- "EEUU necesita un estado de bienestar europeo y un IVA para pagarlo"
- "La desigualdad ha bajado por las ayudas de gobiernos, no por el Covid"
- "Biden no podrá marcar gran diferencia en la asistencia sanitaria"
Sir Angus Deaton (Edimburgo, 1945) ha examinado durante décadas las dinámicas de consumo de los individuos y su relación con el desarrollo económico de la sociedad en general. Su investigación aborda cómo el consumo depende de los precios en relación con el ahorro o los ingresos y muestra cómo los datos pueden utilizarse para analizar el bienestar, la pobreza y el desarrollo económico.
En su libro, "Muertes por desesperación y el futuro del capitalismo", escrito junto a su mujer, la economista Anne Case, ambos profundizan en los factores que desde la década de los 90 revirtió inesperadamente la esperanza de vida para los estadounidenses de mediana edad. Case y Deaton atribuyen esta tendencia a un trío de factores que acechan a quienes no cuentan con título universitario: el suicidio, las sobredosis por drogas y las enfermedades derivadas del alcoholismo.
En una conversación con elEconomista, el premio Nobel revisa los efectos de la pandemia, los estímulos, los planes tributarios del presidente Joe Biden y el "desastroso" sistema sanitario estadounidense sobre el continuo perecer del sueño americano.
¿Son el aumento de los impuestos a los ricos y a las empresas que propone la Administración Biden una forma eficaz de reducir la brecha de los ingresos?
Sí, pero la cuestión más complicada es determinar si realmente habrá suficiente para pagar las propuestas. Estoy muy a favor de la propuesta alcanzada por el G7 para intentar establecer un impuesto mínimo del 15%. Es una vergüenza que muchas multinacionales se enriquezcan a costa de todos los demás. Estos gigantes no están pagando apenas impuestos. Ese es otro aspecto por el que la clase trabajadora se sienta estafada. Es muy positivo que se esté intentando devolver cierto orden.
Pero más allá de incrementar el impuesto de sociedades o los gravámenes sobre las plusvalías, especialmente para las rentas más altas, lo que EEUU necesita es algo más parecido a un estado de bienestar europeo y para pagarlo se requiere un impuesto sobre el valor añadido (IVA). Para mí este es un impuesto perfecto porque todos los ciudadanos lo pagan y todos se benefician. En cierta forma uniría al país en lugar de separarlo y pelearse por si sólo se grava a un grupo determinado. Esa sería una solución realmente buena a largo plazo, pero es un impuesto que los republicanos odian más que cualquier otro simplemente porque recauda mucho dinero. Es bastante difícil eliminarlo una vez que se instaura.
Menciona el impuesto mínimo global del 15% acordado por los ministros de Finanzas del G7. ¿Será capaz ahora la OCDE de poner de acuerdo a un centenar de países?
No estoy seguro de que un centenar de países sean el gran problema. El problema son países como Irlanda, que forma parte de la OCDE y de la UE, que tienen un gran interés en mantener la fiscalidad baja. Pero no creo que esto sea imposible dado que un impuesto mínimo global del 15% se acerca a un nivel con el que los irlandeses podrían tratar de conformarse. Paraísos fiscales como las Islas Caimán no lograrán frenar este tipo de propuestas si la UE y EEUU están decididos a implantarlas. Parte del problema con la evasión de impuestos como este es que las grandes empresas o los individuos más adinerados y con poder en EEUU no quieren cerrar este tipo de lagunas fiscales.
No pueden decirlo públicamente dado que no pueden defender la evasión fiscal, pero adeudan una enorme cantidad de impuestos que no se están pagando. Esto es especialmente cierto en el caso de las empresas de diversa índole, entidades de paso, etcétera, en las que la gente cobra de forma que no se declara automáticamente al Servicio de Ingresos Interno [IRS, por sus siglas en inglés, el equivalente al Ministerio de Hacienda de España]. Básicamente se está alentando a que la gente que se niegue a pagar impuestos.
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¿Cree que la pandemia ha erosionado la confianza de los ciudadanos en el sistema de mercado?
El gran problema en EEUU es la atención sanitaria. Al principio de la pandemia esperábamos que los fallos evidentes del sistema en su vinculación con el empleo y el coste de los medicamentos recetados se agravaran tanto que ejerciera presión para la reforma, pero no está claro que sea así. Un factor que ha moderado la presión es el éxito de la campaña de vacunación con acceso gratuito a todo el mundo. Se podría pensar que EEUU, dada su dedicación al sistema de mercado, podrían haber empezado a cobrar por las vacunas, pero no lo ha hecho. En otros países esto sí ocurre.
¿Por qué considera que los estadounidenses no exigen cambios en el sistema de salud?
Hay una serie de razones. Una es que hay formas de conseguir cobertura a través del Obamacare, por ejemplo, o a través de lo que se llama COBRA, que permite a alguien que es despedido mantener su seguro médico de forma limitada pero pagando. También está el Medicaid para los más pobres y es posible que un buen número de personas mayores de 65 años que perdieron su empleo accediesen al Medicare y quedasen cubiertos de esta manera. Dicho esto, durante la pandemia, los hospitales recibieron cuantiosas cantidades de dinero para garantizar un tratamiento gratuito o de bajo coste contra el Covid-19. Muchos distribuyeron este dinero como bonificaciones a sus ejecutivos y ahora están demandando a la gente en los tribunales para que paguen sus facturas médicas.
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¿Qué fórmulas existen entonces para reducir el coste de la atención médica en EEUU?
Existen muchas maneras. Solo hay que mirar a otros países avanzados. No se trata de un problema técnico. Necesitamos un sistema totalmente inclusivo que incorpore a la gente al nacer, como en Reino Unido, donde se controle los costes. No se puede hacer esto sin controlar los costes. La razón por la que es tan difícil hacerlo es porque mis costes son los ingresos de otra persona y esas personas intentarán por todos los medios proteger sus ingresos. Una de los aspectos algo decepcionantes de la Administración Biden es que va a ser difícil asumir cualquier propuesta que suponga un cambio radical a la asistencia sanitaria actual. Las fuerzas de los grupos de presión en EEUU, el dinero con el que cuenta la industria, es muy elevado. Las consecuencias de tener un sistema de salud increíblemente caro, como el de EEUU, donde gran parte del mismo se paga a través del empleo, tiene efectos muy negativos en los salarios, en el mercado laboral y particularmente para los estadounidenses menos educados para los que estas primas son una fracción muy grande de sus salarios.
¿Cree que el sistema de salud en EEUU pone en riesgo el futuro del capitalismo?
Sí. Considero que el sistema de salud de EEUU está limitando el mercado laboral para la gente menos educada. Hay que tener en cuenta otros aspectos, como la globalización o los avances tecnológicos, que empeoran las cosas. Muchas de estas fuerzas existen también en otros países avanzados, pero no instigan una desesperación tan profunda como la estadounidense. Una de las razones reside en sus sistemas de salud, mucho más inclusivos. Este es un desastre exclusivamente estadounidense que está empeorando mucho las cosas. El coste del sistema sanitario es realmente una de las principales causas de las horribles cosas que están ocurriendo en el mercado laboral.
A lo largo de la pandemia, ¿era indispensable el argumento dado por algunos políticos sobre la necesidad de elegir entre salvar vidas o salvar la economía?
Si nos fijamos en lo ocurrido durante la primera oleada de la pandemia, los países que tuvieron los confinamientos más severos, como China, fueron aquellos cuyas economías salieron mejor paradas. A corto plazo, los países que no impusieron cierres vieron cómo sus economías no se frenaron en seco, pero murió mucha más gente. Creo que el problema ha estado generado por las políticas, dado que se puede encontrar un equilibrio que proteja la economía y la salud de la población.
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¿Logrará el estímulo post-pandémico propuesto por Biden recuperar el mercado laboral hasta el pico anterior?
Una de las cosas que hemos aprendido en la pandemia, que algunos ya contemplábamos, es que la tasa de desempleo es un termómetro terrible del mercado laboral porque no capta a la gente que no busca trabajo. Si observamos otras métricas, como la relación entre el empleo y la población, para los hombres ha estado cayendo durante mucho tiempo y especialmente para los hombres sin un título universitario. Para las mujeres ha descendido constantemente desde el año 2000. Si se busca alcanzar el pico anterior a eso, tenemos que retroceder mucho en el tiempo. Lo mismo ocurre con los salarios. Las propuestas de Biden ayudarán, pero no está claro que nos devuelvan a la gloria donde estábamos en 1980. Simplemente lograrán llevarnos a los niveles prepandémicos.
Algunos piensan que la expansión del balance de la Fed desde la crisis financiera ha desempeñado un papel importante en el aumento de la desigualdad, ¿está de acuerdo?
Sí, no hay mucho desacuerdo al respecto. Los bajos tipos de interés tienden a inflar los mercados de activos. No solo multimillonarios como Jeff Bezos se han beneficiado por la pandemia también la gente de clase media alta, con un título universitario, que tiene carteras de jubilación que dependen del mercado de valores, lo han hecho extraordinariamente bien. Tres cuartas partes de la riqueza en EEUU está en manos de personas con una licenciatura o un postgraduado universitario porque estas personas se han beneficiado mucho de la riqueza generada durante la pandemia. Esto tiene que ver con la política ultraacomodaticia de la Fed y con el gran peso de las grandes tecnológicas en el S&P 500.
"La desigualdad ha bajado por las ayudas de gobiernos, no por el Covid"
Sobre el efecto de la pandemia en la desigualdad, sir Angus Deaton cree que aún no se tienen todos los datos definitivos al respecto. Pero recalca como casi seguro que "la desigualdad de ingresos ha disminuido, no por la pandemia en sí, sino porque los gobiernos han inyectado mucho dinero, y gran parte de ese dinero se ha dirigido a personas relativamente pobres".
En el primer paquete de estímulo de EEUU, aprobado en marzo de 2020, se incluyeron cheques directos a los contribuyentes por hasta 1.200 dólares, mientras que los dependientes menores de 16 años recibieron 500 dólares cada uno. En el plan posterior, se incluyó otro pago directo de hasta 600 dólares y la posibilidad de reclamar otros 600 por cada hijo menor de 16 años. El Plan de Rescate Americano de marzo de 2021 incluyó otro cheque de hasta 1.400 dólares y un pago adicional de 1.400 dólares a familias con personas dependientes.
No obstante, el premio Nobel de Economia 2015 no duda en aclarar que la desigualdad se puede medir de muchas formas y el efecto de la pandemia ha sido nefasto en otras áreas. "La gente menos educada ha tenido muchas más probabilidades de perder la vida en la pandemia que la gente con un título universitario", indica. Este tipo de desigualdades, que se podrían argumentar como mucho más importantes, "en realidad se han ampliado", añade.
De hecho, Deaton manifiesta que la pandemia ha acentuado algunas de las tendencias que ya se estaban desarrollando tanto en EEUU como Europa o Reino Unido. Por un lado, la educación se está convirtiendo en una variable cada vez más importante para determinar el resultado de la vida de las personas. Y el desempleo es cada vez menos útil como indicador de la salud económica. Aunque la recuperación creará puestos de trabajo, insiste en que muchos más se están quedando atrás. "En los auges económicos, siempre existe una recuperación, pero nunca tanto como el pico anterior", concluye.
"Un mundo con muchos Amazon y sin Facebook sería un mundo mejor"
En la entrevista con el premio Nobel de Economía también se abordó el tema de los monopolios y la gran influencia que adquieren grandes tecnológicas como Apple, Amazon, Facebook, Microsoft o Google. Deaton estima que cada vez existe un mayor consenso que favorece que la regulación de estas grandes empresas "debe tomarse mucho más en serio" y expone la ineficacia de las regulaciones antimonopolio.
"Tanto los monopolios como los monopsonios están lastrando los salarios", asegura al insistir que es una prioridad el mejorar tanto el marco regulatorio como su aplicación. Al fin y al cabo, la competencia en las plataformas digitales son aspectos que no existían hace cien años, cuando se elaboraron las primeras regulaciones y legislaciones al respecto.
Cuando se le plantea la posibilidad de obligar a gigantes tecnológicos a trocear sus negocios, este profesor de Economía se muestra a favor, pero dentro de un marco que fomente las características más beneficiosas de este tipo de empresas. "Favorecería un mundo en el que sería genial tener varios Amazon", dice, a la vez que apuntilla que "un mundo en el que no existiera Facebook, sería un mundo mejor".
"Estos van a ser temas profundamente debatidos tanto en la esfera pública como en el ámbito académico, legal y económico, pero se tendrá que hacer algo", afirma. Un primer paso es al menos asegurar que estos gigantes tecnológicos "paguen los impuestos correspondientes y eso nos lleva a la propuesta del G7", opina.
Deaton dirige actualmente un grupo de expertos de Reino Unido que estudia cómo reducir las desigualdades, en las que los jóvenes y las personas con menos estudios se quedan cada vez más atrás de los ricos. El Instituto de Estudios Fiscales tiene previsto publicar sus conclusiones en 2023.