Es más posible que el nombre de Peter Mock suene a música diabólica en Volkswagen. Él es el responsable de que la imagen del fabricante de coches se esté derrumbando en todo el mundo a la par que sus pérdidas en la Bolsa se disparan. Fue él quien descubrió que el gigante alemán estaba falseando las emisiones de gases de sus vehículos para eludir las normas medioambientales en Estados Unidos. Y lo hizo por casualidad.
Mock es el director de un grupo mediambiental llamado Clean Transportation que hasta ahora muy pocos conocían. Como relata Bloomberg, el año pasado se puso manos a la obra para intentar demostrar que los controles de gases contaminantes en Europa son mucho menos exigentes que en Estados Unidos. Quería demostrar a los Gobiernos del viejo continente que es posible endurecer esas pruebas y que se puede tener coches diésel mucho más limpios.
Así que Mock no imaginaba en absoluto lo que se iba a encontrar. "No teníamos motivos para sospechar", asegura John German, el hombre que ayudó a Mock en sus pruebas. "Pensamos que los vehículos serían limpios", añade. Ambos no tenían más pretensiones que demostrar que los mismos modelos de una misma marca emitían menos gases nocivos en Estados Unidos que en Europa debido a que los controles eran más duros allí.
Para ello, pidieron ayuda a la Universidad de West Virginia, que tenía un sistema portátil de medición de emisiones que se podía colocar en el maletero de los coches. Así podían analizar directamente los humos que salían del tubo de escape. Y fue este sistema lo que condenó a Volkswagen, que había instalado durante seis años un programa informático en varios modelos diésel de forma deliberada para esquivar los límites de emisiones de gas. Los coches afectados pasaban sin problemas las pruebas de gases, pero en circulación por carretera emitían hasta 40 veces más contaminantes de lo permitido.
"FUE IMPACTANTE"
Y eso fue exactamente lo que descubrieron Mock y German. Probaron varios vehículos con el medidor de gases en viajes de 2.100 kilómetros, desde San Diego a Seattle. Enviaron los datos a la Universidad y cuando recibieron los datos se quedaron completamente conmocionados. El BMW X5 pasó la prueba de carretera, pero el Volkswagen Jetta, fabricado en 2012, tenía unas emisiones de óxidos de nitrógeno 35 veces superiores a la legalidad, mientras que el Passat, de 2013, las multiplicaba por 20. "Fue impactante", recuerda German.
Informaron entonces de su descubrimiento a la oficina de California de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés), que abrió una investigación a Volkswagen en mayo de 2014. Las conversaciones entre ambas partes se prolongaron durante meses, dado que la compañía trataba, sin éxito, de desmentir los datos de la Universidad. El gigante alemán propuso una solución intermedia y en diciembre de 2014 llamó a revisión a 500.000 vehículos para "una actualización de software".
Pero la EPA hizo más pruebas y comprobó que las emisiones en carretera seguían siendo superiores a lo permitido. Ninguna de las explicaciones de Volkswagen convencieron al regulador, que amenazó con no aprobar la comercialización de los coches de la marca a menos que solucionase el problema. Fue entonces cuando la compañía admitió que había diseñado e instalado un dispositivo capaz de detectar cuándo el coche estaba siendo sometido a esas pruebas para activar el engaño o cuándo estaba circulando por carretera para desactivarlo.
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