En Europa se estima que una de cada tres parejas se separan; en Estados Unidos, una de cada dos (skynesher / Getty Images)
Los expertos aconsejan no precipitarse, desechar la idea del amor romántico y de que se debe cambiar para ser amado
Explica Hellen Fisher, conocida antropóloga estadounidense que ha dedicado su vida a estudiar la neurobiología del amor, que vincularse con otra persona de forma amorosa y sexual es uno de los impulsos humanos más antiguos. En concreto, se supone que empezamos a enamorarnos los unos de los otros hace unos cuatro millones de años. Pero por antigua que sea la cuestión no parece que con el tiempo hayamos aprendido a amar mejor, o al menos no lo parece a la luz de la estadística: se estima que una de cada tres parejas en Europa se separan, mientras que en Estados Unidos lo hacen una de cada dos.
Además, el cincuenta por ciento de las personas que conviven con su pareja desde hace más de diez años reconocen haber sido infieles al menos una vez. Así, la pareja como relación parece estar en crisis, aunque la pareja como institución todavía funciona, quizá porque no hemos encontrado otra forma mejor de organizar la sociedad, apuntan algunos expertos en la cuestión.
¿Por qué fracasan tantas parejas?
Antoni Bolinches, psicólogo, sexólogo y autor de Amor al segundo intento, opina que existen tres razones fundamentales por las que una pareja se separa: “La primera, porque tenemos poca resistencia a la frustración y ante el mínimo conflicto tiramos la toalla. La segunda porque la institución matrimonial se toma muy a la ligera y es muy fácil separarse. Y la tercera, porque el matrimonio es bueno para la estabilidad emocional pero no es estimulante para la sexualidad, y una vez se supera la fase pasional aparecen en la cercanía personas que propician los enamoramientos alternativos y las infidelidades”.
Para la psicóloga y terapeuta Rosa Barceló, la causa principal del alto índice de fracasos matrimoniales es que hemos pasado de un modelo de relaciones de desigualdad a un modelo igualitario: “En el modelo anterior se repartían los papeles y uno pensaba y tomaba decisiones mientras que el otro obedecía; no eran relaciones satisfactorias, pero se mantenían. En la pareja actual, afortunadamente, somos iguales, pero no tenemos modelos de cómo hacerlo, no nos han enseñado. En vez de cooperar, negociar y pactar a veces competimos por todo: quien trabaja más, quién tiene razón, quién es mejor, quién ha hecho qué, adónde vamos de vacaciones, cómo gastamos el dinero… Y estar constantemente compitiendo es agotador y desgasta el amor. Como se suele decir: con el amor no basta”.
Pero aunque este no baste y aunque la sombra de la estadística sea alargada, los seres humanos seguimos anhelando el amor y volvemos a intentarlo una y otra vez. ¿Cómo debemos afrontar esas segundas ‒o terceras o cuartas‒ veces? Helen Fisher explica que el amor romántico corresponde más a un impulso fisiológico que a una idea racional, es decir, que en realidad nuestro estado mental se ve alterado cuando nos enamoramos. No parece ese el mejor momento para tomar decisiones racionales, pero los expertos aconsejan que si vamos a tirarnos a la piscina de una nueva relación después de afrontar una ruptura, vayamos paso a paso.
Volver a intentarlo
Antoni Bolinches enumera cuatro cosas a tener en cuenta en nuestras nuevas intentonas amorosas:
1. No se precipite.
2. Trate de averiguar por qué no funcionó la relación anterior.
3. No caiga en el error de elegir por oposición o por similitud de perfil con la pareja anterior.
4. No busque en la nueva pareja cosas que debe encontrar en sí mismo.
En este último punto casi todos los expertos coinciden con Bolinches. Eva Campos Navarro, psicóloga y escritora, aconseja ser cautelosos pero no construir muros con nuestro nuevo amor, y sobre todo no caer en ciertos errores, como por ejemplo, ponerle pruebas al otro. Tampoco pensar aquello de que “la mancha de una mora con otra verde se quita”. Campos aconseja en este sentido que se viva el proceso de duelo de forma consciente, es decir, que sea un aprendizaje de qué pasó en la relación anterior y cuál es nuestra responsabilidad real, nunca desde el victimismo ni desde la culpa.
Rosa Barceló advierte también de la importancia de tomarse un tiempo antes de volver al ruedo: ”Cuando se termina una relación hay personas que se aferran en seguida a otra porque son dependientes emocionalmente y no saben estar solas. Inician una nueva relación sin conocerse desde la necesidad y sin analizar que pasó. Está demostrado que en esos casos las segundas y terceras… relaciones cada vez duran menos (la mitad de la anterior) o son igual de insatisfactorias. Si la persona hace el duelo adecuadamente, se demuestra a sí misma que puede vivir sola, se da tiempo, tiene claro por qué se separó, aprende de sus errores y, por lo tanto, no los repite, la segunda relación puede ser mucho mejor”.
El reto de los hijos
Otro de los retos que se presenta en muchos casos es el acoplamiento de la nueva pareja con los hijos de relaciones anteriores. Antoni Bolinches recomienda al respecto mantener durante un tiempo una relación no convivencial: “Antes de integrarse en un único hogardeben estar seguros de que los hijos respectivos no van a rivalizar para monopolizar la atención de su padre o de su madre en detrimento de la nueva unidad familiar”. Este experimentado terapeuta nos recuerda que “la pareja, como la tierra, es para quien la trabaja. Por tanto, el gran secreto para tener suerte en la elección de pareja es el de procurar sembrar en tierra fértil y evitar los terrenos pantanosos”.
¿Y por dónde comenzar a plantar nuevos brotes? Don Miguel Ruiz y HeatherAsh Amara, autores del libro Los siete secretos de las relaciones sanas y felices, afirman que la clave del compromiso en las relaciones es que todo comienza con un compromiso con uno mismo. En su opinión, resulta imposible honrar a los demás si no honramos quiénes somos. La mayoría de personas, explican Ruiz y Amara en su libro, tanto si llevamos veinte años en una relación como si estamos buscando una, debemos aprender a comprometernos auténtica, profunda y plenamente con nosotros mismos, por encima de todo.
Del amor romántico al amor consciente
Pero ¿qué significa esto? “El compromiso contigo mismo empieza abandonando las ideas de que debes cambiar para ser amado y que necesitas que otra persona te ame para sentirte completo. Cada vez que tratas de sentirte completo gracias a la aceptación de otra persona, te alejas de ti mismo. Aunque pienses que esto puede funcionar a corto plazo, como cuando una relación es nueva y todo parece mágico, lo cierto es que con ello sólo evitas afrontar la situación. Es decir, estás postergando el problema en lugar de afrontarlo, con lo que sólo consigues que éste aflore de nuevo en el futuro”.
Los expertos coinciden en señalar que la tan extendida idea del amor romántico provoca muchas frustraciones e impide que tengamos relaciones sanas. Por ello, si queremos empezar una nueva etapa es importante dejarla atrás y empezar a cultivar el amor consciente.
“La idea del amor romántico fomenta la dependencia emocional y la aceptación y normalización de cosas que no son aceptables en una relación sana”, afirma Rosa Barceló. “En lugar de eso es mejor partir de otro lugar: yo, persona independiente, entera, y tú, persona independiente y entera que nos gustamos, nos atrae lo que vemos y a partir de ahí nos vamos conociendo porque queremos no porque nos necesitamos. No te necesito, quiero estar contigo pero puedo vivir sin ti. Y cuando una relación ha dejado de ser nutritiva o nutricia para alguno de los dos por las razones que sean, o a medida que nos vamos conociendo no me gusta lo que voy viendo, mejor dejarlo sin traumas ni depresiones”.
Eva Campos, autora de la audioserie de humor Jodidas princesas, en la que repasa y desmonta varios mitos del amor romántico, explica: “Si el amor duele hasta reventar no es amor, es un grano. Necesitamos cambiar la idea de amor romántico por amor sano, que no tiene por qué ser un “amor perfecto”, sin complicaciones. Buscar el “amor perfecto” que jamás te dé problemas, que sea fácil y que esté lleno de estrellitas y corazoncitos, es la otra cara de la moneda, es el amor romántico del siglo XXI. Una pareja son dos personas diferentes con sus mundos diferentes, y es necesario asumir que no siempre se va a encajar a la perfección, que la vida no va a ser siempre unicornios, arcoíris y corazoncitos en la cabeza. Entre el amor romántico de entrega total y absoluta y el amor romántico de corazoncitos y arcoíris perennes existe el punto medio, que es construir un amor sano”.
Decía la escritora Ursula K. Le Guin que el amor no es algo que simplemente está ahí, como lo puede estar una piedra. El amor debe hacerse, como el pan, y rehacerse de nuevo todo el tiempo. Por lo tanto, es importante abandonar la idea de que el amor es algo que con lo que algunas personas se topan y otras no. Amar no es cuestión de suerte, sino que implica trabajo, movimiento y acción. “Debemos tener claro siempre que una pareja funciona más por lo que nosotros aportamos a ella que por lo que le pedimos”, concluye en este sentido Antoni Bolinches.
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