viernes, 31 de mayo de 2013

Una urgencia médica cada 604 vuelos

 
 
Presentado el estudio epidemiológico más amplio que ha analizado los problemas médicos en aviones comerciales.

"Les habla el comandante, tenemos una emergencia médica; si hay un médico a bordo, le rogamos que se identifique ante el personal de cabina”.

Un mensaje como este se repite una media de 120 veces al día en algún lugar del mundo, según el más amplio estudio epidemiológico que ha analizado las urgencias médicas a bordo de aviones comerciales. Las urgencias, concluye el estudio, afectan a uno de cada 604 vuelos y obligan a realizar un aterrizaje de emergencia en uno de cada 8.274 trayectos.

Pero el interés de los autores del estudio, especialistas en urgencias de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.) que asisten desde tierra a tripulaciones que deben gestionar emergencias médicas, no es sólo estadístico. “Los médicos u otros profesionales de la salud son requeridos a menudo para prestar asistencia, a pesar de que tienen una preparación o una experiencia limitada en estas situaciones”, escriben en la revista The New England Journal of Medicine, donde presentan sus resultados.

El estudio pretende concienciar a los profesionales de la salud sobre la posibilidad de tener que intervenir algún día en una urgencia durante un vuelo; explicarles cuáles son las emergencias más comunes y más graves con las que se pueden encontrar; y ofrecerles unas pautas de actuación para prestar una buena asistencia.

Las más comunes son los síncopes –o desmayos- o presíncopes, que representan más de un tercio de las emergencias médicas en aviones y que en la mayoría de casos se resuelven espontáneamente en cuestión de minutos. La baja presión en cabina, en comparación con la presión atmosférica en el aeropuerto de origen del vuelo, explica que algunas personas experimenten una sensación de vahído al reducirse la cantidad de oxígeno que llega al cerebro.

En estas situaciones, los especialistas de Pittsburgh recomiendan verificar que la persona afectada tiene pulso y que respira; llevarla a un pasillo del avión o a algún lugar donde pueda estar estirada boca arriba; levantarle las piernas para favorecer que la sangre circule hacia el cerebro; y administrarle oxígeno.

Si el pasajero es diabético, además se aconseja medir el nivel de glucosa en sangre con un glucómetro.

Más graves suelen ser las urgencias cardiacas, que ocurren en uno de cada 7.600 vuelos aproximadamente. La mayoría de estas urgencias pueden gestionarse con fármacos que suelen encontrarse en el botiquín de los aviones, como aspirina o nitroglicerina. En una minoría de casos, puede llegar a requerirse un desfibrilador.

Sólo en uno de cada 200.000 vuelos llega a producirse un paro cardiaco, según los resultados de la investigación. Pero, cuando esto ocurre, es la urgencia médica más crítica que puede ocurrir en un avión. De las 38 personas que sufrieron paros cardiacos analizadas en el estudio, 31 murieron.

Los especialistas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh defienden que está justificado un aterrizaje de emergencia en aquellos casos en que la vida del paciente o el riesgo de secuelas graves dependan de un traslado rápido a un hospital, como un infarto de miocardio o un ictus. Pero no la defienden en casos en que el problema pueda gestionarse a bordo sin riesgo de secuelas como la gran mayoría de síncopes, las crisis epilépticas o los cuadros de náuseas y vómitos.

Aun así, los síncopes causan un 25% de los aterrizajes de emergencia por causa médica; las crisis epilépticas, un 9,5%; y las náuseas y vómitos, un 6,4%.

Las urgencias ginecológicas u obstétricas, muy aparatosas, sólo afectan a uno de cada 120.000 vuelos, un dato que “refuerza las recomendaciones actuales de que los viajes aéreos son seguros hasta la semana 36 de gestación”, destacan los investigadores.

El estudio se ha basado en revisar datos de todos los vuelos de cinco grandes compañías aéreas a lo largo de dos años y diez meses. Estas cinco compañías representan el 10% del tráfico mundial de pasajeros.

En casi la mitad de los vuelos afectados (un 48,1%), se presentaron médicos voluntarios para prestar asistencia a los pasajeros enfermos. En otro 20,1% fueron enfermeras quienes ayudaron. En un 4,4% fueron otros trabajadores de servicios de urgencias, como conductores de ambulancias. Y en el 27,4% restante fue el propio personal de cabina quien se responabilizaron de la asistencia, asesorados por especialistas en urgencias desde tierra.

Según los autores de la investigación, “los pasajeros aéreos que son profesionales de la salud deberían ser conscientes de su rol potencial como colaboradores voluntarios ante emergencias médicas durante un vuelo. (…) Aunque no hay una obligación legal de intervenir, creemos que tienen la obligación moral y profesional de actuar como buenos samaritanos”.

 
Josep Corbella Barcelona  30/05/2013 - 19:00h | Última actualización: 30/05/2013 - 19:51h
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http://www.lavanguardia.com/vida/20130530/54374510742/urgencia-medica-cada-604-vuelos.html#ixzz2Uoigr8bw

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