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En los últimos días, se ha cuestionado la permanencia de Grecia en el Eurogrupo. Hasta entonces, pareció que sólo había vida en ese ámbito; pero recientemente ha irrumpido la otra posibilidad, la heterodoxa: la bancarrota griega y la salida del país de la Unión Monetaria. E inevitablemente se ha suscitado el precedente argentino, remoto pero con similitudes.
Precisamente el Centro de Investigación sobre Política Económica (CEPR) de Washington acaba de publicar un explosivo informe, The Argentine Success Story and His Implications, que demuestra el triunfo de la heterodoxia económica en un solo país: desde que suspendió pagos en 2001 sobre 95.000 millones de dólares de deuda externa y abandonó la paridad con el dólar, Argentina ha sido "una de las economías de mayor crecimiento del mundo". Su PIB real ha crecido desde 2002 el 94 por ciento, el doble que Brasil; en menos de tres años, el arruinado país había recuperado el PIB anterior a la crisis 1998-2002; desde entonces, ha recortado la desigualdad de renta a la mitad.
Es evidente que este informe demoledor "choca [ha escrito un periódico español] con el consenso fabricado en las instituciones financieras de Washington, según el cual Argentina sería la prueba de lo que ocurre cuando el populismo se hace con las riendas macroeconómicas: moratoria, ostracismo en los mercados internacionales, hiperinflación, crecimiento insostenible". En efecto, el FMI lleva varios años advirtiendo a Buenos Aires de que la inflación elevada tendrá un impacto sobre el crecimiento, pero sus augurios fracasan con ridícula reiteración. Por añadidura, el informe desmiente la muy generalizada percepción de que este comportamiento de la economía argentina se debe a la fuerte exportación de materias primas: han sido el consumo (45 por ciento) y la inversión (26 por ciento) los principales motores del crecimiento del PIB, frente al 12 por ciento impulsado por el sector exterior. El 45 por ciento de las exportaciones argentinas corresponde al sector manufacturero y sólo el 3,4 por ciento a materias primas agrarias.
Es obvio que Argentina, por múltiples razones, no puede ser el espejo europeo, pero si los griegos leen el informe del CEPR, verán agravarse sin duda la tentación de romper la baraja, declararse insolventes, salirse del euro y recomenzar la tarea de hacer país. La expectativa de continuar en recesión como mínimo este año y el que viene, sin expectativas claras de remontar el vuelo a medio plazo, no puede convertirse en destino de ningún país. Como mínimo, el ejemplo argentino debería servir para que los europeos revisásemos nuestros tópicos ortodoxos y nos tomáramos en serio la posibilidad de que quizá puede haber otros caminos para salir de este colosal atolladero que, además de estar hundiéndonos en la miseria, nos ha arrebatado la legítima esperanza de superar la adversidad en un tiempo razonable.
Por antonio papel from eleconomista.es 05/11/2011
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