En Lisboa, distintos barrios, distintos ambientes. Encanto por doquier. Es una ciudad para pasearla, admirar con detenimiento y dejarse llevar por su hospitalidad cultural.
El barrio de Chiado
Este puede ser el barrio por donde empezar nuestra visita a Lisboa. Hemos subido al Chiado con el elevador de Santa Justa. Rápido y cómodo. Nos encontramos con una entrada al barrio delimitada por los altos arcos del Convento do Carmo, ruinas abiertas al cielo porque el terremoto de 1755 lo devastó y que hoy son una muestra de cómo Lisboa adapta su arquitectura y propicia experiencia a sus visitantes e identidad a sus ciudadanos.
Observador. Que el Chiado esté enclavado en una colina y ofrezca vistas espectaculares de la ciudad hace que sea un buen punto para localizar los lugares de la ciudad que valdrá la pena visitar. Desde allí, descubrimos el encanto de las formas de la ciudad. Grandes monumentos, estrechas y empinadas calles, color, luz… Y, desde ahí se ve claro, pasear Lisboa será subir y bajar, bajar y subir, pero los elevadores nos facilitarán los paseos. Los hay en todas partes. Una de las facilidades de la ciudad que compensa la abrupta y, al mismo tiempo, encantadora orografía sobre la que se asienta.
Intelectual. A finales del siglo XIX e inicios del XX, el barrio del Chiado era el predilecto de poetas y escritores. Lugar de tertulias, ambiente intelectual. Zona noble.
Renacido. Su construcción con predominancia de la madera y algunas instalaciones demasiado decadentes favorecieron que un trágico incendio, en 1988, devastara el barrio. Los titulares de la prensa del mundo, entre otros, decían: “Arde la Lisboa romántica”. La reconstrucción duró más de 10 años y se rehabilitaron más de 20 edificios históricos.
Comercial. Actualmente, el Chiado es una zona comercial importante. No ha podido evitar los efectos de la globalización y las franquicias están también ahí, pero la combinación ecléctica de boutiques de nuevos diseñadores y pequeños comercios con productos artesanos y algunas tiendas centenarias imantan las miradas de los visitantes.
El recuerdo de su pasado “intelectual” reside sobre todo en las librerías antiguas. Una de las más concurridas es la Livraria Bertrand, fundada en 1732.
Animado. Y, para aquellos que busquen actividad nocturna, este barrio es uno de sus punto a marcar en el mapa.
El barrio de La Baixa
Este es el barrio más céntrico de la ciudad.
Tradicional y auténtico. Sí, La Baixa es tradicional y auténtico, al tiempo que centro financiero de la ciudad. Con tiendas de recuerdos, pastelerías famosas y tascas aventureras, es ideal para paseos descubriendo calles y rincones con encanto. Se reconstruyó tras el terremoto del siglo XVIII con calles geométricas y un estilo clásico salpicado por las típicas fachadas de azulejos de Lisboa.
Emblemático. En este barrio se encuentran algunas de las plazas y calles más emblemáticas. Comienza en la Plaza de los Restauradores.
Espectacular. Desde ahí, la calle peatonal Rua Augusta, un arco de triunfo barroco y entramos en la Plaza del Comercio.
Majestuoso. Por la Avenida de la Libertad, la más majestuosa de la ciudad, con aceras de mosaico blanco y negro junto a las cuales se elevan edificios del Siglo XIX. Sus cafés con terrazas cubiertas son perfectos para sentarse y observar. Desde allí, llegamos a la Plaza del Marqués de Pombal y ahí ya empieza la Lisboa moderna.
Y el elevador de Santa Justa. Este ascensor con el que hemos subido antes a Chiado se ha convertido en toda una atracción turística. Une ambos barrios, Baixa y Chiado.
El barrio de Belém
Este es un barrio de ribera situado a las afueras de la ciudad que mira al río, íntimo y abierto al mismo tiempo.
Enérgico. También en Belém, su torre, la Torre de Belém. Una fortificación estratégicamente situada que se construyó en 1520, cuando Portugal era una potencia mundial.
La función de esta torre era defender la desembocadura del río Tajo, justo donde está se unen el río y el Océano Atlántico. El Tajo, siendo navegable como es, suponía una entrada directa a la Península Ibérica. Sus balcones que miran hacia el río permitían tanto el avistamiento del enemigo como la llegada de barcos cargados de especias y tesoros procedentes de Asia o Brasil. Un excelente punto para admirar este enclave es el Monumento a los Descubridores.
Dulce. Si no pruebas los “pastéis de Belém” no conocerás la esencia de Belém. Los monumentos y el ambiente de Belém dan nombre al barrio, pero sus dulces le dan “renombre”.
Parada obligatoria: Rua de Belém nº 84-92, en la confitería con más tradición en elaborar estos dulces típicos de Lisboa, desde 1.837.
A principios del siglo XIX, en Belém, junto al Monasterio de los Jerónimos, había una refinería de caña de azúcar en la que además de azúcar se vendía de todo.
Como consecuencia de la revolución liberal que tuvo lugar en 1820, en 1834 todos los conventos y monasterios de Portugal se cerraron y clérigos y trabajadores fueron expulsados. Buscando fórmulas para sobrevivir, alguien del Monasterio puso a la venta en esta tienda unos dulces de nata llamados "Pastéis de Belém ", que tenían su origen en el saber hacer en delicias pasteleras de los monjes del Monasterio.
En esa época, el barrio de Belém quedaba “muy lejos” del centro de la ciudad de Lisboa y eran pocos los lisboetas que visitaban Belém, pero era un barrio con tránsito porque era parada en la ruta de los barcos de vapor que pasaban por allí y, con el tiempo, el boca-oreja sobre la magnificencia del Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém produjo sus efectos y atrajo a visitantes procedentes de todas partes. Los Pastéis también habían empezado a ser conocidos. “Únicos, “incomparables”,” deliciosos” … Es lo que decía de ellos y se sigue diciendo hoy porque desde 1.837, año en que inició su producción, Monumentos y Pastéis pasaron a ser indisociables. Hoy, una ruta completa por Belém implica saborear los Pastéis fruto de una receta secreta que transmite el sabor de los antiguos dulces portugueses.
Barrio Alto
Dicen que la noche en Lisboa se hace siempre bajando y es porque la noche, si lo que se busca es ambiente, se empieza en el Barrio Alto y picando y tomando algo aquí y allá y se va bajando hasta llegar a Cais do Sodré donde los combinados son de discotecas y antiguos bares de marineros. Charlas amenas. días placenteros.
Barrio del Eje Ribereño
Lisboa es como es por la omnipresencia del río Tajo, su luz mítica iluminando la ciudad y los cacilheiros, ferries, barcos de crucero, buques de carga y veleros y fragatas que lo cruzan a diario. Actividad. Ires y venires. Deporte.
Y es que los aires que vienen del mar inspiran también a los deportistas, corren, andan en bicicleta y caminan, de día y de noche, junto al agua. Tomar un café junto al río; el sol en las terrazas del río; almorzar con vistas al río y, ¿por qué no?, salir a navegar… al río.
Barrio de Alfama y Castillo
Esta es la zona más tradicional y antigua de Lisboa.
Antiguo. Callejuelas empedradas y empinadas. Es para pasearla con calma por que las subidas son exigentes, pero las paradas permiten disfrutar de las vistas y saborear lo más antiguo de esta capital. En la colina, nos espera uno de los mejores ángulos de la ciudad.
Genuino. El empedrado sobre el que caminamos es testigo de siglos y siglos de historia. Paramos en la Catedral, datada de 1147, y ahí encontramos el Tesoro y las ruinas romanas que la precedieron.
Y, ¿cómo no?, hay que tomar una foto en el mirador de Santa Luzia: Alfama y Tajo.
Acompañados por el Fado. Estamos en la tierra del Fado. Puede que ayer, después de la cena, nos hubiéramos dejado deleitar por este arte musical. Tarareando podemos subir hasta el Castillo de San Jorge (Sao Jorge). Maravilloso fin del espectáculo en este barrio.
Distintas Lisboas de esta Lisboa que nos cuenta historias barrio a barrio.
Y ya que estamos en Lisboa…
Lisboa puede verse en una escapada de varios días, pero si se dispone más, vale la pena visitar lugares cercanos a la capital lisboeta como Sintra, una zona que concentra varios de los lugares más visitados de Portugal por su belleza natural, arquitectónica... Cultural.
El Palacio da Pena está situado en el Monte da Lua, en lo alto de la Serra de Sintra. De colores, es un palacio que parece surgido de un cuento de hadas y la “dulzura” de su arquitectura y tonos contrasta con lo agreste de los enormes acantilados sobre los que se asienta. Cerca del Palacio da Pena se encuentra el Castelo de Mouros. Verlo para describirlo. Otras opciones atractivas cercanas a Lisboa son Cascais y Arrábida.
Arrábida: La región de Arrábida está a solo 30 minutos de Lisboa y es una verdadera sorpresa. Es verde, singular, con playas escondidas entre la vegetación; senderos; y bellas villas como Azeitão, donde visitar bodegas de vinos y su famoso moscatel, donde degustar sus fantásticas tortas -una delicia de la región-.
Y, bajo la sierra de Arrábida, mucho más… Conocer Portugal es un placer. A nadie le amarga un dulce.
Gemma Larrègola
01/10/2020
https://www.lugaresdeaventura.com/reportaje/lisboa-cautiva-barrio-barrio