El auge de estas drogas se debe al deseo de impulsar el cerebro a un nivel superior. FOTO: ANTÁRTICA
El aumento del consumo de sustancias que aportan un extra de actividad al cerebro preocupan y generan diversas dudas éticas.
Nootrópico. Bajo este extraño nombre se esconde una amplia y polémica categoría de sustancias que activan las funciones cognitivas. Si bien técnicamente la cafeína, los adaptógenos (de origen natural para afrontar el estrés) y ciertos complementos alimenticios (como el Ginkgo Biloba) lo son, también se consideran como tales determinados medicamentos legales como la cocaína o las anfetaminas. «Es un concepto acuñado por Cornelius E. Girogea a principios de los años setenta, se relanzó en los ochenta y en 1995 Warren Dean y Steven Fowkes, del Centro de Investigación e Innovación Educativa (CERI) , [de la OCDE], añadieron nuevos productos. Hay desde fármacos legales a sustancias peligrosas, suplementos nutricionales o parte de las terapias ortomoleculares», explica el doctor José Francisco Tinao, de la Clínica Medicina Integrativa de Madrid. «Una especie de ‘marca de marketing’ bajo la que se vende mejor el tema que, por ejemplo, con la palabra ‘psicotrópico’, que ya se utilizaba entonces», añade.
Miguel Jara, periodista especializado en salud e industria farmacéutica, lo corrobora: «Están muy ligados al marketing, sin consenso científico en su definición, sin concreción en su mecanismo de acción, ni eficacia determinada en la mayoría de los casos y con resultados clínicos contradictorios». Su auge se debe al deseo de impulsar el cerebro a un nivel superior. The Telegraph recogía que hasta el 25% de los estudiantes de las principales universidades británicas toman Modafinil, un neuroestimulante indicado para la somnolencia excesiva diurna de la narcolepsia que promueve un estado de alerta. «Una moda que es síntoma del fracaso del modelo social que nos autoexige demasiado; como no llegamos a todo, se tratan disfunciones que no lo son. Estados Unidos es una sociedad que se ‘droga’ mucho legalmente con fármacos y tiene un grave problema con los fallecimientos con opiáceos. Pero todo apunta a que los nootrópicos alcanzarán una popularidad similar aquí», advierte Jara.
En cambio, allí existen grandes defensores como Dave Asprey, fundador del imperio Bulletproof de alimentos y suplementos para alcanzar niveles de alto rendimiento corporales y mentales, quien confesó al sitio web de wellness thechalkboardmag.com: «Tengo grandes esperanzas de que la medicina despierte ante sus sorprendentes beneficios y comience a incorporarlos a la sociedad. Muchos no solo aumentan tu calidad de vida, sino que hacen que tu cerebro sea más resistente al entorno». Aunque Tinao insiste: «Es mejor resolver las situaciones sin tomar sustancias. Pero vivimos en una ‘sociedad del cansancio’, como señala el filósofo Chul Han, en la que se pide acción, inmediatez, eficacia, eficiencia y efectividad. El consumo de fármacos psiquiátricos está en aumento».
Por ello, el control médico y la sensatez se imponen a la hora de cuidar el cerebro. Tinao recomienda la neuroprotección: «Vamos hacia una sociedad longeva y ese es uno de los cambios de los que no tenemos experiencias previas. Hoy con 60 años se puede estar en un excelente momento de la vida, cuando hace dos generaciones se habría fallecido o se nos consideraba ancianos. Todo se retrasa, y se nos va a pedir más y mayor disposición. Anticiparnos al deterioro del cuerpo será una obligación. Pero si se cuida bien, y no hay una enfermedad, el cerebro es el órgano que menos envejece: dormir y alimentarse adecuadamente, evitar sobrepeso, la diabetes, la ateroesclerosis, hacer ejercicio, tener pasiones y disfrutar la vida son los instrumentos más importantes» .
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