lunes, 30 de noviembre de 2020

Los nuevos comportamientos tecnológicos sobrevivirán a la pandemia

 

La tecnología permite, entre otras cosas, videoconferencias de trabajo (MarcosMartinezSanchez / Getty)


Bienvenidos al futuro, pero no a 2021, como cabría esperar, sino a 2025, o incluso a 2030, dependiendo de a quién se le haga la pregunta. La adopción de nuevos comportamientos tecnológicos en respuesta a la pandemia (desde las videoconferencias hasta las compras online) significa que el uso ya ha alcanzado niveles que no se esperaban hasta dentro de muchos años.

”Los datos recientes muestran que hemos avanzado cinco años en la adopción digital por parte de consumidores y empresas en cuestión de unas ocho semanas”, declaró la consultora McKinsey en mayo de 2020. Y, por lo que hace a las compras online estadounidenses, el progreso ha sido aun más rápido: “el crecimiento de diez años en tres meses”. Netcomm, un consorcio de minoristas italiano, dice que las compras en ese país, un rezagado en el comercio electrónico, han sido testigo de un “salto evolutivo de diez años” hacia lo digital.

En el sector bancario, los expertos consultados por The Economist estiman que la proporción de transacciones sin dinero físico ha aumentado en todo el mundo hasta niveles que esperaban alcanzar en un plazo de dos a cinco años. En medicina, un médico británico dijo a The New York Times que el Servicio Nacional de Salud había experimentado una década de cambios en el plazo de una semana, al pasar los médicos a las consultas remotas.

Llamémoslo tecceleración. En todos esos casos y en muchos otros, la pandemia ha acelerado unas tendencias de adopción tecnológica ya existentes. Las compras ya se desplazaban de modo sostenido hacia el online, los pagos se digitalizaban poco a poco, el aprendizaje online se hacía más frecuente, más gente trabajaba desde casa al menos una parte del tiempo... Ahora, en muchos países la gente se ha visto catapultada de golpe a un futuro en el que todos esos comportamientos están mucho más extendidos.

Muchos establecimientos tradicionales, que ya se encontraban en dificultades, se han visto obligados a declararse en quiebra

Ese cambio repentino ha sido doloroso. Muchos establecimientos tradicionales, que ya se encontraban en dificultades, se han visto obligados a declararse en quiebra, incluidos nombres tan conocidos en Estados Unidos como J. C. Penney y Nieman Marcus. Con el cierre de las sucursales bancarias, las personas mayores que no estaban familiarizadas con la banca online han sido presa de estafadores. El cambio a la enseñanza virtual ha puesto de relieve la desigualdad en el acceso a la banda ancha y la propiedad de ordenadores entre los estudiantes.

Sin embargo, la transición también ha dado lugar a una rápida transformación en ámbitos (en particular, la salud y la enseñanza) históricamente resistentes al cambio. El experimento forzoso de los confinamientos masivos ha contribuido también a desestigmatizar la enseñanza virtual y el teletrabajo puesto que ha demostrado que, con el equipo y el apoyo adecuados, sí que pueden funcionar a gran escala. Es una buena noticia.

¿Cuándo volverán las cosas a su cauce?

La gran pregunta para el 2021 es: ¿cuándo volverán las cosas a su cauce? Está claro que el mundo no va a volver a su estado prepandémico. Muchos grandes almacenes han cerrado. Las abuelas italianas han descubierto las alegrías de las compras online. Los teletrabajadores no tienen ninguna prisa por volver a sus desplazamientos diarios al trabajo.

Sin embargo, no se mantendrán todos los comportamientos del confinamiento de 2020. Los estudiantes y profesores están deseando volver a la enseñanza presencial. Los trabajadores echan de menos la camaradería de la oficina. Así que algunos comportamientos nuevos se mantendrán, pero no todos, y el resultado se situará en algún punto intermedio. El punto exacto tendrá enormes implicaciones: para las pautas de transporte, los precios de las propiedades y el ordenamiento de las ciudades, entre otras cosas.

El resultado más probable es un futuro híbrido que mezcle el trabajo a distancia y el presencial

Según informa McKinsey, en 2022, el 15% de los ejecutivos que participaron en una encuesta internacional calcula que permitirán a una décima parte de sus empleados teletrabajar dos o más días a la semana, y el 7% está dispuesto a permitir esa modalidad tres días a la semana. Ahora bien, esas medias globales ocultan grandes variaciones. En Gran Bretaña y Alemania, un 20% de los encuestados está satisfecho con que al menos uno de cada diez trabajadores teletrabaje dos o más días a la semana; en China, la cifra es sólo del 4%.

Y, entre los ejecutivos de compañías tecnológicas, la proporción se sitúa en el 34%, frente al 22% anterior a la pandemia. Las empresas tecnológicas y de servicios financieros pueden funcionar más fácilmente sin trabajadores en las oficinas corporativas; pero, incluso en los sectores donde el trabajo remoto es posible, el resultado más probable es un futuro híbrido que mezcle el trabajo a distancia y el presencial.

El futuro es ahora

Algunas empresas (como las que prestan servicios en la nube, o los dispositivos que permiten el teletrabajo) saldrán reforzadas, otras (como los minoristas tradicionales) sufrirán, muchas fracasarán por completo. Sin embargo, hay de nuevo un resquicio de esperanza, ya que esos cambios abren nuevos terrenos para la innovación.

Ya hay grandes y pequeñas empresas ideando nuevas herramientas para mejorar la experiencia del trabajo, la colaboración y el aprendizaje remotos; para apoyar nuevos tipos de comercio minorista sin contacto y con cita previa; y para proporcionar nuevas formas de experiencias sociales online, desde las conferencias virtuales hasta el turismo virtual. No hay vuelta atrás al pasado que existía antes de la pandemia. Y, en vez de eso, la Covid-19 ha lanzado el mundo hacia un futuro muy diferente.


© 2020 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.

De The Economist, traducido para La Vanguardia, publicado bajo licencia. El artículo original, en inglés, puede consultarse en www.economist.com.

Traducción: Juan Gabriel López Guix