entre mujeres
¿Hasta qué punto la importancia de la ropa o el físico puede llegar a ser un problema? Agnes Deer, bloguera de moda, es de las que está de acuerdo con el tópico de que te vistes para las demás mujeres. Señala que se siente agobiada cuando en el metro coincide con dos chicas enfrente y se pregunta si estarán analizando lo que lleva puesto: “Aparte de la ropa, yo me fijo también en el físico, que es algo que las mujeres llevamos bastante mal, miro si está más delgada que yo, si se le sale una chicha”.
En estas situaciones, puede que hasta sea preferible no encontrarse con otras mujeres. Así lo admite Agnes: “A veces voy a alguna reunión de trabajo y estoy deseando que sean tíos, y tengo una amiga que es abogada y siempre me dice que cree que cuando se encuentra una jueza lo tiene el doble de difícil”.
En el trabajo de las psicólogas británicas Susie Orbach y Luise Eichebam, Agridulce: El amor, la envidia y la competencia en la amistad entre mujeres’, de la editorial Grijalbo, se intentan explicar estos patrones de conducta. De entrada, en los capítulos dedicados a la envidia y la competencia, se especifica que normalmente los sentimientos de envidia de una mujer hacia otra mujer no suelen identificarse como tales, y “cuando aparecen, encuentran muchas veces refugio psicológico en la autocrítica”.
Por ejemplo, cita el caso de unas trabajadoras que se encontraron con el éxito de una de ellas y explica: “ante el éxito de una compañera, no pudieron analizar sus propios sentimientos y los transformaron en sentimientos individuales de duda e insuficiencia”. Las diferencias entre mujeres, que unas avancen más rápido que otras, se percibe a veces como algo peligroso, como una amenaza.
Pero nada de esto quiere decir que una mujer sea más envidiosa o competitiva que un hombre, lo que ocurre es que, según explica una reseña de la citada obra en mujeresquetrabajan.com, “cuando una mujer tiene problemas para reconocer sus propias necesidades y deseos (lo que resulta muy común debido a su educación), “se asusta” cuando ve que otra mujer sí es capaz de hacerlo (…) hay un pacto que parece dictar: “tenemos que quedarnos donde estamos y seguir siendo lo que somos”.
Cristina Wood, además, opina que en esta sociedad no se aplica la misma vara de medir a los hombres que a las mujeres. “Tanto física como intelectualmente, desarrollando las mismas tareas, en puestos de la misma responsabilidad, se suele exigir más a las mujeres que a los hombres. Y el problema es que entre nosotras somos mucho más duras de lo que lo son los hombres y nos juzgamos más negativamente. Si yo tengo una jefa, mujer, es más fácil que yo piense que esa mujer, por su inteligencia emocional, se dé cuenta de mis errores o que me saque alguna falta”.
“Sabemos que una mujer se va a fijar más en esas cosas que un hombre, una mujer se da cuenta de muchos detalles de los que no se da cuenta un hombre, y eso pone nerviosa a otra mujer, ya sea en reuniones o en otros ámbitos”.
Evitar la ansiedad y el estrés
En el otro lado de la balanza, esta miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés advierte de que también los hombres sufren sus particularidades en este sentido: “Hay hombres que se sienten muy intimidados y muy nerviosos ante mujeres atractivas. De hecho, muchas personas, simplemente, se sienten intimidadas ante personas que consideran más inteligentes. Son gente que no se pone nerviosa con el portero de la finca, o la chica del bar, pero cuando viene en una reunión el director del banco les entran los nervios”.
Finalmente, si este tipo de situaciones provocan un estado de nervios preocupante, la doctora Wood da una serie de pautas: “Tenemos que hacernos preguntas, como ¿por qué llevo una hora cambiándome de vestido, volviéndomelo a probar? Las personas que sufren estrés por estos motivos están anticipando negativamente que los demás la van a criticar. Debe cambiar su forma de pensar por algo más objetivo y racional en lugar de dejarse llevar por sus miedos ¿Cuántas veces he ido a una fiesta y alguien me ha dejado de hablar o ha criticado mi forma de vestir o se ha reído? Normalmente no encontrará ni un solo dato o hecho objetivo que demuestre esa idea”
“No hay que fijarse en lo negativo de forma exagerada, lo que están pensando es una hipótesis, no la realidad. Tienen que pensar ¿qué me apetece realmente llevar puesto al trabajo? ¿Algo con lo que ir cómoda? Pues hazlo. Prueba a hacer lo que te apetece hacer, no lo que crees que los demás van a pensar. Tenemos que darnos cuenta de nuestros juicios, y aunque sintamos ansiedad las primeras veces, se puede recuperar la seguridad en un mismo y la sensación de control”.
Álvaro González 14/07/2014
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-07-14/en-que-se-fijan-las-mujeres-cuando-miran-a-otras-mujeres_160642/
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